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¿Qué país, qué México para después de 2024?

¿En qué es diferente el Estado mexicano de 2018 al de 2024? ¿Qué país queremos para después de 2024? | Jorge Ramos Pérez

Escrito en OPINIÓN el

El 1 de octubre de 2024 inicia el siguiente sexenio. El actual que encabeza el presidente Andrés Manuel López Obrador ya terminó, sobre todo porque al acelerar el proceso de sucesión presidencial, al optar por la encuesta como el método para seleccionar a la candidata o candidato presidencial, prácticamente en los meses de agosto-septiembre tendremos el nombre del sucesor de López Obrador.

Cada que llega un nuevo presidente en México quiere barrer con su antecesor. En el pasado los enviaban al exilio forzado o a alguna embajada en el extranjero, otros optaban por el silencio. Solamente los panistas Vicente Fox y Felipe Calderón siguieron haciendo ruido, Fox incluso yéndose con el PRI, mientras Calderón intentó crear su propio partido, tras ser empujado fuera de las filas del PAN.

Andrés Manuel López Obrador no se quedará quieto y pobre de quien le suceda en el cargo. Pero para mala suerte de AMLO, el presidencialismo mexicano tiene muy bien aceitado ese problemita: el que llega se impone y fin de la discusión. Enrique Peña Nieto sin duda tuvo un buen acuerdo con López Obrador y aunque al principio sacó al mozalbete que llevaba dentro, con fiestas y hasta pelucas en Nueva York, Colombia y España, al final metió la cabeza en un agujero y de ahí no ha salido.

Si se imaginan que Andrés Manuel López Obrador confía en el Ejército por aquello de que les da todo: contratos, la Guardia Nacional… en realidad en muchas esferas tienen claro que el presidente López Obrador nunca los ha querido y no los quiere. Existe el temor fundado de que muchos militares acaben embarrados en corrupción, hay casos de militares involucrados en obras emblema de López Obrador, a quienes les han detectado autos de súper lujo, por ejemplo, en el AIFA, pero por ahora los tapan. ¿Qué pasará en el futuro? Existe el riesgo que el discurso sea, como siempre, victimizarse, culpar a los demás y decir que les dio todo, pero ellos, los militares, fallaron.

El presidente López Obrador tiene tres temas en su agenda sobre los cuales versa su discurso. En el caso de la pobreza, López Obrador inició su primera campaña por la Presidencia de la República en 2006 en el municipio de Metlatónoc, Guerrero, en La Montaña, con el eslogan “Por el bien de todos, primero los pobres”. ¿Pero qué sucedió con los pobres en México? ¿Qué hizo Andrés Manuel con los programas sociales? ¿A quién le encargó la responsabilidad de todos sus programas sociales? 

Otro tema en la agenda de López Obrador fue el de la corrupción. Desde 2006 aseguraba que más de 500 mil millones de pesos se iban por el caño de la corrupción. Que con él en la Presidencia de la República se cerraría esa sangría y con ese dinero alcanzaría para paliar los graves rezagos sociales, para obras públicas, porque al barrerse las escaleras de arriba para abajo, se limpiaba la vida pública de México. ¿Qué pasó con esos 500 mil millones de pesos? ¿En qué lugar estamos en el mundo en combate a la corrupción? ¿Se barrieron las escaleras de arriba para abajo? ¿Dejaron de ocurrir los grandes escándalos de corrupción

Un tercer asunto en el que se metió de cuerpo entero López Obrador fue el de la seguridad. Aseguró, desde 2006, que Felipe Calderón inició una guerra contra el narco sólo con el objetivo de legitimarse frente al “fraude” que según él le atizaron para que perdiera las elecciones presidenciales. También dijo una y otra vez que el Ejército debería volver a los cuarteles, y en su última campaña afirmó que su estrategia de “abrazos, no balazos” iba a calmar al país, sumado a que atendería las verdaderas causas: la desigualdad. ¿Se redujo la violencia? ¿Ya no existen sospechas de acuerdo entre el poder político y el narco, gobiernos estatales y federal en connivencia con los cárteles? ¿Hay menos muertos que en aquellos terribles años del calderonismo o el peñanietismo? ¿Se sentaron las bases de una policía o cuerpo de seguridad federal confiable? ¿Se procuró que los estados y municipios cuenten con cuerpos policiacos confiables? ¿El Ejército dejó de espiar a periodistas, defensores de derechos humanos… a sus propios funcionarios, como ocurrió con Alejandro Encinas? ¿Qué sabemos de nuestro sistema de inteligencia civil, en manos del general Audomaro Martínez Zapata, el Centro Nacional de Inteligencia? ¿El general Luis Crescencio Sandoval tiene el valor de saber decirle “no” al presidente de México cuando así sea necesario y con argumentos? 

Estos han sido principalmente, y después de cubrir concienzudamente la campaña presidencial de López Obrador en 2006, los ejes del discurso de Andrés Manuel López Obrador.

Habría que añadir, aunque sin duda falten más temas, el de la salud, el de la educación, el de las grandes obras (Tren Maya, Aeropuerto Internacional Felipe Ángeles o AIFA, la refinería de Dos Bocas). ¿Qué se avanzó en el sistema de salud, que, si bien daba muestras de esclerosis, tenía bases? ¿Qué se avanzó en el sistema educativo? ¿Qué se avanzó en el siempre golpeado sistema científico, en la ciencia? 

Y finalmente agregaría el eslogan obradorista: Cuarta Transformación. ¿Qué implicó para cambiar el sistema político mexicano? ¿Qué cambios se hicieron al Estado mexicano? ¿Qué se cambió en la estructura administrativa, que no fuera más allá de cambiar ligeramente nombres o un supuesto envío a los estados de las dependencias gubernamentales para “descentralizar” al gobierno? ¿Qué se cambió en cuanto a la relación con otros poderes: el económico y empresarial; el religioso, con sus distintas religiones; el de la sociedad civil? ¿Qué hay de distinto en los poderes Ejecutivo, Legislativo y Judicial, que hayan sido auspiciados y acordados por Andrés Manuel López Obrador? ¿En qué cambió la relación del Estado con la prensa y los periodistas? ¿En qué es diferente el Estado mexicano de 2018 al Estado mexicano de 2024?

Pero, más allá de las respuestas que cada quien tenga a estas y otras muchas interrogantes, quizá valga la pena analizar uno por uno estos rubros. Y a partir de ahí pensar en qué país queremos para después de 2024. Porque es un hecho que López Obrador pasará a la historia… 

Punto y aparte. Dante Delgado sigue siendo un enigma. ¿Por qué se reunió con Ricardo Anaya y Claudio X. González?

Punto final. El domingo 4 de junio no pasará nada que conmueva al país. Habrá relevo en las gubernaturas de Coahuila y Estado de México. Nada más.