CONGRESO

Congreso, convertido en un circo de dimes y diretes

Las sesiones del Congreso ahora se tratan de quién grita más, quién insulta peor, quién es más polémico o quién defiende mejor al presidente

Ha tenido varios eventos que lo convierten en un circo
El Congreso.Ha tenido varios eventos que lo convierten en un circoCréditos: Cuartoscuro
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Para las y los legisladores federales subir a la tribuna del Congreso ya no representa el reto de plantear un fuerte discurso para ganar un debate político. Ahora se trata de ver quién grita más, quién insulta peor, quién es más polémico o quién defiende mejor al presidente Andrés Manuel López Obrador y a su gobierno. La tribuna se ha convertido en el campo de batalla mediático para obtener likes y retuits en redes sociales.

Ganar popularidad virtual se ha convertido en la prioridad de las y los legisladores. Más aún en el contexto de la próxima elección presidencial pues consideran que esa imagen política (aunque negativa) les beneficia para darse a conocer y ganar un voto cuando sus aspiraciones son llegar a ser alcaldes, gobernadores o repetir de nueva cuenta como legisladores.

Es frecuente que las sesiones del Congreso se vean plagadas de insultos, groserías, descalificaciones, desplantes y hasta golpes durante las tomas de tribuna. Quienes lo hicieron hace años fueron perredistas marginados de las decisiones políticas cuando gobernó el PRI y PAN; ahora, son el mismo grupo político convertido en Morena y con rostros más jóvenes.

Expertos consultados en el tema advierten que esto llegó para quedarse. Federico Berrueto, director de Gabinete de Comunicación Estratégica, lamentó que este tipo de conductas sean constantes. "Llegaron para quedarse", afirmó, y puntualizó que en gran medida estas acciones se acentúan con el boom de la comunicación digital.

Miguel Verde, politólogo y asesor en campañas políticas en temas digitales, consideró que la clase política incurre en estas actitudes porque la Presidencia de la República ha limitado los espacios públicos a otros actores políticos que no sean el propio presidente Andrés Manuel López Obrador.

Una tras otra

El listado de legisladores que han incurrido en estas escenas, es amplio. En el Senado la ex conductora de televisión, ex morenista y hoy panista, la senadora Lilly Téllez recién llamó al líder sindical de los mineros, Napoleón Gómez Urrutia, a no interrumpir su discurso "y a esperar sus croquetas”, comparándolo con un perro.

Dos meses atrás subió un video en el que se le mira “enfrentar” al secretario de Gobernación, Adán Augusto López, quien la dejó con la mano extendida al hacerle un reclamo durante la entrega del cuarto informe de gobierno, el primero de septiembre.

También causó polémica el morenista Hirepan Maya, quien hace un año subió a tribuna para dar un discurso al tiempo que se preparó un churro en la máxima tribuna del Congreso.

Hace unas semanas su compañera, la joven chihuahuense Andrea Chávez habló en contra de la diputada y ex primera dama panista Margarita Zavala; y más recientemente, para defender por qué se debe ampliar la tarea de militares y Guardia Nacional en actividades de seguridad pública, con un discurso más sentimental que político relativo a su infancia.

O hace un año, cuando la diputada panista Mariana Gómez del Campo acusó de brujería a la legisladora transgénero de Morena, Salma Luevano, quien llevó la imagen de la Santa Muerte al pleno legislativo. También aquellas acusaciones de diputadas morenistas que calificaron de “putas” a legisladoras panistas.

No son las únicas. En 2005, en el contexto del desafuero de López Obrador (entonces Jefe de Gobierno capitalino) el diputado panista Isaías Lemus escupió al entonces diputado perredista Horacio Duarte, quien era presidente de la Sección Instructora.

En 1995 el priista Humberto Roque Villanueva se convirtió en noticia con la “roqueseñal” con la que aplaudió la aprobación del aumento del IVA. O en 2003 cuando el PAN intentó evitar que el PRD tomara la tribuna y hubo un connato de bronca con el entonces diputado Gustavo Madero, entre otros.

En este contexto abona también la polarización políticaEn la 64 y 65 legislatura del Congreso es común encontrar que los diputados de Morena utilicen la tribuna para replicar el discurso presidencial: lo mismo pueden llamar a sus opositores de fifís, ladrones, conservadores, faltos de memoria que traidores a la patria.

Se ha vuelto común que los legisladores de la 4T, al ganar una votación, griten en el pleno las mismas porras que nacieron hace 16 años en apoyo al titular del Ejecutivo: "Es un honor estar con Obrador”. Incluso han sido criticados por llevar un pastel en el recinto y cantar las mañanitas al mandatario por su cumpleaños cada noviembre.

El tema ha alcanzado también a otros legisladores como el panista Santiago Torreblanca quien en septiembre, desde tribuna, acusó a los morenistas de “limpiarse el culo con la Constitución” durante el debate en materia de seguridad por las reformas a la Ley de Guardia Nacional.

Caso contrario el del ex panista Germán Martínez, hoy senador del Grupo Plural, quien ganó espacio mediático cuando, con otro tipo de discurso, cuestionó al secretario de la Defensa, el general Luis Cresencio Sandoval, en materia de seguridad. Un discurso que se tornó relevante en las notas periodísticas del día siguiente y que le valió un número importante (y positivo) de interacciones en redes sociales.

“Son conductas que llegaron para quedarse”

Federico Berrueto, experto también en imagen política, explicó que son muchas las causas que contribuyen al comportamiento impropio durante el debate legislativo.

"Tiene mucho que ver con los tiempos electorales, pero tampoco es nuevo ni exclusivo de México", dijo.

"Los órganos colegiados deliberativos, sobre todo los de carácter legislativo, existe la vehemencia; las pasiones se desbordan y en ocasiones el insulto y la agresión verbal cobra relieve. No necesariamente es algo que se planea, sino más bien algo que va ocurriendo a partir de la intensidad del debate. No dudo que haya alguien que utiliza la tribuna y haga del debate parlamentario una manera para ganar visibilidad y eventualmente, notoriedad; más cuando estamos hablando de la competencia electoral donde ser visible, aunque sea por malas razones, da una oportunidad de al menos ser conocido".

Y remató: "tendremos que irnos acostumbrando porque la ley otorga y garantiza a los legisladores la libertad de expresión, por lo que no pueden ser reconvenidos por sus expresiones en el desempeño de su cargo. Y aunque esto no es una carta en blanco para calumniar e insultar o denigrar, el presidente del Congreso es el responsable de la conducción del debate parlamentario".

El también experto en encuestas de tipo político y electoral señaló que la "competencia" de legisladores por clics y notoriedad mediática sucede en todos los partidos políticos. "No es un tema exclusivo de Morena, recordemos que el trabajo legislativo es una buena plataforma para la promoción de carreras políticas; pero una cosa es el trabajo político y otra el escándalo, la diatriba, el insulto o ganar notoriedad a partir de un comportamiento, al margen de la civilidad parlamentaria".

El experto en temas estadísticos y políticos destacó que, en este contexto, un ejemplo positivo es el del senador Germán Martínez durante la comparecencia de la secretaria de Seguridad Ciudadana, Rosa Isela Rodríguez con los titulares de la Defensa y Marina.

"Esa es una de las grandes intervenciones de estos últimos años en materia legislativa, un ejemplo de cómo se puede ser enérgico y utilizar con rigor el lenguaje, sin denostar la función o investidura que tiene como legislador. Sin embargo, no me preocuparía tampoco de los excesos que existen en el Congreso porque no es nuevo. Es una lástima que eso sea lo que más se dé a conocer y que otros aspectos del trabajo parlamentario, que están bien desarrollados, no trasciendan. Qué malo que lo que mayor trasciende con facilidad sea el escándalo y el insulto".

Finalmente, advirtió que este tipo de hechos se acrecentarán en 2023 y 2024 ante la cercanía de la contienda electoral y el relevo presidencial.

"Ocurrirá porque no dimos curso a la reconciliación. Este gobierno ganó arrolladoramente la elección y el lugar de sumar e incluir al conjunto de los mexicanos, los excluyó. Además, se cuestionó la libertad de expresión y quienes mantenemos una postura independiente también hemos sido hostigados por parte del poder público y eso ha enrarecido el ambiente. Ojalá y aprendamos de esta mala experiencia".

“Un like no es un voto”

Con base en su experiencia en campañas políticas en temas digitales, Miguel Verde resume así esta problemática.

"La clase política y los opositores al gobierno no encuentran cómo darse a notar, entonces en redes sociales están intentando influir en la opinión pública pensando que mientras más likes tienen, son eficaces son como legisladores. Pero esto no funciona así; en realidad quienes estamos en redes sociales no nos gusta consumir política, la mayoría prefiere consumir comedia, espectáculos y novelas principalmente. Es la gran trampa de las redes sociales pensar que un like es un voto y no es así".

Explicó, con base en datos estadísticos al corte de 2021, que los consumidores de redes sociales de 18 a 24 años no consumen contenido político; en realidad, éste ocupa el lugar 14 de 15. En el segmento de 25 a 34 años, aumenta el número de consumidores de política, pero sigue sin ocupar los primeros lugares: es solo el 17.6 %.

"De 45 a 54 años solo el 5.3 % de los consumidores de internet se interesa por temas políticos. Creo que eso también influye en la estrategia de estos políticos para crear contenido que vaya más enfocado en la comedia o el escándalo por encima del trabajo político".

Verde consideró que quienes prefieren darse a conocer por este tipo de conductas en el Congreso, lo más que pueden lograr es ganar cierto nivel de popularidad, aunque no necesariamente eso impacta en términos electorales.

"En la mayoría de los casos el voto del electorado termina siendo por quién te guste; y la clase política está entendiendo que al electorado no le importa su forma de pensar, ideas o propuestas; sino porque les gustó lo que vieron de él en redes sociales; incluso, si dijeron tonterías en espacios públicos. Por eso tenemos periodistas que no saben legislar y legisladores que no saben comunicar: ese es el dilema. Y al intentar agradar a la gente pueden caer en el ridículo".

Descartó que a los actuales legisladores estas actitudes pueden no afectarles porque no está en juego su cargo, pero que sí puede ser un riesgo para quienes buscan un cargo de elección popular.

Consideró que este nivel de debate en el Congreso sí influye si lo que buscan es ganar el aval o visto bueno del presidente Andrés Manuel López Obrador.

"Buscan lanzar cualquier florecita al presidente y en una de esas, tener la suerte de que él la agarre. Es parte también de sus objetivos pensando en su propia carrera política. Sería ingenuo pensar que el verdadero debate político está en las redes sociales", concluyó.