FEMINICIDIOS

A 25 años del feminicidio de Maribel, su asesino puede quedar prófugo; "nos destrozó la vida"

Guillermina Rodríguez, madre de Maribel Mariles Rodríguez, narró el profundo dolor que el homicidio de su hija Maribel Mariles dejó y recuerda con impotencia e indignación el encubrimiento de servidores públicos hacia su ex yerno

Escrito en METRÓPOLI el

Eran los tiempos del procurador capitalino Samuel del Villar. En 1998, Miguel Ángel “N” se desempeñaba como agente de la entonces Policía Judicial del Distrito Federal (PJDF) y estaba casado con la joven Maribel Mariles Rodríguez, que tenía vocación de ayudar a la gente y por eso hacía su servicio como trabajadora social. Su deseo era laborar en un hospital.

Pero un día, el esposo tomó su arma de cargo de la PJDF y asesinó a tiros a la mujer de 23 años de edad; Miguel Ángel no solo cometió el crimen con alevosía y ventaja, sino que contó con la protección de mandos de la procuraduría y de la judicial para escapar a Estados Unidos.

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Guillermina Rodríguez, madre de Maribel Mariles Rodríguez, narró el profundo dolor que este homicidio dejó y recuerda con impotencia e indignación el encubrimiento de servidores públicos hacia su ex yerno.

“Nos destrozó para siempre a toda la familia, él era un servidor público que tenía la obligación de proteger a las personas, y mire lo que le hizo a mi hija”.

Han pasado 25 años del asesinato de la joven. La señora Guillermina porta una fotografía que aprieta a su pecho con mucho amor, dolor y ojos acuosos; en la imagen, Maribel posa con el diploma que la acredita como trabajadora social.

Créditos: Ignacio Alzaga

Esta madre de familia participó en la manifestación de decenas de mujeres convocada por la colectiva Voces de la Ausencia, que realizaron una marcha pacífica desde el zócalo, frente a Palacio Nacional, hacia el antimonumento Voces Abrazando Voces -dos enormes cruces blancas de metal, una doblada-, en la Glorieta de Cuitláhuac, en Paseo de la Reforma e Insurgentes.

Sobre el césped y plantas que rodean el antimonumento han sido colocadas decenas de cruces con los nombres de mujeres asesinadas o desaparecidas, lo que da la impresión de un insólito cementerio en esta céntrica zona del denominado “corazón de Ciudad de México”.

Se han desplegado mantas con cientos de fotografías de las víctimas: madres, hijas, abuelas, esposas, novias, niñas, adolescentes. Es la conmemoración del “3 de Noviembre Día de Muertas”.

Con pancartas, cruces y mucho dolor a cuestas, gritaron: “Ellas no murieron, las asesinaron” “No están solas” “Justicia, justicia”.

Exigieron al presidente Andrés Manuel López Obrador, al jefe de gobierno de Ciudad de México, Martí Batres, a la fiscal capitalina, Ernestina Godoy, así como a todos los gobernadores del país a que realmente combatan y esclarezcan los miles de casos de mujeres victimas de feminicidio y desaparecidas, pues prevalece la impunidad.

“Soy mamá de Maribel Mariles Rodríguez, hace 25 años ella fue víctima de asesinato por parte de su esposo, en ese momento era policía judicial y mató con su arma de cargo, fueron 25 años de lucha, conocimos a Frida Guerrera (activista).

“Ella nos empezó a apoyar para que pudiera salir el expediente a flote, ya que en su momento a él lo apoyaban porque era policía judicial, él se dio a la fuga en Estados Unidos, regresó y gracias a toda la investigación que se hizo (por parte ella y activistas), y la lucha se logró la detención hace 2 años y se le dictó sentencia”, comentó.

Guillermina Rodríguez está triste, indignada e impotente, como todas y todos los familiares de centenares de víctimas.

El 18 de mayo de 1998, Miguel Ángel “N” se encontraba con Maribel Mariles Rodríguez en su casa de Ejidos de Santa María, en Iztapalapa. Ese día estaba “franco” o de descanso; ese día tomó el arma de cargo y mató a la joven.

A su mamá le dijeron las autoridades de la Procuraduría General de Justicia del Distrito Federal (PGJDF), que encabezaba el polémico Samuel del Villar, habían arraigado al sospechoso, pero en realidad sus superiores y compañeros lo dejaron huir. Estuvo prófugo 23 años hasta que regresó a México y fue aprehendido hace 2 años; vendía dulces en un tianguis.

“Yo exigía justicia, me tenían prohibido el paso a la jefatura de la Policía Judicial, ellos lo ayudaron”, afirmó Guillermina.

“Yo me he sentido muy mal, lloro desde hace 25 años, me sentí culpable porque yo vivía a media calle de su casa, me culpaba por no poder haber ido a defenderla. Pero ahora me sostiene esta lucha por la justicia, por su memoria, aunque soy una mujer mayor, enferma”.

Señaló que tiene temor de que Miguel Ángel salga del Reclusorio Norte, porque le revocaron una sentencia de 35 años.

“Que chequen los de arriba (funcionarios y autoridades judiciales), incluso esa condena es menor a la que se merece, porque no tomaron en cuenta que era servidor público, dijeron que no estaba en funciones, pero sí estaba en activo en la Policía Judicial, adscrito a Coyoacán”.

Recordó a Maribel.

“A mi hija siempre le gustaba ayudar y lo hacía, apoyaba a la gente, a los niños, por eso su vocación (trabajadora social), les daba ropa, no le dolía quitarse lo que traía para dárselos, dinero, lo que tuviera a la mano. Ese ejemplo ha hecho que la familia lleve esa misma causa, tratamos de ayudar en la medida de nuestras posibilidades, porque tampoco la economía está muy bien”.

Guillermina sigue a la espera de justicia desde aquel 18 de mayo de 1998; familiares de otras víctimas escriben los nombres de éstas en el antimonumento.

En la manifestación otra señora tomó el micrófono y denunció que en la Fiscalía General de Justicia (FGJ) de Ciudad de México le llegaron a decir que “no era una buena madre”.

“Me juzgaron por el hecho de no saber qué ropa interior llevaba mi hija, me sentí agredida”, y, como muchas otras mujeres, soltó el llanto.

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De acuerdo con el Sistema Nacional de Seguridad Pública, de enero a septiembre de 2023 suman un total de 625 asesinatos de mujeres investigados como feminicidios. En 2022, según el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi), alrededor de 3,800 mujeres fueron asesinadas en México de manera violenta.