ESCASEZ DE VACUNAS Y CAMPAÑAS DE VACUNACIÓN

Cuadro básico

En el cuidado de la salud, sobre todo de la de las infancias, no debe aplicar la “austeridad republicana” ni la “pobreza franciscana”. | Ivonne Ortega

Escrito en OPINIÓN el

Aun no se puede hablar de un final de la pandemia de covid-19 ni mucho menos, y es oportuno revisar la implementación de otras estrategias de salud que por décadas han funcionado en nuestro país, pero en los últimos años, en parte por la pandemia, aunque también debido a descuidos o falta de estrategias adecuadas, han disminuido su efectividad. Me refiero al cuadro básico de vacunación en menores de edad.

Según el Observatorio Mexicano de Vacunación, hasta diciembre de 2021 únicamente tres de cada 10 niñas y niños de cuatro años o menos, habían completado su esquema básico de vacunación.

Este déficit es preocupante, porque puede dar oportunidad a la reaparición de enfermedades como la difteria o la poliomielitis, controladas y abatidas en México gracias a las eficaces campañas y estrategias de prevención, sobre todo de inoculación de vacunas.

Hay una gran cantidad de menores de edad desprotegidos, lo que se pone de manifesto en las páginas de la prensa cuando leemos de casos mortales de tuberculosis en comunidades lejanas de Chiapas, por ejemplo.

Especialistas infectólogos han sostenido que otro factor de riesgo es el incremento de migración desde países como Haití o algunos de Centroamérica donde está demostrada la presencia de enfermedades como la difteria. El paso de estas personas migrantes por nuestro país va dejando virus o bacterias, que deben ser enfrentados con una población debidamente protegida.

La escasez de vacunas es un problema real al que se enfrentan las familias que llevan a sus hijas e hijos a las clínicas del sector salud para ser protegidos contra enfermedades como el sarampión o la rubéola. Por mis redes sociales me han llegado reportes de personas que no han hallado vacunas después de recorrer varias unidades de medicina familiar.

Desde luego, este es un fenómeno que afecta en mayor o menor medida a varios países en el mundo, derivado de la concentración de esfuerzos para la inmunización contra el covid-19. Pero también la falta de una estrategia emergente hace estragos en la desprotección a la población infantil.

Amigas médicas y amigos médicos me comentaron que otro de los factores es la baja en las defensas naturales de nuestros organismos, particularmente de las personas menores de edad o adultos mayores, después de permanecer encerrados por tanto tiempo durante la pandemia.

Sencillamente al extremar precauciones y aislarnos durante las jornadas de sana distancia, también impactó en la capacidad de respuesta de los anticuerpos de todas las personas, volviéndonos más vulnerables hacia las enfermedades. Una situación que es particularmente sensible hacia menores de edad que se van reincorporando a las actividades escolares presenciales.

Hemos observado que la Secretaría de Salud ya retoma las campañas para aplicar el cuadro básico a niñas y niños, pero este loable esfuerzo debe ser incrementado para que el rezago no nos rebase y la población en riesgo tenga pronta protección. 

La utilización eficiente de los recursos debe ser prioridad, porque según el corte del primer semestre de este año, de los 30 mil 314.3 millones de pesos que fueron aprobados para el Programa de Vacunación de 2022, sólo se ha ejercido 6.3 por ciento, de enero a junio, lo que equivale a mil 914.3 millones de pesos. 

En el cuidado de la salud, sobre todo de la de las infancias mexicanas, no es posible pichicatear recursos. Aquí no debe aplicar la “austeridad republicana” ni la “pobreza franciscana”, porque se trata de prevenir y de proteger las vidas y la integridad del futuro de México.