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“Perdí mi familia y mi autoestima”: así se vive la Ludopatía en pandemia

Ludópata recuperado escribió obra de teatro para ayudar a jóvenes con los problema de juegos

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Carlos del Moral recuerda perfectamente cómo el juego cambió su vida: su familia lo dejó, perdió dinero, el empleo y hasta su autoestima. La adicción a las apuestas de todo tipo y la adrenalina que le causó la fantasía de ganar dinero fácil, en casinos y salas de apuestas, lo llevaron a tocar fondo, hasta que entendió que era un ludópata.

“Tuve problema con la adicción al juego. Perdí muchas cosas, como mi familia. Me vi en una situación muy dura y, tras muchas experiencias, me di cuenta que era una adicción muy grave”, relata en entrevista con La Silla Rota

De todas las experiencias que vivió, escribió una obra de teatro “Ludópata”, en un contexto relevante: la adicción a los juegos en línea resultado del confinamiento por la pandemia del coronavirus.

FOTO: Cortesía


RADIOGRAFÍA DE LA LUDOPATÍA

Las adicciones sin sustancia incluyen conductas como el juego, sexo, compras y comida, que dan satisfacción momentánea, pero que pueden conducir a un comportamiento compulsivo, acorde a las características personales y del entorno.

En 2018, María del Rosario Tapia Medina, directora general del Instituto para la Atención y Prevención de las Adicciones en la Ciudad de México (IAPA), resaltó la importancia de analizar las adicciones sin sustancia como el juego patológico, cuya práctica lleva a la misma compulsión como si se consumiera cocaína, heroína, mariguana, alcohol o tabaco, porque no se puede dejar de hacerlo.

En la ludopatía el adicto pierde absolutamente el control de su vida, la relación con la familia, tiene problemas laborales, se endeuda y puede llegar, incluso, a problemas delictivos para conseguir dinero o pagar deudas contraídas. “Rompe la vida personal, familiar, social o laboral”.

PERFIL DEL LUDÓPATA

De acuerdo con especialistas, Debe valorarse la participación cada vez mayor de las mujeres en los juegos y apuestas en casinos, cuya presencia se calcula entre 60 y 65 por ciento, de 45 años en adelante, lo cual puede vincularse a problemas de incomunicación, soledad, tristeza y depresión, buscando en el juego esas satisfacciones que no tienen en casa ni en la familia.

Tapia Medina destacó la urgencia de atender a los menores de edad, porque debido al desarrollo tecnológico usan cada vez más el celular y las tabletas, que aunque no apuestan sí está el reto y audacia de ganarle a la máquina; se distraen más horas encontrándose a un paso de convertirse en adictos y codependientes en cualquier momento.

“Es esencial prevenir y analizar los factores que intervienen entre los menores y las mujeres para atacar esas causas que alientan una adicción”.

PANORAMA EN MÉXICO

El panorama en México apunta que el 2 % de la población es adicta al juego. La tendencia de juego son las máquinas tragamonedas, la lotería inmediata, las cartas y el “raspadito”. La simple expectativa de ganar refuerza la incidencia por repetir, donde los niños y adolescentes son los más expuestos, pero hay mujeres que también juegan para completar su gasto diario.

Nadia Robles Soto, de la Comisión Nacional contra las Adicciones (Conadic), en el foro oro “Retos para enfrentar el juego patológico” de 2018 en la Cámara de Diputados, propuso un enfoque de salud pública para atender el juego patológico, debido a que practicarlo es inicio para alentar el consumo de sustancias nocivas.

Además, elevar la inversión en materia de salud para prevenir y atender a los ludópatas, así como promover un juego responsable, ya que los jugadores no sólo están en los casinos, sino en sitios virtuales y en la calle.

Refirió que la Encuesta Nacional de Consumo de Drogas, Alcohol y Tabaco, ENCODAT 2016-2017, estableció que cerca del 24 por ciento de los mexicanos ha apostado en un momento de su vida; más del 35 por ciento de adolescentes lo ha hecho, siendo los más vulnerables a padecer juego patológico, los que tienen entre 12 y 17 años.

EXPERIENCIA DE VIDA

El autor explica de qué trata su obra, tres adictos al juego que retratan su experiencia de vida. “Un adolescente jugador de frontón que termina mal, una jugadora de casino que solía apostar hasta lo que no tenía y un apostador de gallos. Estamos tratando de reflejar con estas historias la adicción a las apuestas”, dice.

Carlos reconoce que en estas historias retrató sus propias experiencias, con el fin de que, ludópatas y no ludópatas, obtengan un mensaje preventivo sobre los juegos de apuestas. Sobre todo, para adolescentes, pues afirma que esta enfermedad encontró en la pandemia del coronavirus el nicho perfecto para crecer exponencialmente, –desde el confinamiento– mediante el uso de tabletas, computadoras y teléfonos celulares.

“Cerraron los casinos, todos lo sabemos. Pero Internet abrió la puerta para cualquier tipo de juego nacional o internacional. Quien quiera puede entrar a un casino virtual y desde ahí ingresar a cualquier tipo de apuestas, por ejemplo, juegos de fútbol. Entonces, con el encierro los adolescentes y jóvenes encontraron estos nichos como un intento de distracción que puede convertirse en enfermedad si se sale de control”.

Con base en su vivencia, Carlos del Moral destaca que en la adicción a los juegos está de por medio el deseo de ganar una y otra vez, sea dinero o premios modestos; aunque después esto se convierte en una obsesión. “Muchas personas utilizan el juego como una evasión en lugar de enfrentar su realidad, pasan horas apostando en el celular o la computadora”, advirtió.

RECONOCER LA ADICCIÓN AL JUEGO

“Para mí es muy importante que los jóvenes puedan ver esta obra. Que los ludópatas que no reconocen su enfermedad puedan verse reflejados en las historias y entonces inicien un camino para pedir ayuda. Gracias a la mercadotecnia, ellos piensan en función de ‘cuanto dinero tienes, eso es lo que vales’. Los adolescentes suelen jugar a las apuestas porque ven en ellas el dinero fácil, pero en realidad no es tan fácil ganar”.

Después de varios años de enfermedad, Del Moral recuerda cómo intentó recuperar su vida. Consultó psiquiatras que solo le recetaron antidepresivos y le recomendaron dejar de jugar. Esta experiencia, dice, le hizo sentirse defraudado.

FOTO: Cuartoscuro

“Es bueno platicar tus cosas, pero vas a desnudarte y sales sin ningún apoyo”, relata. Sin embargo, hablar con otros adictos al juego generó empatía y más información sobre esta enfermedad que en los primeros años de este siglo no estaba documentada en México.

“Empecé a investigar el tema por su cuenta; estudié psicoanálisis, psicología. Quise ayudar a la gente como yo, con terapia. Y ahora, con esta obra de teatro, pienso que la gente podría asimilar más fácilmente cómo es cuando traspasamos esa línea divisoria entre diversión y adicción al juego; y cómo puede traernos problemas sumamente graves a nivel personal, familiar, laboral y social”.

Aunque la Organización Mundial de la Salud (OMS) reconoció la ludopatía como una enfermedad en 1992, en nuestro país la investigación sobre el tema es menor en comparación con naciones europeas. España es una de las más avanzadas y durante la pandemia también detectó el nicho que abrió la ludopatía.

FOTO: Cuartoscuro

En México, la Dirección General de Juegos y Sorteos de la Secretaría de Gobernación informa, en su sitio web, que la ludopatía “es un problema de juego patológico que se caracteriza por un impulso irreprimible de jugar y o apostar, puede ser atendida en diversas instancias públicas”, como la Comisión Nacional Contra las Adicciones (Conadic), el Instituto Nacional de Psiquiatría y la Facultad de Psicología de la UNAM, este último cuenta con un programa especial para atender la enfermedad.

Carlos del Moral señala que su asociación civil Centro de Atención a Ludopatía, también ofrece apoyos y tratamientos a los pacientes con esta enfermedad. “En algunos casos contamos también con tratamientos pro-bono para las personas de escasos recursos", dijo. 

La ludopatía no sólo se encuentra en juegos de azar y apuestas tales como máquinas tragamonedas, casinos, loterías, ruletas, entre otros; también los videojuegos y las denominadas “maquinitas de apuesta” ubicadas en locales de centros comerciales.

“Este encierro ha llevado a más personas a buscar una salida a su adicción al juego. Ahora es que se comprende como una enfermedad; por eso lo relevante es que la gente reconozca las trampas de los juegos cuando ya no son sanos”.


AZC