Delfina, María del Carmen, María Luisa y María de Jesús Torres crecieron en Jalisco, en un hogar marcado por la violencia de su padre, un expolicía del régimen porfirista conocido por su brutalidad y su alcoholismo, incluso cambiaron su apellido a González después de que el hombre fuera acusado de un asesinato, situación que además como familia los obligó a huir.
Una vez que fallecieron sus padres, las jóvenes heredaron una suma modesta de dinero, con el que abrieron su primer burdel en El Salto, sin embargo, el negocio fue clausurado tras un tiroteo. Después, en 1954 abrieron más en Lagos de Moreno, Jalisco, en San Francisco del Rincón y en León, en el estado de Guanajuato, pero ahora su negocio implicaba un despiadado nuevo modus operandi.
Así nacieron Las Poquianchis
Las hermanas empezaron a reclutar a sus víctimas, que por lo general tenían entre 14 y 15 años, a través de visitas a pueblos marginados de la zona del Bajío. Se acercaban a las jóvenes o a sus familias para convencerlas de que podrían conseguirles trabajo como empleadas domésticas o meseras.
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Al llegar a la realidad, las sometían con violencia verbal, física y sexual, con la intención de mantenerlas bajo control, asimismo las chantajeaban con perder su techo, ropa y la comida que les proporcionaban. En este modus operandi también iban incluidos diversos castigos en los que participaban exmilitares, choferes, capataces y, en ocasiones, las hermanas también recurrían a mujeres que se habían ganado su confianza para tratar de controlar a las novatas.
Se sabe que, a las jóvenes que desobedecían las dejaban prácticamente sin comida, las encerraban por horas en cuartos y les propinaban dolorosas palizas. En este sentido, las mujeres con anemia o enfermedades a causa de las condiciones precarias en las que vivían, o las que ya tenían una avanzada edad eran asesinadas.
En los burdeles de Las Poquianchis, también se practicaron abortos clandestinos y si el embarazo de una de las víctimas llegaba a término, se deshacían de los bebés. Estos lugares también se volvieron cementerios improvisados. En los reportes de la prensa de la época se aseguraba que se encontraron cadáveres con signos de violencia tanto de mujeres como de niños. Fue hasta 1964, cuando la policía comenzó a pisarle los talones a sus negocios, esto, tras recibir un llamado de las familias de algunas de las jóvenes secuestradas.
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La caída de Las Poquianchis y sus asesinatos
Las autoridades finalmente actuaron tras la denuncia de una mujer que logró escapar de uno de los burdeles y, en enero de 1964, se detuvo a Delfina y a María de Jesús. Según un artículo del diario La Prensa, al llegar la policía tuvo que contener a la docena de mujeres que estaban cautivas en el lugar, ya que intentaron linchar a las dos hermanas.
Por su parte, Luisa se entregó semanas después, mientras que Carmen había fallecido años antes de que la justicia la alcanzara. El número de víctimas de Las Poquianchis asciende a unas 90, aunque se estima que la cifra real podría ser mucho mayor.
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Delfina y María de Jesús fueron condenadas a 40 años de prisión y Luisa, a 27. Los delitos que se les imputaron tras la evaluación de los testimonios y pruebas fueron homicidio calificado, plagio o secuestro, asociación delictuosa, lenocinio, violación sexual, lesiones, corrupción de menores, amenazas, encubrimiento y violación a las leyes de inhumación “cometidos en agravio de varias personas”. Mientras que, sus cómplices recibieron sentencias de entre seis y 35 años de prisión.
Las Poquianchis a Netflix
El crimen conmocionó al país enteró e inspiró adaptaciones en el cine, el teatro y la literatura. Ahora, llegan "Las Muertas", una adaptación de Netflix. En esta versión, Las Poquianchis aparecen como las hermanas Baladro y se reducen a dos, cuando en realidad eran cuatro.
Este caso al estilo Netflix ya lo puedes en la plataforma de streaming.