RUIDO EN CDMX

Ruido de vecinos, bares y autos, lo que más estresa a chilangos

El ruido es la segunda causa más frecuente de quejas ante la PAOT, mientras que en los juzgados cívicos entre 2016 al 20 de febrero de este año, suman 3 mil 441 denuncias por casos de ruido

Créditos: Cuartoscuro
Escrito en METRÓPOLI el

El ruido en la Ciudad de México ensordece. Pero a su vez los daños que causa son silenciosos, pero no por eso menos perniciosos. El ruido - aquellos sonidos que percibimos fuera de casa, y que superan los límites legalmente establecidos- está en las calles, en las grandes vialidades, en las unidades habitacionales y en los establecimientos mercantiles como bares, discotecas, restaurantes, talleres y fábricas.

A ellos se suman los ruidos causados por los 5 millones de automotores a los que los capitalinos se han acostumbrado en su diario andar, pero que se han convertido en la principal fuente emisora de emisiones contaminantes de ruido.

El exceso de ruido además de provocar la pérdida paulatina del oído, que ya no se recupera nunca, también causa otros problemas físicos. Estos van de la hipertensión a problemas cardíacos, pero también causa problemas como ansiedad, nerviosismo, insomnio, irritabilidad y fatiga, que pueden llevar a un cuadro de depresión.

Pese a ello, son pocos los estudios en México que investiguen sobre las zonas más ruidosas, el impacto que está teniendo entre la población y medidas para mitigar los efectos del ruido.

El ruido cotidiano

Diferentes ruidos acosan, cercan, estresan y molestan a millones de capitalinos. De manera cercana, están los provocados por sus vecinos con su música de reggaetón, salsa, banda o rock. Ruidos a los que se suman los de la licuadora, la lavadora, el taladro, el martillo u otras herramientas usadas en horarios nocturnos o madrugadores. Ni qué decir de los pleitos intradomésticos o los ladridos y maullidos de los perros y gatos, respectivamente.

Pero afuera de los edificios y casas también hay una selva de ruidos, causados por las alarmas escandalosas antirrobo instalado en vehículos automotores. Quienes viven cerca de las grandes vialidades como Periférico, Circuito o Viaducto oyen el paso constante de miles de autos y camiones cuyo motor suena y si van rápido también se escucha su paso que corta el viento. Multiplique usted eso por miles.

A ello se suman las motos que se abren paso con su motor rugiente y estridente como si estuvieran enfermas del estómago. Agregue usted el sonido del impaciente acelerador de las pipas o trailers, o el estruendo con vibraciones incluidas de los aviones que aterrizan o despegan y que es percibido por quienes viven cerca de las rutas de paso y que se escucha kilómetros antes.

También están quienes viven cerca de las vías del tren desde hace años, no solo los habitantes de Nuevo Polanco, que tardaron en descubrir que por ahí pasaba una locomotora. Quienes viven cerca de obras públicas están sometidos al tracatraca de las máquinas que pican repetidamente el suelo o el martilleo constante, como ocurre en avenida Tláhuac con el reforzamiento de la lastimada Línea 12.

Ruido peligroso

Sufren el ruido intenso quienes viven cerca de restaurantes o bares que además de la música que ponen, grabada o en vivo, se suma el bullicio de los parroquianos, que terminan la fiesta pasada la medianoche, lo cual molesta a los vecinos de los alrededores. Son constantes las quejas de vecinos de la Roma, la Condesa, la del Valle, la Cuauhtémoc, que viven entre bares y antros.

El ruido afecta de distintas maneras a quienes lo escuchan por encima de los niveles de decibeles aceptados en México, de 68, entre 6am a 10pm, y 65 de entre 10pm y 6am. Además de los efectos en la salud arriba mencionados, el exceso de ruido también se ha convertido en el segundo motivo de conflictos entre personas en nuestro país, de acuerdo con datos del Inegi. En la capital, ante la Procuraduría Ambiental y de Ordenamiento Territorial (PAOT) ocupa el segundo lugar de denuncias, sólo por debajo del maltrato animal.

Reclamar un vecino a otro para que le baje a su ruido puede ser motivo de violencia. Incluso, ha habido casos de personas que luego de reclamar, les ha costado ser golpeados o asesinados.

Además, presentar una queja y que avance el proceso y se sancione a quien genera ruido excesivo resulta tortuoso. Respecto al ruido que generan los vecinos, se puede recurrir a la Procuraduría Social si es unidad habitacional o al juez cívico en el mismo caso o en casa individual. El proceso es tardado en una ciudad que vive de prisa. Se busca la conciliación y si no se consigue, desde 2018 en lugar del pago de una multa los castigados tienen la opción de ir a cuidar perritos como sanción.

En el caso de las quejas contra establecimientos mercantiles como bares, discos o talleres, se recurre a la PAOT, pero de acuerdo con algunos testimonios de vecinos afectados, cuando van los empleados de la procuraduría, lo hacen cuando hay menos gente o casualmente ese día la música suena más baja. Aunque sí llega a haber cierres, también los locales reabren pasados unos días o semanas.

Al borde de un ataque de nervios

Miriam vive en una casa ubicada en un andador de la Unidad CTM El Risco, en Gustavo A. Madero. Alguna vez vivió tranquila ahí. Pero ahora eso sólo forma parte de su memoria. Desde hace años tiene los nervios de punta. La convivencia con la casa de al lado se volvió un infierno desde que una vez le pidió a su vecina que evitara que su perro en la azotea se aventara contra una estructura metálica puesta para que no saliera volando el animal.

Miriam recuerda que el perro ya era ruidoso, pues ladraba seguido, pero de eso no se quejó. Pese a ello la vecina tomó a mal el reclamo y a partir de entonces cada que tiene oportunidad arrastra cosas cuyo sonido chirriante Miriam escucha desde su recámara.

Además, la vecina comenzó a agarrar la manía de barrer de manera ruidosa entre las 6 y 7 de la mañana, y sube y baja por unas escaleras de metal que suenan y vibran hasta su recámara.

Aunque Miriam evitó después reclamarle, la tregua se rompió cuando la vecina comenzó a hacer modificaciones a la escalera y durante varios días hizo mucho ruido. Miriam llamó a una patrulla pero los policías se limitaron a decir que la vecina estaba en su derecho pues era su casa.

La situación no sólo no ha mejorado, sino que han surgido más vecinos ruidosos, como el de otra casa que usa su segundo piso como carpintería y últimamente ha comenzado a trabajar más temprano y taladra el sueño de Miriam. A ellos los acusó ante la PAOT. La procuraduría debió avisar al vecino, y cuando ella debió ratificar la queja, el vecino debía acudir también, pero al no hacerlo el procedimiento se invalidó y ahí se murió el trámite.

Enfrente de donde vive hay otro conjunto de casas, separado por un corredor que mide 1.20 metros. Ahí hay otro perro que encerrado, saca su frustración arrojándose a la reja. Su dueño sólo le grita “cállate” y el acto se repite. El ruido se escucha en casa de Miriam pues el andador es insuficiente para acallarlo.

Miriam como otros vecinos tiene una aplicación que mide los decibeles. Aunque no está aceptada como un instrumento oficial para medir el ruido, ella ha medido la sierra de la carpintería, que alcanza los 60, y los ladridos caninos llegan hasta 80.

Se quejó con las autoridades de la Gustavo A. Madero, cuando funcionarios visitaron la colonia. Pero tampoco le resolvieron nada y se limitaron a decir que estaban en sus casas. Ahora busca recurrir a un juez cívico, pero su familia está renuente a apoyarla porque no quiere conflictos con los vecinos.

“En pandemia les avisé que iba a denunciar porque mi abuelita estaba enferma, aunque la atendían, no dormía, pero mi papá dijo que no hiciera nada. El ruido llevaba años y no habían hecho nada. Pero les dije que en mi cuarto se escucha más, porque además el hijo a las 9 de la noche hacía ejercicio en la azotea y el nieto se ponía a jugar”.

Ante dicha situación, ha optado por ponerse orejeras industriales en cuanto comienzan los ruidos. El inconveniente es que resultan incómodas para dormir, dice.

“Me ha hecho daño. Me despierto de malas. En la pandemia hubo un periodo que me daba miedo despertar y que la señora pegara”.

Aunque la CTM Risco es conocida como unidad habitacional, cuando acudió a la Procuraduría Social para presentar una queja le dijeron que no es unidad habitacional porque no tiene reglamento.

Otro caso es el de Ale, quien vive en Xola e Isabel la Católica, en la Álamos, quien entre 11pm y 3am se despierta sobresaltada con el paso de ruidosas motos, trailers, los claxonazos de los autos o el escandaloso descenso de un avión. Hay un remedio para mitigar el ruido: poner ventanas dobles. Pero resulta caro y por eso no las ha puesto.

“La experiencia de vivir aquí es que yo siempre he sentido que estoy a la intemperie, a veces he entrado a mi cuarto y he creído que dejé abierta la puerta del balcón o la ventana porque por el ruido parece que sigo en la calle. Cuando corroboro que están cerrados es un impacto el hecho de que haya tanto ruido hace que hable más fuerte, el descanso es menor porque estoy en estado de alerta”, describe.

Sin protección

Para el doctor Jesús Pérez Ruiz, quien trabaja en el laboratorio de Acústica y Vibraciones del Instituto de Ciencias Aplicadas y Tecnología de la UNAM, la contaminación auditiva causada por los vecinos en casas es la tercera fuente de emisiones. Sin embargo, en la Ciudad de México sus habitantes están muy expuestos, ya que por norma no se contempla la protección en la construcción para el aislamiento del ruido.

“Es muy fácil oír al de arriba. Hay dos fuentes de propagación del sonido, es la vía aérea, o sea por el aire, pero también por impacto, es decir, los golpecitos, los pasos de arriba, en fin, esa es otra fuente de ruido y eso es una necesidad que cada vez se debe de atender”, explicó el investigador.

La segunda fuente de ruido es la de los establecimientos, en una ciudad donde conviven bares y antros con casas o edificios con departamentos, debido al desorden en materia de uso de suelo.

“El crecimiento ha sido sobre toda la Ciudad de México muy caótico y entonces tenemos combinaciones de zonas en donde no puedes decir que nada más sea habitacional, sino que conviven o están juntas unidades habitaciones en zonas industriales o comerciales, no hay una división clara”, menciona Pérez Ruiz en entrevista con La Silla Rota.

No pueden pedir que se rían bajito

Una de las personas que ha sufrido el ruido de un establecimiento cercano es Juan, quien vive en la calle Magdalena, entre Torres Adalid y San Bernardino, en la colonia Del Valle. Casi todos los días después del mediodía está expuesto a la música a volumen alto que producen los establecimientos mercantiles al lado y cercanos al edificio donde vive.

El ruido es causado en las mañanas por la música que se reproduce en uno de los negocios, que además los viernes contrata a un saxofonista durante una hora. A ello se agregan los de otro local con los clientes y su música. Entre las 10pm a 1am es cuando el ruido alcanza su clímax, mientras él en su departamento intenta ver la tele, platicar con alguien a distancia y luego dormir, explica.

“Esto lleva 10 años, bajó durante la pandemia de la covid19 pero al regresar la actividad aumentó y ahora se escucha más”, se queja en entrevista con La Silla Rota.

Menciona que en las mañanas muchos habitantes desde sus departamentos hacen home office y les es difícil concentrarse, si de por sí pasan los habituales y cotidianos chachareros de “se coooompran, colchoooooones, tambooooores, refrigeradooooores” y después del mediodía de plano hay que cerrar la ventana y aislarse del ruido de los establecimientos mercantiles.

“Pero aún así el ruido se cuela y en la noche estás platicando con la familia, viendo una película y sube el volumen, entonces debes usar unos audífonos para escuchar bien”, continúa su descripción de las molestias causadas por el vecino bullicio.

“En ocasiones no duermo y por las risas que son altas solo pienso ‘ojalá acaben pronto’. Tengo grabaciones donde a las 2 de la mañana se escuchan las carcajadas y la música alta”, describe sin ocultar su molestia solo de recordarlo.

“He hablado con los del establecimiento mercantil, ya los hemos reportado con la Procuraduría del Ambiente y Ordenamiento Territorial de manera sistemática, desde 2019. Los funcionarios de la procuraduría vienen, miden los decibeles -65 es el máximo permitido- ya sea generados por la música o clientes pero no hay sanciones”, continúa.

Una de las explicaciones que ha recibido de los funcionarios de la PAOT es que “el escándalo de los clientes no puede ser penalizado, no les podemos decir que se rían bajito, me dijeron”. Después de cada queja ante la PAOT, los funcionarios llegan, miden el nivel de los decibeles y concluyen que no alcanza el mínimo para ejercer una acción en contra, algo que a Juan se le hace sospechoso.

“Creo que hay alguna colusión. Cuando vienen no hay gente o bajan el volumen de la música. A veces lo han hecho a las 9 o 10pm pero no ha habido ruido. Yo incluso he mostrado grabaciones con 80 decibeles”, afirma.

No falta quien a lo largo de estos años le haya preguntado por qué no se cambia de domicilio. “Al final yo vivo aquí, ¿por qué me tendría que cambiar?”, es su contundente respuesta.

El ruido, segunda causa de quejas 

De acuerdo con la página de la PAOT, este año las denuncias por ruido suman 648, por lo que ocupan el tercer lugar en frecuencia, equivalente al 17.81 por ciento, sólo detrás de maltrato animal, con 45.85 por ciento.

La PAOT analiza denuncias por emisiones de ruido causadas por fuentes fijas, establecimientos mercantiles, industriales y de servicio y los espectáculos públicos que emitan contaminantes al ambiente, ubicados o realizados en la Ciudad de México.

En su página se pueden leer algunas de esas denuncias de este año en investigación, algunas similares a la de Juan, como la incluida en el expediente PAOT-2023-11-SPA-10.

“El ruido proveniente de la música en vivo empleada dentro del establecimiento denominado Nightmares, sitio en calle Mier y Pesado número 303, entre las calles Pedro Romero y Luz Saviñón, colonia del Valle, Benito Juárez”.

También hay casos de antros famosos, como el Cabaretito, punto y aparte, en Amberes número 61, colonia Juárez, Cuauhtémoc. Ahí se solicitó hacer una investigación de oficio por parte de la procuraduría, a fin de constatar el cumplimiento de las disposiciones jurídicas en materia ambiental por la generación de emisiones sonoras, desde el 23 de enero, con el expediente PAOT-2023-AO-19-SPA-5. Se trata del mismo lugar que el 5 de abril pasado fue clausurado por la administración Cuauhtémoc, por presuntos actos de violencia.

Pero también hay denuncias contra establecimientos considerados ruidosos por su actividad industrial. Uno de ellos está en la alcaldía Venustiano Carranza, donde una persona se quejó por el ruido y vibraciones por máquinas provenientes de un taller, aunado a que no cuentan con los permisos correspondientes. Está ubicado en Oriente 166 número 153, colonia Moctezuma segunda Sección, con el expediente PAOT-2023-626-SPA-440.

De acuerdo con una respuesta a una solicitud de información hecha por La Silla Rota a la PAOT, entre el 2018 y el 23 de diciembre de 2022 hubo 4 mil 631 denuncias por ruido. La alcaldía que tuvo más fue la Cuauhtémoc.

En un boletín publicado el pasado 25 de abril de este año, la procuradora ambiental, Mariana Boy informó que de 2019 a la fecha la PAOT ha impuesto acciones precautorias en 58 establecimientos durante ese lapso.

De esos casos, muchos -no dijo la cifra- realizaron adecuaciones a sus instalaciones con el fin de insonorizarlas y continuar funcionando. Otros siguen suspendidos por no apegarse a lo establecido por la Norma Ambiental NADF-005-AMBT-2013.

La Silla Rota solicitó una entrevista con la procuradora, pero no accedió.

Los automotores, principal fuente de ruido

Los automóviles y camiones se han convertido en la principal fuente de emisiones contaminantes de ruido en la Ciudad de México. Es la que ha aumentado más y la que incluso contrarrestó el efecto de reducir el ruido en los propios automotores, señala el doctor Jesús Pérez Ruiz, del ICAT. Con ello se refiere a que los automóviles son menos ruidosos que hace medio siglo, pero son tan numerosos que el ruido que generan es tremendo.

“Si usted se da cuenta, un carro actual emite menos ruido, eso es contundente, pero circulan mucho más carros y aunque el nivel es menor, el aumento es consecuencia de tantos, entonces el principal factor ahorita en todas las urbes, incluyendo México, es el ruido que genera el transporte en general, no solamente los autos, los camiones, todos, las motos también”.

Otro factor de ruido es que por el crecimiento de la ciudad conviven zonas habitacionales con zonas industriales o zonas comerciales y no hay una división clara, observa.

El impacto del ruido en la salud

Jimena de Gortari es una activista contra el ruido en la Ciudad de México. Comenzó luego de que hizo su doctorado en Barcelona, España y le tocó ver allá la aprobación de una norma de la Unión Europea contra el ruido. Al regresar, notó que en México hay una indefensión de los habitantes de la capital frente a los ruidos, que actualmente es la segunda fuente de contaminación que más afecta a las personas. Los efectos del ruido paradójicamente son silenciosos, compara.

Causan estrés, depresión e incluso enfermedades cardiovasculares. Pero cuando los afectados acuden al médico, difícilmente dicen que van por eso. Sólo lo ven cuando su capacidad auditiva la van perdiendo, que es el primer efecto del ruido por encima de los niveles recomendados por la norma mexicana.

“La gente no asocia el impacto del ruido en la salud. Como que no vas con el cardiólogo o no vas con el audiólogo y le dices, ‘oye, tengo un problema porque vivo en una zona muy ruidosa o siento que finalmente mi ritmo cardíaco se acelera en la noche o tengo un cuadro de depresión porque no puedo dormir por el ruido. Al final como que tienes que ir ahí por eso. Lo que sí es cierto es que sería muy costoso con la Seguridad Social que tenemos.

“Sería muy costoso atender todos estos casos y no están haciéndolo. Un aparato auditivo cuesta muy caro, no es una cosa sencilla y ya la gente que tiene pérdida auditiva cuando te tienen que intervenir y requiere un implante coclear estos son muy caros y no cualquier persona lo puede llevar es porque aparte la capacidad auditiva, si se pierde se pierde, o sea, es irreversible. O sea, es la única manera digamos de volver a escuchar”, dice la activista.

“Entonces en ese sentido hay que cuidarnos. Es fundamental, no nos enseñan a eso porque parecería que no nos pasa nada. Siempre cuidamos mucho más la vista, otras partes del cuerpo, no asociamos justamente el tema del sonido con nuestra salud y tenemos que empezar a hacerlo”.

También comenta que quienes llegan a quejarse ante la autoridad por el ruido de un antro, de los vecinos o algún taller se topan con pared. Ni qué decir de aquellos que se quejan contra las fuentes móviles, como son los autos y los aviones. Sabe de lo que habla. Ella forma parte del colectivo “Mas seguridad aérea, menos ruido”, que en 2020 publicó el Estudio de la inmisión acústica del ruido en tierra, producida por el sobrevuelo de aeronaves” en el espacio aéreo del Valle de México.

Dicho estudio concluyó que “estamos frente a una grave amenaza de salud pública por el rediseño de las rutas de llegada y salida al Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México porque las mediciones realizadas en las distintas horas del día exceden para todos los puntos el valor recomendado” de decibeles de ruido decretados por la Organización Mundial de la Salud.

“En el horario nocturno el máximo recomendado de 40 dB (decibeles) se excede entre 15 dB hasta 25 dB y produce afectaciones en el proceso de sueño. En el horario diurno el valor de 45 dB recomendado por la OMS a partir del cual se genera molestia, los valores medidos oscilan entre 54 a 63 dB, excediendo desde 9 dB hasta 18 dB los valores recomendados, con el posible deterioro en el proceso cognitivo de los niños, por lo que las escuelas y los hogares que no cuenten con suficientes elementos de mitigación de ruido, tendrán afectaciones en estos procesos”, alertó el colectivo.

Pero los ruidos de los aviones siguen llegando a muchos sitios en la ciudad.

“Lamentablemente, la legislación existe y probablemente sea una legislación que esté bien. En términos de los decibeles es muy ambiguo, o por ejemplo en términos de las fuentes móviles”, critica.

Autoridades se echan la bolita

En general en el tema del ruido todo el mundo se echa la bolita, literalmente, afirma. “Vas con la PAOT, logras que vengan y miren, pero en realidad le da una recomendación a la alcaldía y bueno ahí se archiva el caso”, afirma.

“Presentas una queja en un espacio público, por ejemplo, se aplica la Ley de cultura cívica y tienes que ir al juzgado cívico y ser muy paciente, tener mucho tiempo porque aparte parecería que uno tuviera todo, pues hay que ir a trabajar, hacer otras cosas. Entonces los horarios nunca coinciden. Eso se vuelve muy complejo, las leyes la verdad es que te incentivan a no hacer las denuncias”.

De Gortari da la entrevista a La Silla Rota en la esquina de Camino a Santa Teresa e Insurgentes, a unos pasos de San Fernando y de la Unidad Habitacional Panamericana. Esa zona es de un trajín vehicular donde los choferes de los camiones que pasan por ahí no se tientan el corazón para tocar el claxon a quienes circulan más lento o apenas el tráfico deja de ser fluido.

A su vez la frecuencia de autos, sus motores y su paso rápido causan ruido y vibración, tanto que cuando ella habla debe alzar la voz. Mientras responde pasa un avión cuyos motores se escuchan. La activista menciona que también por la zona, donde esta Plaza Inbursa, a un lado del Parque Cuicuilco, llegan a pasar helicópteros. Hasta el Metrobús, habitualmente amable, ahí parece hostil y su motor se escucha más al ir de bajada.

“La expansión urbana actual ocasiona cada día un mayor número de entornos acústicos saturados, lugares en donde antes no había esta problemática como plazas, parques, lugares públicos y en general, las calles, además de lo que está sucediendo en zonas sensibles como son las de escuelas, hospitales y viviendas”.

Las secuelas psicológicas por el ruido

Cesáreo Estrada Rodríguez, de la Facultad de Psicología de la UNAM, dice en entrevista con La Silla Rota, que además de los efectos fisiológicos que deja el ruido excesivo, como la alteración del sueño, estrés e hipertensión, están los psicológicos, pues se ha asociado a enfermedades de carácter mental, como la ansiedad. También se reduce la productividad y de ahí puede derivar a la depresión.

“Ya es un problema de salud pública y si no se atiende se fomenta esta sintomatología. Es un problema a nivel mundial que se presenta en las grandes ciudades”.

Añade que no se han regulado las fuentes móviles como aviones, motos y por tanto no se puede ejercer una denuncia contra los emisores de estos ruidos. Respecto a si hay un mapa del ruido en la ciudad, dice que sí hay uno pero no se le dio seguimiento. Lo que se sabe es que en vialidades primarias hay mayor exposición al ruido, y que el Centro Histórico está muy impactado por el ruido.

Violencia, asociada al ruido

Esperanza Nava es una vecina también de la colonia del Valle que se convirtió en una activista contra el ruido, luego de un par de experiencias. La primera fue en 2018 cuando en el edificio en el que vivía notó que de miércoles a domingo había mucho ruido. Resulta que un vecino organizaba  fiestas durante esos días. “A eso se dedicaba, vendía boletos de after”, recuerda.

Pero una noche detectó que no era el único ruido que se escuchaba. Había otro que salía de un departamento, frente al suyo. Se trataba de un hombre que maltrataba y le gritaba a una mujer. Al ser descubierto, también la amenazó con gritos a ella. Fue videograbado por Esperanza cuando la intimidaba. El material fue difundido en las redes sociales y los internautas lo bautizaron como #LordGolpeador.

“Mucha gente cuando ocurrió lo de Lord Golpeador no sabía si el ruido era de una fiesta, puse atención y era una llamada de auxilio. El ruido me hizo salir de mi departamento”, rememora.

Lo sorprendente para ella fue que hubo quienes en el edificio apoyaron a Lord Golpeador, entre ellos quienes organizaban las ruidosas fiestas clandestinas, añade.

“Empezamos a pasar la voz, mucha gente no sabe que pueden ir al juzgado cívico a presentar denuncias para que haga una revisión el Invea y que la PAOT revise los decibeles, en el caso de establecimientos mercantiles. La gente cree que el ruido se debe tolerar pero hay instancias para quejarse”, continúa.

En el caso del departamento que organizaba las ruidosas fiestas en el edificio, previamente ella había acudido a la ProSoc para quejarse pero nunca la atendieron. Entonces recurrió al juzgado cívico. Aunque encontró cierta renuencia, revisó la ley de Cultura Cívica y sí está contemplada la posibilidad de presentar una denuncia.

Dice que para tramitarla ante el juzgado cívico, piden el nombre de quien está emitiendo el ruido. “Entonces si es un vecino que no conoces o alguien hospedado por AirBNB no te toman la denuncia”, aclara.

Un argumento que usan quienes hacen ruido es que lo hacen en su departamento y que es propiedad privada, pero cuando el ruido traspasa el espacio público ya se puede presentar denuncia, explica Esperanza.

“Fue el caso de Lord Golpeador que en el juicio quiso hacerme quedar mal y además ponía música que me molestaba, pero el juez lo vio como violencia y ahora él se fue del edificio y renta el departamento”.

A partir de ahí se volvió activista, ha reunido información y ha encontrado casos donde algunas personas, al recibir reclamos por producir ruido excesivo, se ponen violentos.

Cita como ejemplo el caso de un vigilante agredido por un joven, en noviembre de 2019. Ocurrió luego de que el primero le pidió por el teléfono del condominio que le bajara un poco al volumen de su música, a solicitud de otros habitantes del condominio, ubicado en Mazatlán 185, en la Condesa. En menos de un minuto se apareció el joven que iracundo sorprendió y golpeó al vigilante.

Otro caso fue un mes antes. Un policía federal cayó abatido en Iztapalapa, luego de que le reclamó a unos vecinos por el alto volumen de una fiesta.

Ruido, motivo de conflicto

El ruido es el principal motivo de conflicto entre personas, de acuerdo con la última Encuesta Nacional de Seguridad Urbana, realizada por el Inegi. El ejercicio demoscópico concluye que durante el primer trimestre de este año mujeres y hombres de 18 años en adelante reconocieron haber tenido conflictos o enfrentamientos de manera directa por ruido, en porcentajes de 11.8 y 12 por ciento, respectivamente.

La Procuraduría Social recibe denuncias por ruido excesivo por música y fiesta; por arrastre de muebles y herramientas; por ladridos del lomito o inquietudes del gato; pero también por peleas familiares, escándalos, uso de electrodomésticos como la lavadora, la licuadora, la aspiradora, o incluso el taconeo por la madrugada, o el sonido de aparatos para ejercitarse y guardar la línea.

¿Qué dice la Ley de Cultura Cívica?

La Ley de Cultura Cívica de la Ciudad de México en su artículo 27, fracción III, establece que el ruido es una de las infracciones contra la tranquilidad de las personas.

“Producir o causar ruidos por cualquier medio que notoriamente atenten contra la tranquilidad o represente un posible riesgo a la salud”.

En el artículo 31, se establece que para las infracciones de la Fracción III, se considera que es clase B. “Infracciones tipo B, se sancionarán con multa equivalente de 11 a 40 Unidades de Medida, o arresto de 13 a 24 horas o trabajo en favor de la comunidad de 6 a 12 horas”.

Eso equivale a una sanción de mil 141.14 pesos a 4 mil 149.6 o arresto de 13 a 24 horas o trabajo en favor de la comunidad, de 6 a 12 horas, explica a La Silla Rota Alejandro Ojeda, coordinador de los Juzgados Cívicos de la CDMX.

De acuerdo con una solicitud de información, en los juzgados cívicos entre 2016 al 20 de febrero de este año, suman 3 mil 441 denuncias por casos de ruido.

Aumentaron las quejas en pandemia

“Hemos notado que aumentó el ruido, por ejemplo, en la pandemia, la gente se quejaba en un zoom del ruido ambiental del tamalero hasta el del vecino, aumentaron las quejas. Fue un fenómeno muy fuerte que nos tocó vivir a toda la Ciudad de México y por eso ahí sí tuvimos mucha actividad en esta parte de quejas, pero se buscaba siempre la conciliación”, continúa el funcionario.

Explica que cualquier ciudadano que se siente afectado porque su vecino tiene un ruido excesivo puede acudir a los 70 juzgados cívicos distribuidos en la Ciudad de México que trabajan las 24 horas del día los 360 días del año.

“El trámite es sencillo, uno acude al juzgado cívico con el nombre de su vecino y el domicilio correcto, el juez se encarga de librar un citatorio que es entregado por personal de la Secretaría de Seguridad Pública, en el cual se establece el lugar, el día y la hora para llevar a cabo esta audiencia de conciliación. Básicamente hemos conciliado el 90 por ciento de los casos de las 632 presentadas entre 2022 a febrero de este año”, presume.

De 632 casos de denuncia, 548 fueron conciliados, 75 sobreseídos, uno resultó libre no responsable y 8 fueron arrestados. 

“El 90 por ciento han sido conciliados, en nueve de cada 10 no hay ninguna sanción. El juez analiza el tema, la individualiza. Si la persona es muy rijosa, pues lógico que no va a querer la conciliación, no va a querer este trabajo comunitario. Bueno, pues el juez ya sabes que todo es muy riguroso, es la tercera vez que vienes, te vas al Torito”, continúa.

O también está la opción de hacer un trabajo comunitario y cuidar perros un viernes en la Brigada Animal. Una opción adecuada, considera Esperanza Nava.

“En los juzgados cívicos la opción de trabajo, que podría aplicarse por ley, es una sanción, significa que se estudió la queja y el responsable del ruido tiene como consecuencia una sanción. La conciliación es sólo una plática y una hoja de acuerdos que hace el juzgador sin entrar al fondo de la queja, no se encuentra responsable a nadie, sólo es como para salir del apuro y lavarse las manos”, concluye.

La Silla Rota solicitó entrevista con la ProSoc, pero como en el caso de la PAOT, no hubo respuesta. 

MRV