En la región fronteriza entre El Paso, Texas, y Ciudad Juárez, Chihuahua, organizaciones comunitarias y habitantes reportan una caída en los cruces migratorios, una reducción en la actividad de los refugios y una percepción de mayor militarización en la zona. Activistas como Juan Ortíz, quien realiza recorridos para dejar agua en el desierto, han observado una disminución notable en el tránsito de personas. “Migrants no longer have any hope”, declaró a para el diario Los Angeles Times.
Ortíz, voluntario en labores humanitarias, camina regularmente por el desierto texano con temperaturas superiores a los 37°C, cargando mochilas con botellas de agua que deja en puntos estratégicos para migrantes que intentan cruzar la frontera.
Comenzó estas labores hace casi dos años. En sus primeros recorridos, en una sola tarde podía encontrarse con decenas de personas intentando llegar a territorio estadounidense por rutas peligrosas y solitarias. Desde entonces, ha notado un cambio significativo: ahora sus recorridos transcurren en silencio, sin señales de migrantes. El desierto se ha vuelto más silencioso, salvo por el sonido de sus pasos en la arena y el sobrevuelo ocasional de helicópteros de la Patrulla Fronteriza.
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Esta reducción en el flujo migratorio se ha acentuado desde los últimos meses del gobierno de Joe Biden y se intensificó con las medidas impuestas por la administración Trump. Refugios para personas migrantes, como los ubicados en Ciudad Juárez, reportan una caída notable en la llegada de solicitantes de asilo, tanto por deportaciones como por decisiones voluntarias de auto-retorno ante el riesgo de detención o separación familiar.
En Ciudad Juárez, migrantes como Richard Osorio, de 35 años, han optado por regresar después de enfrentar procesos de detención en Estados Unidos. Osorio dejó ese país tras la detención de su esposo, y ahora permanece en territorio mexicano junto a otras personas que decidieron esperar o desistir en su intento de cruzar.
Refugios que antes eran centros de tránsito y organización para el cruce ahora lucen vacíos, y en muchos casos han reducido su operación por falta de recursos o demanda.
Contexto: desde su primer mandato, el presidente Donald Trump impulsó una serie de medidas migratorias que incluyeron la prohibición de asilo, expulsiones aceleradas y la militarización de la frontera. Estas acciones derivaron en una disminución sustancial en las solicitudes de refugio, además de un mayor número de deportaciones.
El impacto también se evidenció en la implementación del programa “Quédate en México”, que obligó a solicitantes de asilo a permanecer del lado mexicano mientras sus casos eran evaluados en tribunales migratorios estadounidenses. Estas políticas alteraron profundamente los flujos migratorios y la operación de organizaciones humanitarias en la zona.
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Importancia de los cruces fronterizos México-EU
Los cruces fronterizos entre México y Estados Unidos son esenciales para la dinámica económica binacional. Tan solo en 2023, más de 1.1 millones de camiones cruzaron por el puerto de El Paso, según datos de la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza (CBP, por sus siglas en inglés). Las restricciones migratorias también afectan el comercio, al disminuir el tránsito de personas que contribuyen a la economía local.
Además de su función comercial, estos cruces son vitales para la integración social y familiar de miles de personas que viven a ambos lados de la frontera. Escuelas, hospitales y centros de trabajo en El Paso y Juárez dependen de este tránsito regular para su funcionamiento diario.
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