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Entre raíces, madera y cartón: Daniel, tiene su casa en un árbol en Naucalpan

A pocos metros de la avenida Primero de Mayo en Naucalpan, Estado de México, personas han encontrado un refugio insólito: casas improvisadas con madera y calvos en árboles a la orilla del Río Hondo

Una casa fue edificada en un árbol a la orilla del Río Hondo en Naucalpan, EdomexCréditos: Carlos Medellín
Escrito en METRÓPOLI el

Daniel, de 45 años y originario de la Sierra de Hidalgo, no es un hombre sin hogar, al menos no en el sentido convencional. Construyó su propia vivienda a tres metros de altura sobre un árbol a la orilla del Río Hondo, atrás de un centro comercial de Naucalpan. Con maderas recicladas y clavos, levantó un refugio donde se siente protegido.

"No me da miedo dormir aquí, si llueve no me mojo y si el río sube tampoco me afecta", cuenta mientras muestra su “hogar”: una cocina improvisada, un baño rudimentario y hasta un pequeño gimnasio. Desde las alturas, observa el estacionamiento del centro comercial y el movimiento de las patrullas. "Una vez ayudé a los oficiales a rescatar a un perro que cayó al agua. Me amarré un lazo a la cintura y lo saqué vivo", recuerda.

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Daniel ha trabajado como fierrero, armando estructuras en edificios de Plaza Toreo. "Siempre he trabajado", explica. "Hace seis años que construí esta casa, poco a poco fui poniendo maderas, y ahora me siento a gusto. No molesto a nadie y nadie me molesta". Para acceder a su vivienda, se debe ascender por el grueso tronco del árbol, ayudándose de maderas clavadas a modo de escalones.

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Zenón: del árbol al puente

La historia de José Zenón, de 64 años, es distinta. Él, originario de Pinotepa Nacional, Oaxaca, compartió un tiempo el espacio de Daniel, pero luego construyó su propia choza con lonas y tarimas. Sin embargo, no corrió con la misma suerte: una pareja de jóvenes lo despojó de su refugio, y ahora duerme bajo el puente de Primero de Mayo.

"Mi papá me robó de niño, me separó de mi mamá y crecí solo en la calle", relata Zenón. "Tuve un hijo a los 23 años, pero ya no lo veo. Yo junto botellas, cartón, vendo lo que puedo y con eso compro mi mezcal y algo de comida". Muestra la cicatriz de una herida que le dejaron tras una golpiza.

Zenón camina a diario del puente vehicular de Primero de Mayo a los campos de El Rastro buscando cartón, latas y botellas. Su principal preocupación es tramitar sus documentos para acceder a un programa de apoyo para adultos mayores. "No tengo acta de nacimiento ni cartilla. Ya casi cumplo los 65 y quiero que el gobierno me dé mi apoyo", dice resignado.

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Una vida al margen, pero no fuera de la ley

La Guardia Municipal patrulla la zona de forma rutinaria. Una oficial informó que la presencia de estas personas no infringe el Bando Municipal ni comete delito alguno. "Nosotros pasamos para dar seguridad", afirmó. El gobierno municipal tiene identificados estos asentamientos irregulares y ofrece apoyo a las personas vulnerables. Sin embargo, al igual que decenas de personas que habitan en el margen del río, se niegan a abandonar la zona a pesar de los riesgos.

Entre raíces y abandono social

Las historias de Daniel y Zenón se repiten en todo el Estado de México. Son un reflejo de miles de personas que migran en busca de una oportunidad, pero terminan en condiciones de vulnerabilidad, sin acceso a vivienda, documentos o redes de apoyo.

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En contexto: según organizaciones civiles, aunque no existe un censo oficial, miles de personas viven en situación de calle en el Estado de México. La Comisión de Derechos Humanos estatal ha señalado la falta de políticas integrales para atender a este sector, que queda a merced de la violencia, las adicciones y la marginación.

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