EMPRESAS EXTRANJERAS

Empresas europeas con dificultades para operar en China

A pesar de las tensiones políticas y trabas regulatorias, las empresas europeas siguen integrando componentes de origen chino en sus cadenas de suministro

Empresas europeas con dificultades para operar en China, pero dependen de sus exportaciones.Aproximadamente el 75% de las empresas europeas consideran que hacer negocios en China es ahora más complicado que antes.Créditos: iStock
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A medida que se endurece el entorno para las empresas extranjeras en China, las compañías europeas enfrentan una paradoja cada vez más evidente: operar en el país asiático se ha vuelto más difícil, pero su dependencia de los productos y componentes fabricados en ese territorio sigue creciendo, así lo explica un reciente análisis de una encuesta de la Cámara de Comercio de la Unión Europea en China elaborado por el prestigioso diario de The New York Times

Los datos de la encuesta muestran que aproximadamente el 75% de las empresas europeas consideran que hacer negocios en China es ahora más complicado que antes. La combinación de una economía interna debilitada y un marco regulatorio poco transparente ha minado la confianza de actores clave en sectores como el automotriz, farmacéutico y tecnológico.

Entre los casos más emblemáticos, se encuentra el de Volkswagen, que en diciembre de 2024 acordó vender su planta ubicada en Xinjiang, una región marcada por fuertes señalamientos internacionales contra el gobierno chino por violaciones a derechos humanos. También se ha documentado que compañías del sector salud han sido excluidas de importantes procesos dentro del sistema público.

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Disminuyen planes de expansión, pero crece la compra de insumos chinos

Uno de los datos más significativos del informe es que solo el 38% de las empresas europeas encuestadas tiene intenciones de expandir sus operaciones en China durante 2025, una cifra que resultaría históricamente baja.

Sin embargo, este panorama no ha impedido que aumenten las compras de componentes fabricados en China, debido a su bajo costo y buena calidad. Como explicó Jens Eskelund, presidente de la Cámara, muchas empresas europeas han sustituido insumos provenientes de Estados Unidos por alternativas chinas, principalmente tras la imposición de aranceles comerciales durante la administración Trump.

“El único lugar donde realmente consiguen componentes de mejor calidad a un precio más bajo que en cualquier otra parte del mundo es aquí en China”, señaló Eskelund al New York Times.

Este fenómeno ha provocado que incluso empresas que han frenado sus inversiones directas en territorio chino dependan cada vez más de sus exportaciones, una contradicción que plantea desafíos estratégicos para el sector privado europeo.

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Aranceles, ensamblaje indirecto y salarios estancados: otros factores en juego

En respuesta a los aranceles impuestos por Estados Unidos y la Unión Europea a productos chinos, algunas compañías han optado por estrategias como establecer centros de ensamblaje temporales en terceros países, como Taiwán. Ahí finalizan la producción con piezas chinas, lo que permite enviar los bienes terminados a Estados Unidos sin que sean catalogados como originarios de China en las aduanas.

Por otro lado, un dato que contrasta con años anteriores es la baja preocupación por el aumento de salarios. De acuerdo con la Cámara de Comercio, los costos laborales han dejado de ser una carga relevante para las empresas, debido a la caída de la burbuja inmobiliaria en 2021 y a la consecuente pérdida de empleos en el sector de la construcción.

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No obstante, este estancamiento salarial también ha contribuido a una débil demanda interna, generando presiones deflacionarias que afectan desde el turismo hasta el comercio minorista.

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Un dilema estructural para Europa

El dilema que enfrentan las empresas europeas en China parece cada vez más estructural. Por un lado, el ambiente operativo se percibe cada vez más restrictivo y volátil. Por el otro, la eficiencia y competitividad de las manufacturas chinas sigue siendo un punto clave para las cadenas globales.

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Mientras Europa intenta equilibrar la defensa de sus industrias locales con la necesidad de mantener costos bajos en su producción, el papel de China como socio comercial —y competidor— permanece en el centro de una relación compleja que no da señales de resolverse en el corto plazo.