La noche del 1 de julio, el silencio en la colonia Ciudad Lago, Nezahualcóyotl, fue desgarrado por el rugido voraz de un incendio. Las llamas se alzaban, danzando con furia sobre un predio irregular, mientras los vecinos observaban con horror la destrucción que se desplegaba ante sus ojos. El fuego, alimentado por la presencia insidiosa de diésel y aceite, consumía todo a su paso, arrojando una columna de humo espeso que se elevaba hacia el cielo nocturno.
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Casas reducidas a cenizas, zapatos y prendas calcinadas. Entre el lodo se asoman juguetes, vasos y distintos artículos poco distinguibles por el estado de carbonización: es así como lucía el asentamiento irregular de la zona de vías de Ciudad Lago, en el municipio de Nezahualcóyotl con la llegada de los primeros rayos de luz.
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Las cenizas aún humeaban y el aire estaba impregnado del olor acre de los combustibles. En medio de la devastación, la Fiscalía General de Justicia del Estado de México inició una investigación, buscando respuestas entre los restos carbonizados. Un primer peritaje confirmó lo que muchos temían: la presencia de una mezcla de diésel y aceite en la zona.
El alcalde Adolfo Cerquera se dirigió a la comunidad, sus palabras buscando calmar los ánimos inquietos. “Tras un primer peritaje de la Fiscalía del Edomex, se confirmó la presencia de una mezcla de diésel y aceite en la zona, y como parte de la investigación y seguimiento, hace unos días se realizó un segundo peritaje que nos permitirá conocer más detalles de lo que originó el incidente”, informó, con la mirada fija en el horizonte, donde aún se alzaban vestigios de humo.
Cerquera descartó cualquier actividad de huachicoleo en la zona, un alivio en medio de la tragedia. “Es importante señalar que derivado de los trabajos realizados en las últimas semanas, se confirma que no existe huachicoleo en la zona, y tampoco hay algún riesgo de explosividad. Sin embargo, quiero destacar que existe un monitoreo constante en los diferentes puntos de la colonia, para prevenir algún incidente”, aseguró, mientras el eco de sus palabras se dispersaba entre los residentes preocupados.
La hipótesis que se perfilaba era sombría y simple: una pipa volcada, derramando su carga letal de diésel. Alguna chispa azarosa habría encendido el combustible, desatando el infierno que devoró el predio. El martes, el alcalde había adelantado que según un dictamen de la FGJEM, el siniestro fue provocado por la presencia de diésel, y esta explicación parecía tomar fuerza con cada hallazgo.
El 10 de julio, vecinos de la colonia Ciudad Lago bloquearon el paso del ferrocarril a la altura de las vías, localizadas sobre avenida Ferrocarriles y Oriente 16, en exigencia de la intervención de las autoridades ante la posibilidad de que ocurra un estallido como resultado de un derrame de combustible en la zona. Los habitantes, se unieron en protesta, denunciando que tras las lluvias, un líquido negro y espeso emanaba de las coladeras, una amenaza tangible y oscura que se deslizaba silenciosa por las calles de su hogar.
El día 11 del mismo mes, la respuesta fue tangible. Elementos de Pemex y los bomberos del municipio comenzaron el lavado de coladeras en siete calles de Ciudad Lago, buscando eliminar cualquier residuo de hidrocarburo que pudiera avivar nuevos fuegos. Las labores eran una carrera contra el tiempo, contra el riesgo latente que se ocultaba en las sombras.