En vez de agua, por los canales de San Cristóbal Huichochitlán, al norte de Toluca, corre sangre de animales que son sacrificados para consumo humano en el Rastro Municipal, lo que a los vecinos que viven cerca de los cuerpos de agua les ha generado no sólo malestar por la peste y el color, sino también enfermedades y la invasión de fauna nociva.
Alguna vez el principal canal fue el Río Verdiguel, ahora utilizado como desagüe, no sólo del Rastro Municipal aunque éste inmueble es el que más contamina.
Desde hace 53 años, el Rastro Municipal ha incomodado a las personas que viven cerca del inmueble, ya que el olor a muerte y la fauna nociva que ataca a la zona conjugan en un foco de infección.
Ubicado en la avenida José López Portillo a la altura de la colonia Magdalena, e inaugurado en agosto de 1969, el Rastro Municipal está edificado cerca de escuelas, casas y hospitales, lo que ha causado la molestia de la gente, pues aseguran que las infecciones estomacales, los mosquitos y las ratas, son una constante en sus vidas.
"Gastan el dinero en cualquier cosa menos en mantener una zona salubre, estamos hartos, de nada sirve que tengamos cerca los centros de salud si el foco de infección está aquí, hay ratas por todos lados y huele a muerte", comentó una de las vecinas de la colonia.
Sin embargo, los problemas de salubridad son arrastrados a la delegación de San Cristóbal Huichochitlán por el Río Verdiguel, que siempre está teñido de rojo, pues la sangre del ganado bovino, porcino, ovino y caprino que es sacrificado en el lugar ahí es vertida, a pesar de que se cuenta con una planta tratadora de agua.
"Todo el día está la sangre, cuando llueve se llega a limpiar el río, pero hay muchas ratas, víboras, mosquitos que transmiten el dengue, y nos afecta mucho, incluso en época de lluvias el río crece y se mete en los negocios, nosotros tuvimos que construir un tope en el nuestro", contó Cinthia Flores, quien vive en la calle Guadalupe Victoria a la altura del Barrio La Trinidad.
Relató que a su casa ya se metieron víboras y hay muchas ratas alrededor, lo que afecta incluso a sus alimentos y el olor a caño y a sangre, ya los han enfermado.
Comentó que las autoridades se acercaron hace dos administraciones para decirles que iban a embovedar el río en la zona con el fin de controlar los olores y la fauna nociva, pero hasta la fecha, el río sigue abierto y los problemas son los mismos.
"Sólo cerraron el río a la altura de Paseo de la Luz y Avenida Revolución, y este río ya necesita taparse, además viene muy sucio desde Toluca, hay basura y a veces hasta vísceras de animales".
En 2020, los vecinos solicitaron que se les instalara una planta tratadora en la zona, ya que en la demarcación el agua potable es escasa, pero llegó la pandemia y el proyecto simplemente no se realizó.
"Nadie nos escucha, parece que esta zona está olvidada, no nos hacen caso en nada y el problema agrava, se seca rodó ese desecho y luego vuela, llega a las casas, a la comida", reclamó el jefe supremo otomí, Juan Izquierdo.
A la fecha, el gobierno municipal solo aplica pastillas de hipoclorito en las aguas residuales para disminuir la carga bacteriana y eliminar el mal olor, más no la coloración de las mismas, por lo que el río de sangre resalta, incómoda y recuerda que el olvido es profundo.
Cabe señalar que las descargas de las aguas residuales se almacenan en el cárcamo del Rastro Municipal, vertiéndose de manera nocturna tres veces a la semana al drenaje para minimizar las molestias durante el día para los vecinos, lo que para quienes conviven con el canal, es insuficiente.