#LACÁBALA

Rápidos y fachosos

No, la Guardia Nacional no es ni de lejos mejor que la Policía Federal de Caminos. | Adriana Ochoa

Escrito en OPINIÓN el

En el ceremonial de arranque de la nueva División de Caminos de la Guardia Civil Estatal, anunciada en esquema completo para marzo de este año, el gobernador Ricardo Gallardo Cardona anunció la adquisición de medio centenar de muscle cars, entre Mustangs y Camaros, para dar alcance a la delincuencia carretera.

“Se adquirirán 50 patrullas nuevas, vehículos con características deportivas para que puedan operar en las carreteras del Estado; no tienen nada que ver con el Charger, Tahoe o la Ram que operan en la zona metropolitana y los municipios, serán exclusivamente de caminos, por ahora se analizan si son Camaros, Mustang o ese tipo de carros que tengan velocidades superiores a cualquier carretera para poder alcanzar a los criminales”, expuso.

La anunciada división de bólidos policiales no estuvo presta para la temporada vacacional de Semana Santa, con los vehículos en proceso de vestidura exterior como patrullas, pero el gobernador subió en su cuenta de Twitter las fotos. Que estarán en circulación para la segunda quincena de este mes, sin falta. Con los cochazos nuevos ya presentados para perseguir criminales a lo “Rápido y Furioso”, la miserable realidad delictiva de la entidad asoma la cara a nivel nacional con una confusa desaparición de personas en Matehuala, denunciada desde Guanajuato.

Ver escudos policiacos y torretas destellantes en un maquinón de 330 a 470 caballos de fuerza, según la versión de que se trate, dejará boquiabierta a más de un alma cándida y a los fanáticos de esas hermosas bestias sobre neumáticos. La cosa es que el episodio en la carretera 57 de nuevo revela en esa compra otro programa de gobierno más glandular y con fines de espectáculo que eficacia y sentido de costo/beneficio para los potosinos.

Los Mustang de patrulla los tienen ciudades como Nueva York, que incluso ha empezado a cambiarlos por la fascinante versión eléctrica. Nueva York y grandes ciudades con patrullas BMW, Mercedes y Porsches tienen calles, avenidas y vías rápidas. El caso es el episodio en Matehuala saca a relucir que no son fieras del asfalto lo que necesita la policía estatal para hacer seguro el tránsito por carretera en la entidad, sino vehículos con capacidad para entrar en terracerías, brechas, engravados y carreteritas regionales con acabado de superficie lunar.

Si nuestros elementos de la nueva División Caminos van a perseguir malvados con autos deportivos en vías precarias, y hasta en no-vías, quizá se diviertan como los tipos de aquella vieja serie Los Duke de Hazzard, pero el costo en mantenimiento va a salir en un ojo de la cara, no se diga la reposición. A fin de cuentas ficción, en esa serie de televisión los protagonistas hacían “justicia” en un Dodge Charger 69, “El General Lee”, que salía volando por las terracerías y caminos del condado de Hazzard, aterrizaba de batacazo, sacaba a los otros del camino con la lámina por delante y forzaba el motor hasta el último gruñido. Los primos Duke, mecanicazos intuitivos de granero, lo devolverían a todo su competitivo esplendor con la bandera confederada en el techo. El viejo Lee no moría nunca y estará impecable siempre. Suena fantasioso que la División de Caminos anunciada vaya a estar integrada por pura mixtura local del Checo Pérez o el Pato Oward con ADN de los Mexicánicos y los agentes reparen, afinen y tuneen sus propias patrullas.

Desde hace un par de décadas se sabe que son las brechas las vías de movilidad de los delincuentes, entran, ocultan y escapan por ellas. Por algo el gobierno guanajuatense (otro desatinado en el caso) envió sus helicópteros para rastrear por el aire.

Si la División de Caminos sólo se va a dedicar a chulear por las carreteras en autos potentes, descabezada y sin una estrategia ante una realidad delictiva que tiene décadas en ese tramo de la 57, no será más que otra ficción propagandística.

La presión (el ridículo a nivel nacional es un buen motor) hizo su trabajo y de buscar 23 de inicio hallaron una realidad de más de un centenera de desaparecidos, redes de tráfico de personas y asaltos. La comunicación oficial, que no dio una en las horas críticas, saltó al ruedo al final con un lance de rodillas, a porta gayola… cuando ya se habían llevado al toro. Un hilarante boletín, casposo de tanto autobombo y guilloché zalamero, celebró el hallazgo y el trabajo realizado en el caso, lo que es previsible en un gobierno. Sólo el hallazgo, no lo que éste hace asomar.

De fondo quedan pendientes las dimensiones de ese sótano criminal en los laberintos terregosos de la carretera, denuncia frecuente y no atendida de los transportistas. No, la Guardia Nacional no es ni de lejos mejor que la Policía Federal de Caminos. No tienen formación ni idea estratégica. Hay que subrayarle al gobierno estatal que no haga un reclutamiento igual o peor de básico que ese: tipos con cara basáltica y un arma de asalto en las manos, es todo. Son probadamente incapaces de resolver la vialidad alterna en caso de un accidente carretero, tanto como de caminar y mascar chicle a la vez. No conocen la iniciativa para resolver problemas prácticos, ni viendo bajo sus cascos filas kilométricas en las carreteras durante horas mientras ellos vigilan que no se mueva de su lugar un tráiler volcado. Ya ni les pidan siquiera que entiendan lo que es para el transporte y la industria las horas-pérdida en estos bretes.

El duro trabajo de prevenir el daño a ciudadanos en tránsito por el territorio estatal, que es la obligación del Estado, no tiene diseño claro en San Luis Potosí. Superpatrullas vistosas no son suficientes. Serán rápidos, no se espera que furiosos; espectaculares, también, pero se duda que eficaces. “Fachosos”, acuña el pueblo para los que alardean demás.

Y perseguir a los responsables de los delitos cuando el daño está hecho es una asignatura pendiente todavía mayor. A la Fiscalía se le acumulan las desapariciones, los asesinatos y los feminicidios sin resolver.

El Mustang no hace al policía.