Guanajuato.- Durante años los reyes españoles concedieron títulos de nobleza a personas que estaban ligadas a la corona de España y en la sociedad de la Nueva España esos títulos fueron importantes y se entregaron en reconocimiento a los servicios prestados a la corona española, desde grandes conquistas y campañas militares, hasta el desempeño con éxito de responsabilidades gubernamentales y administrativas como lo fueron los virreyes y capitanes generales.
Un título nobiliario es un privilegio legal que se ha concedido desde la antigüedad, es con el que se distingue a los miembros de la nobleza, estos títulos normalmente estaban asociados con la posesión de tierras y propiedades, así como con responsabilidades y deberes hacia la comunidad y entre estos está el que recibió el Conde Rul.
Un conde, entre los españoles, es un hombre de categoría militar inferior a la de un duque, y es poseedor de una dignidad con cargo y funciones muy diversas, como los condes de los tesoros, de las escuelas, palacios y otros.
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En México la nobleza mexicana ha sido una hereditaria, con privilegios y obligaciones específicas, que fueron determinadas por las particularidades de los diversos sistemas políticos que gobernaron históricamente el territorio mexicano durante el dominio español.
De acuerdo a historiadores. Desde 1529 hasta 1821 alrededor de 80 familias recibieron títulos nobiliarios por su servicio al Rey de España, sin embargo, la mitad de ellos regresaron a España, en 1775 habían 47 familias nobiliarias viviendo en el Virreinato de la Nueva España.
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En 1790 había 44 familias nobles viviendo en la Ciudad de México, 5 en Guanajuato y una en Durango.
En el caso de Guanajuato los condes que había en 1810 eran los condes Diego Rul y Antonio Pérez Gálvez, ante de ellos estaba el Conde de Valenciana.
El 16 de mayo de 1804, Antonio Pérez Gálvez y Diego Rul asumieron virtualmente la representatividad del Conde de Valenciana, ambos amparados en su habilidad y en su buena fortuna.
El 5 de diciembre de 1805, el rey Carlos IV le concedió el título de conde de Pérez-Gálvez, con el vizcondado previo de Montes de Oca y el 18 de febrero de 1821, Fernando VII le nombró gentilhombre de cámara con entrada, en atención a los méritos y servicios contraídos en la Nueva España.
El Conde Antonio Pérez Gálvez, se casó con Gertrudis de Obregón y Torrescano, hija menor de los condes de la Valenciana, los más ricos mineros de Guanajuato. Tuvo un hijo único, Juan de Dios Pérez-Gálvez y Obregón, II conde de Pérez- Gálvez.
Por su parte el Conde Diego Rul, más conocido como el Conde Rul fue un comerciante exitoso en la región del Bajío, particularmente en Salamanca, compró ranchos y haciendas ganaderas en la demarcación de Zacatecas y en la de Aguascalientes y se relacionó con la minería, sobre todo en Guanajuato.
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Estuvo casado con María Ignacia Obregón Barrera, hija de Antonio Obregón y Alcocer, Conde de Valenciana, y de Guadalupe Barrera Torrescano. Tuvieron dos hijos: Manuel y Victoria.
CM