DERECHOS DE LOS TRABAJADORES

El sabor de la huelga

¿A qué sabe una huelga cuando miras a tus compañeros llegar y darte ánimos? | Manuel Fuentes

Escrito en OPINIÓN el

Vivir una huelga por dentro no es fácil, más cuando tu patrón es el propio Estado, el gobierno mismo. Cerrar las puertas de tu centro de trabajo con esas banderas rojinegras a la hora en punto de la suspensión de labores es lo más difícil que enfrentan los trabajadores. Pregúntenles a los de Notimex, quienes pueden decir a qué sabe una huelga.

Aun cuando el Estado es quien te da la espalda, que te trata como el peor trabajador, no siempre es amarga, al conocer el apoyo de propios y extraños. Hay quienes te llevan comida a las tiendas de campaña. Algunos sacan monedas y se acercan para darte ánimos a pesar de la soledad que se vive en una huelga.

Otros llevan abrazos y frases de aliento, sin nada material en sus manos, pero sí mucha riqueza que viene desde dentro, que se encierra en una palabra que se llama solidaridad. Es cuando la huelga sabe a protección, a compañía, fuerza y esperanza.

¿Soledad? Sí, esa que tienes que enfrentar para cuidar una huelga y alejarte de tu familia que espera una respuesta. Ellos preguntan: ¿Cuándo se va a terminar? ¿Falta poco? ¿Ya te hablaron de la Secretaría del Trabajo? ¿Los de Gobernación siguen dando largas?

Cuando te toca la guardia, tienes que llegar protegido con todo, para el calor, el frío, para las tremendas lluvias; preparado para sentir cómo transcurre el tiempo sin respuesta, con amenas charlas, con una esperanza que nunca se acaba. Si estás enfermo debes disimular, sacar fuerza de lo más recóndito de tu ser, sonreír cuando llegan a saludarte o recibir un apoyo. Demostrar esa fortaleza que uno lleva guardada cuando sea necesario para reivindicar la huelga.

¿Qué duele en una huelga? El no tener otra salida que estallarla, que no es sólo indiferencia gubernamental, sino desdén, incongruencia que tu patrón es farol de la calle y oscuridad en su casa. Duele cuando dicen en la mañanera y en todas las plazas donde se paran los funcionarios que aumentar salarios es una transformación histórica, no es inflacionario, y agregan que por primera vez se respetan los derechos humanos y laborales de los trabajadores.

La huelga duele cuando tu patrón es el mismo gobierno que tiene dos discursos, dos caras. Duele cuando te avientan en la mesa de negociaciones propuestas salariales por debajo de cualquier porcentaje que se ofrece en otras entidades de gobierno y en empresas privadas.

Duele cuando te dejan por debajo de la puerta, en carteles por todas partes, un ofrecimiento de 2.7% a tu salario y, por no aceptarlo, te dicen: intransigente.  Duele cuando tu patrón quiere ser presidenta y castiga a sus trabajadores con los peores salarios y condiciones de trabajo. Si no lo creen, vayan y pregunten a los trabajadores del Instituto de Estudios Medios Superiores (IEMS) de la Ciudad de México que estallaron la huelga este 5 de junio en 20 planteles.

Una huelga no sólo es desenrollar las banderas rojinegras y estamparlas en las puertas de una empresa; a veces te enfrentas como si fuera una guerra. Cuando el propio Estado es quien viola los derechos laborales es incongruente, porque este es quien debería velar por el respeto de los trabajadores; pero la realidad es otra.

Hace pocos días, el 30 de mayo pasado, el Sindicato Único de Trabajadores de la Industria Nuclear (SUTIN) se aprestaba a estallar una huelga debido a los míseros aumentos que ofrecía la patronal y, a unas horas de la suspensión de labores, un “piquete” de soldados se apostó cerca del lugar de trabajo para decir “aquí estamos”, dejando un mensaje de intimidación que no logró su objetivo.

¿A qué sabe una huelga cuando miras a tus compañeros llegar y darte ánimos? Sabe a hermandad, a empatía, a sentimientos que antes no habías conocido. Sabe a fuerza cuando la decisión de estallarla es de los trabajadores, porque hay huelgas que impulsan los patrones.

Las huelgas de hoy tienen un sabor agridulce, el de la tierra que sabe a sal, a veces amarga, y el de la solidaridad que sabe a cielo, a abrazos, a compañía, a un no te rindas.