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Ser bibliotecario del penal de Santiaguito cambió la vida de Mario, preso por homicidio

En los libros, Navarro halló la manera de hacer frente a su destino, pues le faltan cerca de 30 años para quedar libre; actualmente tiene 62 años de edad

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Escrito en METRÓPOLI el

Desde hace 10 años, Mario Navarro se ha hecho cargo de la biblioteca del Centro de Prevención y Readaptación Social ubicado en Almoloya de Juárez, donde purga una condena de 47 años y seis meses por homicidio. Entre libros y pinturas pasa los días.

“Llevo casi 18 años aquí, he pasado por varios dormitorios, desde detenidos, procesados y sentenciados, y estamos aquí, me faltan como 30 años. Venía con regularidad a la biblioteca desde mi ingreso”.

Para Mario, el orden y tranquilidad que le brindan los libros ha sido un suavizante para su condena, por lo que la oportunidad de hacerse cargo de ella ha significado un cambio de vida, pues además brinda asesorías a sus compañeros.

“Hemos realizado muchas actividades aquí, desde la realización de escenografías, preparación de libretos para pastorelas, hay muchas actividades, casi no estamos parados, siempre estamos en actividad”.

Recuerda que no fue fácil adaptarse a la vida en reclusión pues, aunque está compurgando una pena por asesinato, no solía ser un criminal, es ingeniero de profesión, por lo que los libros se convirtieron en su refugio.

UN DÍA DENTRO DEL PENAL 

Mario contó que a las 09:00 horas tiene que llegar a poner la biblioteca de Santiaguito en orden, la limpia con esmero y se prepara para otro día. “Ninguno es igual a otro”, afirmó con un semblante tranquilo.

Presas brindan servicio en un primer turno, a mediodía, indicó, va al comedor para tomar sus alimentos y estar al pase de lista, por lo que a las 15:00 horas regresa.

Para poder generar ingresos, pues en prisión todo cuesta, desde el papel higiénico hasta la aguja para remendar su uniforme, pinta retratos.

Gana 200 pesos a la semana, en promedio, y sus clientes son sus mismos compañeros. Le toca retratar a familias, lo que hace reproduciendo fotografías.

Mario señaló que sus cuadros no se quedan en Santiaguito, los regalan a quienes esperan afuera del penal, aunque reconoce que no es sencillo. Por su profesión en ingeniería, el dibujo técnico le fue sencillo dominarlo, pero tomar un pincel y convertirlo en su sustento fue otra historia.

“Hay trabajos muy particulares como tener que juntar a una familia y eso es interesante. De alguna manera, los compañeros también quieren tener a su familia reunida o formar parte de ellos, eso me permite hacer cosas diferentes. El reunir a cinco integrantes de una familia con un mensaje siempre es grato para ellos”.

Con la finalidad de lograr la reinserción social de los presos, en los penales del Estado de México se ofrecen talleres ocupacionales, incluso escuelas y trabajos. En Santiaguito están los talleres de carpintería y metalurgia para la población varonil, mientras que las mujeres también pueden hacer figuras de foami para generar un ingreso que les dé sostén económico durante su vida en reclusión.

“Nos han recomendado la terapia ocupacional y me relaja mucho. Se me va el día rapidísimo, se me va pintando, ya cuando llego a mi estancia pues llego fundido y es cuando puedo aprovechar para leer”, señaló Mario.

Entre pinturas, lienzos y libros ha encontrado la manera de hacer frente a su destino, pues le faltan poco menos de 30 años para poder retomar su vida, lo que para él es un sueño casi imposible debido a que tiene 62 años de edad.

“Las artes, la música son cultura. Siempre tengo música tranquila, clásica o jazz para que también el lector pueda leer tranquilo. La literatura, pues me tengo que preparar para cuando me piden algún tema en específico, poder recomendar algún libro”.

Mario señaló que tras el pase de lista vespertino, regresa a la biblioteca a terminar su turno. En punto de las 17:00 horas debe cerrar y regresar al pase de lista al comedor para tomar la cena y después ir a su estancia y dedicarse a leer, a ver noticias.

Fuera del penal, Mario Navarro tiene una familia conformada por tres hijos, quienes no lo visitan frecuentemente debido a que dos viven fuera del país.

“A través del área de Servicio Social localizaron a mis hijos, ya tenía bastante tiempo de no verlos. Les hicieron una entrevista y a raíz de ese acercamiento, ya tengo contacto con ellos vía telefónica, dos de ellos están fuera de México y el otro estudia en Ciudad de México. Tardan en venir a verme, pero sí vienen; de alguna forma, ellos tienen su vida, no pueden estar anclados a mí”.

LLAMA A PRESOS A CULTIVARSE

Aunque tienen más de 100 libros en la biblioteca de Santiaguito, la mayoría son educacionales o académicos, por lo que la literatura universal no es sencilla de hallar dentro del penal.

“Nos hacen falta muchos libros de literatura, tenemos muchos, pero son normalmente de estudio, para las áreas de primaria, secundaria, el sistema abierto de preparatoria o licenciatura”.

Sonriente, pues acepta su realidad tras el error que le cambió la vida y su perspectiva de la misma, Mario, en su uniforme caqui, sólo le pide a los presos que no pierdan la esperanza y que se cultiven, pues si un día logran salir, el mundo no será lo mismo que cuando entraron, por lo que hay que esforzarse para regresar al seno familiar más preparados que nunca.

CAO