CONTRA EL MALTRATO ANIMAL

Perros víctimas de maltrato, nueva vida a peludos “hijos de Eva”

Cuando era niña, Eva soñaba con tener muchos lomitos como en "101 dálmatas"; ahora lleva 32 años rescatando perros y gatos del abandono y el maltrato

Créditos: Jonatan Amador
Escrito en METRÓPOLI el

Eva Sánchez causa un revuelo entre sus 10 perros, que cariñosamente acercan sus hocicos y mueven la cola mientras ella los acaricia, luego de recibir a un visitante. Sus animales son víctimas del maltrato de sus anteriores dueños, o heridos a causa de accidentes como atropellamientos y lastimados por el olvido en que luego los dejan. Seres vivos sintientes a los cuales ella ha cuidado y de los que se siente orgullosa. Los llama Los desterrados hijos de Eva.

“Sólo rescatamos perros lastimados”, dice la rescatista de estos animales, en entrevista con La Silla Rota.

“Los perros me han gustado desde niña y sí me dan paz interior. Si veo un perro sufriendo procuro no dejarlo sufrir. Una vez en la carretera vi uno atropellado y no pude detenerme a rescatarlo y no tuve paz”, expresa, con un gesto serio.

Eva, artista plástica cuya pasión por los perros hace que pinte a “sus compañeros” en tazas o en retablos que luego vende y cuyos recursos usa para su manutención, lleva 32 años recogiendo no sólo a ejemplares caninos, sino también, si se le atraviesan, gatos, como Espirulina, una minina apacible que se pasa la mayor parte del día en una canasta acojinada, donde reposa luego de haber sufrido un derrame cerebral.

También tiene una guacamaya y un perico y una vez hasta recogió a una rata blanca. Pero lo que más ha recogido son perros, alrededor de 400 en estos 32 años, así como unos 100 gatos, en total unos 500 animales, recuerda en su casa, en la colonia Roma.

El abandono de perros y el maltrato animal son dos problemas graves en México. De acuerdo con datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía, en el país hay 27 millones de animales de compañía; sin embargo, sólo el 30% de ellos tiene un hogar, lo que significa que siete de cada 10 perros y gatos viven en la calle expuestos a todo tipo de agresiones. 

SUS COMPAÑEROS

En su casa refugio, que alterna con otra propiedad en Ecatepec, hay diferentes perros, de distintos tamaños, algunos con medio pedigrí y otros sin él, y que por eso, como reflejo de una sociedad que se fija en las apariencias, son abandonados.

Entre el perrerío que la venera destacan dos ejemplares: Anima, llamado así porque fue adoptado por ella un 31 de octubre, cuando las ánimas llegan al plano terrenal como parte del Día de Muertos. Es un imponente perro negro, de 50 kilogramos, que acude desconfiado a olisquear a los visitantes, pero que apenas entra en confianza se deja acariciar y abrazar, aunque a ratos toma distancia, como si recordara su pasado.

Eva comparte la historia de Ánima. Hace cosa de un año le avisaron por teléfono que se metió a casa de unas personas, en Ecatepec. Estaba junto a un lavadero y lo querían sacar, pero él no permitía que nadie se le acercara y a ladridos los disuadía. La rescatista fue en apoyo y eso le salvó la vida al perro, a quien algunas personas tenían planeado darle comida mezclada con vidrio molido para matarlo.

Les pidió esperar y cuando se acercó al lavadero, lo vio asustado e incluso a ella también la quiso atacar. Pero Eva, con su experiencia, comenzó a hablarle de manera tranquila. Le ofreció darlo en adopción, se calmó e incluso le dio un sobre de comida, que en muestra de confianza el perro aceptó.

Lo enlazó con una correa de esas que luego de enlazar se pueden ajustar con un jalón, como la del encantador de perros César Millán, y se lo llevó. Eva aprovecha para decir que contra perros y gatos negros hay un temor o atracción por supersticiones y a veces son sacrificados solo por su color.

Después supo que el animal estaba encerrado en un espacio pequeño, por eso tenía las patas chuecas y además se le veían las costillas por su flacura, pesaba 15 kilogramos, pero con ella se mejoró y ahora pesa unos 50 kilos.

UN DOLOROSO PASADO

Hay otro llamado El George, una cruza de bulldog y otra raza, lo que le da el aspecto como de atigradito. Él solo dirige con sus grandes y saltones ojos miradas hostiles a los visitantes, pero pasado un rato también se deja acariciar y hasta suelta algunas lamidas con su extensa lengua, pero eso sí, sin dejar de mirar fijamente, como quien vive en alerta máxima.

A ellos se suman un par de perritas Schnauzer que con sus ladridos escandalosos y repetitivos agitan al resto de los perros. Actualmente vigorosas, están lejos de la condición en que las recogió Eva. Recuerda que alguien que vivía por Observatorio, la tía de las dueñas, le hizo una llamada por teléfono. La razón es que quería ver si pasaba para arreglarle a una de ellas una pata rota y sin atención.

Incluso la señora se ofreció a pagarle poco a poco la atención médica. Cuando Eva acudió, lo que vio fue abandono. Las perras estaban en una azotea, entre sus propias excrecencias, y como era época de lluvias, tenían el pelo hecho nudos y la piel roja. Para comer recibían sobras.

Pensó que era mejor quedárselas ella, pero la tía de las dos dueñas lo vio. Eva decidió hablar con las dueñas, dos jóvenes, una de 20 y otra de 24 años, una de ellas con un bebé. Les pidió las perritas. Una de ellas accedió automáticamente.

“Es un peso menos, no limpio ya sus popós, me dijo y aceptó”, continúa Eva.

La otra no estaba. Eva habló después con ella. La joven le dijo que su hijo estaba encariñado con las perras y las extrañaba cuando no las veía, pero Eva le replicó que por lo que vio, no subían mucho a verlas y que el maltrato animal también se sancionaba si algún vecino la denunciaba. La dueña entonces cedió.

EL INICIO DE LOS RESCATES 

Eva rememora los días que comenzó a rescatar perros y gatos, en 1990. Fue luego de irse a vivir a Ecatepec, Estado de México, junto con su esposo. Al poco tiempo de llegar, notaron que había muchos perros atropellados y tomaron la decisión de recogerlos. Al mes ya tenían tres.

“Unos vecinos tenían un Samoyedo amarrado con cuerda la cual estaba encarnada en el cuello del animal, les pregunté si me lo podía quedar, no se veía lo flaco que estaba porque es peludo, se llamaba Dusty y había otro, Tofico, un chaparrito, él estaba suelto, fueron los primeros, empecé a ver a la tercera, una cachorra que estaba llena de sarna y para alejarla la pateaban, era chiquitita. Al verla, la agarré”, narra aquellos primeros días de rescatista.

A la perrita le decían La novia inmaculada, ya que nadie se acercaba a tocarla. Pero ella la sanó y tuvo seis cachorros.

RESCATANDO AL PERRO SPARRING

Recuerda que cerca de donde vivía, en Ecatepec, a dos callejones, había unas personas que tenían perros de pelea, se trataba de unos pitbulls y bull terriers que luego en la calle atacaban a otros sin dueño, como si fueran sus sparrings para sus próximos combates. Al ver esto, ella buscó salvar a algunos.

“Si veían a un perro callejero dejaban que lo mordiera. A veces yo rescataba al perro ya mordido, pero sabía que lo habían agarrado de sparring, quedaban mal o los mataban, pero si me tocaba verlo me metía y les decía ‘separa a tu perro, él es mío’, aunque no fuera cierto”, añade.

Entre los perros que ha rescatado en estos años, algunos de ellos atropellados en la México-Pachuca quedaron con sus vertebras rotas, por lo cual ha tenido que dormirlos, con ayuda de médicos veterinarios. “Rescaté muchos muy mal y los dormían”, expresa con un sesgo de tristeza.

SOÑABA CON TENER MUCHOS PERROS

Eva desde chica soñaba con tener 50 perros, siempre le han gustado. Incluso, su película favorita es 101 dálmatas, aunque admite sin dudarlo que la realidad no es como el clásico de Disneylandia. Una de las claves con los perros es que con ellos lo que se trata de limpiar, limpiar y limpiar, reitera.

“Hay que recoger muchas popós”, dice, de buen humor.

También reconoce que sobre la marcha en sus labores de rescatista fue como aprendió a cuidarlos mejor.

“Al principio tuve problemas de pleitos, no sabía yo de perros, estaba chica, de 22 años, me encantaban y de niña decía ‘de grande voy a tener 10 perros, como la canción’".

INICIAN LAS ADOPCIONES

Luego del sismo del 2017 y con las redes sociales, llegó la etapa de ofrecer a los desterrados en adopción. Surgió porque se vio en una apuración económica, que ocasionó el cierre de una cafetería a la cual le vendían panes que su esposo elaboraba. Después, con la pandemia, se fueron dos personas que rentaban recámaras en su casa de la Roma.

Entonces recurrió a las redes para pedir ayuda y la respuesta fue que les llevaron croquetas y difundieron lo de las adopciones.

Ahora usa la casa que dejaron sus padres, en la Roma, para recibir a los animales. Algunos que saben de su labor incluso le han dejado cajas de cartón donde al abrirlas halla cachorros. No puede atender a todos y de muchos de ellos sube sus fotos a las redes sociales para ofrecerlos en adopción.

LA REHABILITACIÓN

Los perros que llegan con maltrato deben ser rehabilitados porque llegan traumados, si estaban en espacios pequeños caminan chueco y ya no son adoptados, como ocurrió con los que la acompañan en la entrevista, acostados o parados a su lado.

Respecto a los que tiene, como El George o Anima, reconoce que no son adoptados porque son los más inadaptados y considerados grandes de edad.

“Cuando los rescaté y di en adopción no los adoptan porque la mayoría son grandes, la gente ni pregunta por ellos, las cafecitas son las típicas callejeras y menos las buscan”, explicó.

Sobre las Schnauzer, que son una raza popular y por lo tanto adoptables, tampoco fueron adoptadas porque su proceso de adaptación con ella misma fue tardado y ya no quieren despegarse de ella.

“Cuando las rescaté las llevé a rapar y hay que rehabilitarlas, se hacían pipí cada tres pasos. Era limpiar todo el día, ya que les quité la maña para que aprendieran a hacer en el patio, había pasado un año. Es mucho y como estuvieron muy abandonadas tienen un trauma y apego hacia mí. Si voy a algún lado y las dejo, están tristes, son inadoptables, eso es difícil quitárselo y sé por otros rescatistas que con esas características las devuelven; tienen un carácter insoportable”.

LO QUE SE NECESITA

Cada semana Eva compra dos costales de croquetas de 25 kilógramos a la semana para alimentar a los perros y gatos que tiene. Se le pregunta si la gente puede ayudarla y su respuesta es afirmativa. Dice que puede hacerlo con cobijas y con almohadas que no tengan chinches, remarca, porque alguna vez alguien se las llevó así y eso se convirtió en una plaga.

También son bienvenidas pastillas contra chinches, antipulgas y pipetas, así como limpiadores para pisos sin cloro o jabón en polvo y trapeadores, que ya están muy caros.

Otro donativo muy útil es dinero, para las consultas veterinaria. Comparte que tiene un veterinario de confianza al que le debe 10 mil pesos por algunas consultas, pero solidariamente el especialista continúa su ayuda, pero ella quiere pagarle porque sabe que se trata de su trabajo. Su twitter es @mujersina, y ahí quien desee puede ver su número de cuenta por si decide donar.

MRV