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En NY se deshicieron del último teléfono público… ¿y en CDMX?

La primera caseta telefónica que se colocó en 1960 en el entonces Distrito Federal, en ese mismo año, México llegó a ocupar el lugar 7 en inversión tecnológica

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Escrito en METRÓPOLI el

"Marque su número y deposite una moneda de cinco pesos" dice la grabación del teléfono público donde un colorido perico –parte del logotipo del proveedor– señala que su caseta está en funcionamiento. A unos diez metros hay otras dos casetas telefónicas de Teléfonos de México, aquellas que fueron muy útiles en su momento para brindar servicio con el uso de tarjeta telefónica de 30 o 50 pesos y que ahora están inservibles. 

Este es el panorama actual de telefonía de voz en modalidad fija que todavía existe en las calles de la Ciudad de México, una alternativa de comunicación rebasada por teléfonos celulares que brindan servicio móvil a cerca de 90 millones de mexicanos. 

A pesar de esto, las viejas casetas telefónicas sobreviven al olvido y aún ofrecen servicio a una pequeña parte de la población: 5 pesos por el primer minuto de una llamada a número celular y 3 más por cada minuto subsecuente. Además, ofrecen servicio de larga distancia nacional e internacional, principalmente a Cuba y Estados Unidos. 

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El 23 de mayo pasado, en Nueva York retiraron la última caseta telefónica que quedaba en la ciudad. Ésta se encontraba entre la séptima avenida y la calle 50 de Manhattan. Según reportes de diarios neoyorquinos, la cabina aún tenía el logo de la empresa Bell System.

La primera caseta telefónica que se colocó en 1960 en el entonces Distrito Federal, según datos de El Universal. En ese mismo año, México llegó a ocupar el lugar 7 del mundo en invertir en tecnología telefónica.

Archivo Casasola, recuperado de Mediateca INAH

NO SIRVEN

Reconocer a quien todavía recurre a estas casetas requiere de espera, de montar guardia en una caseta y aguardar algún usuario que, naturalmente, carezca de un aparato celular. 

Después de casi una hora, un hombre joven saca de su chamarra un papel con un número telefónico; parece una escena del pasado, de alguna película o serie de televisión, pero no lo es. Luego, realiza en automático los pasos que todos aprendimos una vez: descolgar la bocina, esperar tono de línea y marcar el número deseado con el teclado.  

Pausa; él se detiene y observa; algo no funciona. Deposita la moneda mientras espera escuchar una voz del otro lado, pero no recibe el servicio deseado. Molesto, cuelga la bocina esperando que el aparato le devuelva sus cinco pesos; pero eso no sucede. “¡Ta’ madre! ¡Pinche teléfono chafa!”, dice. Molesto, se retira en busca de otra cabina. 

En la contra esquina de este lugar hay otras 3 cabinas, pero ninguna funciona; dos son propiedad de Telmex y en realidad funcionan como aparador publicitario de su empresa para paquetes de internet. Éstas aún conservan una pequeña placa informativa: “Propiedad de Teléfonos de México, Industrial Afiliada SA de CV 2007". 

Mientras que la mayoría de las casetas de sus competidores –las empresas Logitel México, Cotorrea más conmigo y Maxcom– sí funcionan y en su mobiliario destacan sus slogans publicitarios. Incluso, cada caseta muestra información básica sobre cómo realizar una llamada por marcación local o marcación internacional, así como claves ladas a las principales ciudades del país .

En general, las casetas descompuestas cumplen con otro rol de comunicación que no es de voz; por ejemplo, un puesto de frutas y verduras que se colocó en vía pública puso los letreros con precios de su mercancía. 

Otras fueron transformadas en periódico mural para búsqueda de mascotas desaparecidas, personas extraviadas, cursos de estilismo, propaganda política y no podían faltar los anuncios de plomería y destapacaños, pasando también por grafitis urbanos. Algunas más se convirtieron en depósitos de basura.

En los puntos donde las casetas desaparecieron por vandalismo, los postes de aluminio se convirtieron en un sinnúmero de pegotes para publicitar gimnasios, venta de terrenos y empleos fantasma. Mientras que en otra esquina éste poste que obstruye el paso peatonal y desnivel de una banqueta para el paso de personas cuya movilidad depende de silla de ruedas. 

LOS COSTOS 

Utilizar una caseta telefónica en vía pública implica necesariamente gastar, por lo menos, 11 pesos para hablar un promedio de 3 minutos con otra persona a teléfono celular. Las pantallas de los aparatos lo advierten claramente: 5 pesos por servicio inicial, 3 pesos por minuto subsecuente y el teléfono no devuelve cambio. Naturalmente, si la plática se extiende, habrá que depositar más monedas. 

Estos proveedores informan también de otras tarifas: para iniciar una llamada a Estados Unidos y Canadá son 5 pesos el primer minuto; para llamar a Centroamérica, 8; a Cuba 18 y el resto del mundo, 10 pesos. Un servicio caro en comparación con la gratuidad que da realizar la misma llamada por celular vía WhatsApp en modalidad wifi. 

No es casualidad entonces que la escena más común en cualquier calle sea la del usuario que saca un celular de sus pertenencias para mantenerse en comunicación. Es el retrato moderno de la comunicación móvil y directa, a pesar de que en las casetas telefónicas de vía pública también se ofrece el servicio de mensajería de texto a celular que hoy se encuentra en desuso en la telefonía móvil. 

Independientemente de la empresa a la que pertenezcan, en general se encuentran a 10, 20 o 30 metros de distancia entre ellas; colocadas en lo que fueron lugares clave para los usuarios: esquinas, afuera de escuelas y mercados, tiendas de conveniencia, iglesias y plazas públicas.


ACZ