INTELIGENCIA ARTIFICIAL

Las veredas de la transformación digital

Vivimos una nueva revolución cultural porque va mucho más allá de la digitalización. | Leonardo Martínez

Escrito en OPINIÓN el

Hace unos días comentábamos sobre la asombrosa irrupción del fenómeno de la inteligencia artificial en la vida cotidiana de miles de millones de personas. Así, de repente, a finales del 2022 el mundo se despertó con la novedad de que cualquier persona con acceso a un dispositivo digital con conexión a internet podía entablar una conversación con un chat como si estuviera platicando con otro ser humano. Aún más, le podía preguntar cualquier cosa, o solicitarle un consejo o que escribiera un texto sobre cualquier tema imaginable, y el solícito chat lo hacía con asombrosa velocidad y desconcertante amabilidad de trato.

Abruptamente nos encontramos en una etapa en la que la inteligencia artificial está al alcance de la mano de cualquier persona conectada al internet. El uso y las aplicaciones de este tipo de inteligencia ya no se circunscriben, por ejemplo, a los ámbitos militares y de investigación científica. Sus beneficios inundan hoy en día a todo tipo de organizaciones, empresas, gobiernos y, de manera particularmente importante, aunque diferenciada, a toda la población.  

Desde hace varios años el uso de la inteligencia artificial fue creciendo en ámbitos y sectores altamente especializados. Se usó, por ejemplo, en el descubrimiento de nuevos medicamentos y vacunas, gracias a lo cual el mundo pudo detener los ya de por sí dramáticos efectos de la pandemia del covid. Se ha usado para la interpretación de secuencias de ADN, ARN y proteínas, lo que facilita la identificación de genes, la predicción de estructuras proteicas, el análisis de interacciones moleculares y con todo ello entender mejor la función biológica.

La inteligencia artificial ha enriquecido también a los diagnósticos médicos, mejorando el análisis de imágenes como radiografías, tomografías y resonancias magnéticas, identificando enfermedades y apoyando a los médicos en la toma de decisiones clínicas. Ha sido también de enorme utilidad para el análisis de datos climáticos y la construcción de modelos predictivos, ayudando a los científicos a entender mejor los patrones climáticos, predecir cambios futuros y evaluar el impacto del cambio climático.

La investigación científica también se ha beneficiado de la inteligencia artificial aprovechándola para realizar investigaciones que presentan altos niveles de complicación o de riesgos, como la exploración espacial, la investigación submarina o el muestreo en entornos extremos, mediante el uso de robots que pueden utilizar técnicas de aprendizaje automático para adaptarse a nuevas situaciones y tomar decisiones autónomas.

Sabíamos un poco de todo lo anterior, aunque no formáramos parte de los circuitos especializados que trabajan en los temas mencionados, pero lo que estamos viviendo hoy tiene otra escala. Se trata de un fenómeno que denominamos transformación digital y que es como una avalancha de cambios paradigmáticos que están modificando drásticamente las formas convencionales de trabajar, de estudiar, de convivir y de entretenernos. Es una nueva revolución cultural porque va mucho más allá de la digitalización. Es una nueva forma de vivir y de convivir en un mundo en el que las dimensiones espaciales y temporales se han modificado de maneras insospechadas, y en el que aparecen, desaparecen y se entrecruzan realidades virtuales, paralelas, aumentadas, asincrónicas o sincrónicas.

Mucho se ha hablado últimamente del potencial y de los riesgos del ecosistema digital en lo general y de la inteligencia artificial en lo particular. Sí bien el tema de los riesgos es un tema crítico y urgente, la única manera de lograr que toda la gente reciba los beneficios de esta revolución cultural es digitalizando y conectando por internet a toda la población. Desde esa perspectiva, los países que no se apliquen a esas tareas se irán quedando atrapados en sistemas analógicos de altos costos y baja eficiencia, y harán que sus sociedades se pierdan un sinnúmero de nuevas oportunidades de desarrollo y mejoras de bienestar.

Las nuevas oportunidades y el caudal de beneficios potenciales que ofrece la transformación digital para mejorar la calidad de vida de toda la población van apareciendo a lo largo de numerosas veredas creadas por el mismo ecosistema para conectar a los seres humanos, vía las tecnologías exponenciales, con toda suerte de dispositivos y bases de datos. No hay manera de prever cómo y en qué momentos irán apareciendo las nuevas veredas, pero hoy en día esas conexiones neuronales del ecosistema digital alcanzan números inimaginables.

Para recorrer esas veredas y aprovechar la enorme cantidad de beneficios potenciales alcanzables es urgente tener una política clara que impulse la transformación digital del país, la cual es hoy en día, una poderosísima palanca de desarrollo económico y social. La transformación digital nos favorece a todos, incluyendo por supuesto a los grupos tradicionalmente marginados del desarrollo tradicional. Es una gran inversión económica y socialmente rentable, vale la pena apoyarla.