NAVIDAD

“Por mi edad no puedo salir a trabajar; hoy hago piñatas y de eso vivo”

Desde hace 18 años, en la zona otomí del municipio de Temoaya, los Mejía se dedican a la elaboración de piñatas, un oficio que se ha convertido en el sustento de la familia

Créditos: Fernanda García
Escrito en METRÓPOLI el

Cartón, papel periódico, silicón, cinta adhesiva, papel china y papel metálico, paciencia, una risa de vez en cuando, engrudo, esos son los ingredientes que la familia Mejía utiliza crear piñatas decembrinas artesanales. Tanto don Julio como su esposa doña Sabina, trabajan todo el año para crear la base de las piñatas, aunque antes eran de barro, ahora son fundamentalmente de materiales reciclados.

Tan pronto como llega febrero, comienzan con la búsqueda de cartón y papel periódico con los chatarreros, lo van comprando para poder hacer el cuerpo del objeto que brilla en todas las posadas. No se toman un descanso, saben que tienen once meses para poder estar preparados para la venta de diciembre.

Desde hace 18 años, en la zona otomí del municipio de Temoaya, los Mejía se dedican a la elaboración de piñatas, antes eran comerciantes, pero los riesgos y tiempos de traslado a otros estados de la República los orillaron a buscar un oficio que les permitiera estar cerca de casa. Entonces la curiosidad de Julio los encausó.

En su taller, enclavado en el barrio de Dolores, ubicado en la zona sur de Temoaya, las posadas se han convertido en el sustento de su familia.

"Lo que le dedicamos es todo el año, ya cuando pasan los Días de Muertos empezamos a decorar con el brillo y el papel china, como es todo a mano nos hacemos unas 35, ya por mucho 50 al día. El año pasado vendimos mil 800 ahorita ya vendimos 2 mil, ya sólo nos da tiempo de hacer las que nos encargaron”.

Su taller huele a papel, a engrudo, a tradición. Huele a un vaso de refresco para descansar las manos, a un pedazo de pan que las más pequeñas de la familia llevan en mano para ofrecer a los abuelos.

"Estamos toda la familia, todos mis hijos, mis hijas, todos los que trabajamos esto, mi yerno vio lo que estamos haciendo y nos ayudó, aquí estamos todos trabajando todo, como le digo, todo el año, porque ya no puedo salir, y aquí con esto me sostengo yo".

Para Sabina, la mejor retribución es poder ver sus creaciones generando sonrisas, ilusiones en una época que debería estar cargada de colores vibrantes que opaquen la crisis invernal.

"Vienen con los niños viendo las piñatas y uno que apenas vino a cargar, a llevarlo, dice '¡ay! estas piñatas sí me gustan mucho, esta es mi favorita’, dicen los niños, están muy contentos de que llevan sus piñatas".

Este año, el embate de la crisis inflacionaria también les pegó a los productores de piñata, pues si bien la mayoría de la materia prima es reciclada, el papel celofán y el china así como el silicón se encarecieron por lo que tuvieron que ajustar sus precios, ante esto, piden compresión a sus clientes pues elaboran las piñatas a mano y son de calidad.

“Para eso estamos aquí, lo que hacemos solo es eso, no podemos hacer otra cosa para salir a vender, ya la gente viene y nos compra así nomás, nos compra mucho, ya tenemos 18 años hay gente que ya nos conoce".

Este año los precios por docena de la piñata mediana de cinco picos la venderá a 480 pesos, pero en 2021 la ofertaba en 360, la de ocho picos a 560 para este año.

“El material se fue para arriba, el papel china está muy caro y el brillo (papel metálico) están muy caros, se elevó mucho, lo compramos por millar lo comprábamos en 660 y ahora en 900 pero es muy caro ya, aunque buscamos dónde nos sale más barato; nosotros tenemos que subir también nuestros precios porque si no, no sale”.

Entre conos de papel y cartón, la familia Mejía trabaja a marchas forzadas para poder entregar los pedidos que ya tienen comprometidos y sacar la ganancia que habrán de estirar durante todo 2023, al menos hasta el próximo diciembre.

MRV