NARCOTRÁFICO

Huérfanos del narco: infancias de Tamaulipas sufren soledad y violencia institucional

Los niños, al perder a sus padres, también se quedan en un limbo legal a pesar de tener abuelos o tíos, aseguran especialistas

Quienes pierden sus padres a consecuencia del crimen organizado quedan en un limbo legal
Niños huérfanos.Quienes pierden sus padres a consecuencia del crimen organizado quedan en un limbo legalCréditos: Creada con IA, Midjourney | LSR
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Ciudad Victoria, Tamaulipas.- Luis, Ricardo y Andrea, de 7, 9 y 13 años, son originarios de Matamoros, Reynosa, Nuevo Laredo, respectivamente. Los tres niños asisten a diferentes grados escolares y, aunque no son familia, tienen algo en común: viven con sus abuelos o tíos, pues son huérfanos por culpa de los grupos que operan el negocio ilegal del narcotráfico. Sus papás fueron desaparecidos o asesinados por grupos criminales.

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La lucha por el control de plazas entre los grupos de la delincuencia organizada, el tráfico de migrantes, droga, cobro de piso, secuestro, extorsión ha dejado a niños huérfanos, desamparados y en la tristeza a falta de sus padres.

A pesar de que no quedaron en el abandono, abuelos o tíos, han tenido que tomar la figura paterna, pero eso no basta viven su tristeza, depresión y miedo, esto desemboca en problemas de aprendizaje o déficit de atención.

En Tamaulipas, los cárteles del narcotráfico se disputan la “plaza”, tratan de tener un control para poder realizar actividades delictivas y evitar que otro grupo entre al estado y a consecuencia perder “territorio”.

En esta entidad norteña los dos grupos delictivos que se han enraizado son el Cártel del Noreste (CDN) y el Cártel del Golfo (CDG), ambas celular sostienen pugnas en varias regiones del estado, sostienen enfrentamientos armados, quema de vehículos, asesinatos entre integrantes, entre otras actividades, sin embargo, hay víctimas colaterales.

"¿Mi papá, dónde esta?"

Luisito tiene 9 años, vive con sus abuelos, desde hace tres años, debido a qué se quedó sólo por una guerra entre adultos:

 “Aquella noche llegaron unos hombres golpeando la puerta. Mi papá nos metió en el baño a mi mamá y mis hermanos nos dijo que no saliéramos que no iba a pasar nada. Se lo llevaron desde entonces ya nada supimos de él”.

“Mi papá era trailero y cuando venía nos llevaba a cenar tacos o hamburguesas, el sábado nos llevaba al cine y a la salida nos compraba una nieve. Decía que el domingo no íbamos al cine, pues el lunes había que levantarse temprano”.

Agregó que su padre los llevaba a pasear en el tractocamión y los deja sonar el claxon, algo que le gustaba mucho y que ya no podrá volver a vivir, sólo quedó el recuerdo. Otro duro golpe vendría después, su madre también falleció.

“Desde que secuestraron a mi papá mi mamá se puso muy triste, se enfermó y hace un año murió de cáncer”.

Hoy Luisito trata de seguir su vida con sus abuelos: “A veces me pongo triste pues no sé qué habrá pasado con mi papá. Lo más seguro es que está muerto. Extraño que nos abrazaba a todos, jugaba con nosotros con mi mamá nos llevaba a cenar. Le gustaba cantar”.

“Se que mi mamá murió de cáncer y también la extraño mucho. Vi lo mal que estaba de cómo se fue poniendo flaquita por el cáncer y se dónde la sepultaron y con mi abuela vamos al panteón a rezarle y a ponerle flores. ¿Pero, mi papá, dónde esta?

A pesar de su corta edad tiene conciencia de que el país está bajo el yugo de la violencia y delincuencia organizada: “Mi papá no era de los malos, era mi papá” dice con tristeza y enojo.

"Se llevaron a mi mamá"

Andrea está en segundo grado de secundaria y tiene 13 años, también es otra víctima, al contar lo que le pasó a su madre llora y su dolor es notorio en sus expresiones. Ella no comprende porque a su mamá se la llevaron unos sujetos armados a plena luz del día.

La familia vivía en la colonia Nueva Era, en Nuevo Laredo, aquella mañana unos sujetos armados llegaron a buscar a su tío y de una simple pregunta llegó el infierno:

“Preguntaron por mi tío Carlos, lo andaban buscando, pero no estaba desde hace días se había a Monterrey” cuenta.

“A mi mamá le decían que no lo escondiera y entraron a la casa a buscarlo, pero no estaba. Entonces como no estaba, se la llevaron a ella, a mi mamá”.

La madre de Andrea era una mujer ejemplar, luchaba para llevar el pan a la mesa trabajando en la gastronomía:

“Mi mamá era cocinera en un restaurante, en ocasiones también de mesera… cocina muy sabroso. Aquí en la casa hacia comidas para vender en la colonia y con eso ayudarnos un poco más, pues la pensión que le dejo mi papá no le alcanzaba”.

Desde que se llevaron a su madre ya no ha sabido nada de ella, está en la etapa de la adolescencia y aunque trata de seguir adelante, siempre extraña a su madre.

Raquel y su hermano menor también viven con sus abuelos, son otros huérfanos por culpa del narcotráfico: “A mi mamá se la llevaron porque querían a mi tío, pero no volvimos a saber nada de mi mamá... ni de mi tío”.

“Han pasado más de tres años y mi hermano yo nos sentimos tristes, abandonados. Nuestros abuelos nos quieren muchos, nos ayudan nos abrazan y hacen cariños. Pero extrañamos a nuestra mamá sus cariños y besos”, cuenta. Han tratado de seguir su vida normal, pero sin una figura paterna se refugian en la soledad.

Bala perdida

Otra de las víctimas es Ricardito, de 10 años de edad, al igual que los demás también se quedó sin su papá, a él lo perdió cuando una tarde delincuentes pasaron por la calle haciendo disparos al aire, algo que ha tenido que vivir la sociedad tamaulipeca en los últimos años, una de esas balas lo alcanzo en el pecho y perdió la vida.

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Aquella tarde, en la ciudad de Reynosa, el papá de Ricardo no fue el único muerto, hubo otras personas inocentes ajenas a la violencia, y que resultaron ser víctimas de la guerra que sostienen los grupos de la delincuencia organizada.

Ricardo también tiene conciencia de lo que ocurre en el país, sabe lo que está pasando y conoce la forma en que opera el crimen organizado: “Mi papá había ido a la tienda de la esquina a comprar un refresco y cuando venía pasaron los hombres haciendo disparos. Se que no era un ataque contra mi papá sino fue contra varias personas”.

“Raúl se llamaba mi papá, era plomero y le gustaba mucho jugar futbol. También hacia trabajos de electricidad y hasta de mecánico. Siempre andaba trabajando” cuenta.

Ricardo no alcanza a comprender que pueda haber personas las cuales pasen por la calle disparando a diestra y siniestra sin importarles, también tiene sentimientos encontrados, cuenta que en ocasiones llora de coraje y otras veces llora de tristeza.

Víctimas invisibles de la guerra

Juan Martín Pérez García es defensor de derechos humanos de los niños y poblaciones en situación de calle, es psicólogo egresado de la Universidad Nacional Autónoma de México, actualmente es coordinador del proyecto Tejiendo Redes Infancia en América Latina y el Caribe, este proyecto tiene como objetivo contribuir a generar cambios en políticas públicas, estructuras sociales y culturales a favor de los derechos de niños, niñas y adolescentes.

En entrevista para La Silla Rota declara que es importante tener en contexto que México esta bajo una guerra contra el narcotráfico, desde tiempos del expresidente Felipe Calderón, hasta la actualidad con el presidente Andrés Manuel López Obrador, este hecho bélico provoca que haya víctimas, como los niños en orfandad.

“Niños y niñas que representan uno de cada tres habitantes en México, más de 38 millones de niños, niñas y adolescentes se ven directamente impactados por esta guerra y por esta violencia, pero no son considerados ni siquiera como afectados del tema” menciona Pérez García.

Agrega que dentro del marco legal los menores son invisibilizados y no reciben ningún apoyo por parte del gobierno, además se les minimiza diciendo que este tipo de violencia sólo ocurre en algunos estados del país.

“Niños y niñas, de acuerdo a los datos que aporta el propio INEGI, se suman a los y a más del 60 y 70%, según las entidades federativas, por los municipios de personas que tienen miedo” Los estados donde más registra esto según Juan Martín son en: Tamaulipas, Zacatecas, Jalisco y Guanajuato.

¿Cuántos huérfanos hay? La cifra que nadie sabe

La Silla Rota preguntó a Juan Martín si existen datos oficiales para saber cuántos menores están en orfandad por culpa del narcotráfico, pero él responde que no existe ningún tipo de registro o estadística que detalle, por ello organizaciones han estado luchando para que se lleve un registro por parte del gobierno federal, pero hasta el momento nada se ha podido lograr ante la negativa.

Para hacer una estimación sobre la orfandad Juan Martín retoma un estudio realizado por el Empire College y publicado en la revista The Lancet, esto por orfandad por la covid, usando esta metodología determina que:

“Nosotros hemos hecho una estimación de los hijos e hijas de personas desaparecidas y calculamos, siguiendo esta misma metodología publicada en la revista The Lancet, 159,000 niños y niñas que están ahora con un papá o una mamá desaparecida, esa estimación se puede usar para las víctimas de la guerra, me refiero a homicidios asociados a esto, y veremos que tenemos altísimas cantidades de niños y niñas que están enfrentando la orfandad y el abandono por los impactos de la guerra”.

El limbo legal

Los niños al perder a mamá o papá se quedan en medio de un limbo legal, pues, aunque abuelos o tíos se queden a cargo de su cuidado legalmente no son sus tutores, Pérez García menciona que dentro de las acciones que debería hacer el gobierno es darles certeza jurídica.

“(…) al perder el padre o la madre en un hecho criminal, su afectación respecto a, por ejemplo: certificados de nacimiento, documento de escolarización, acceso a programas públicos y si por alguna razón tuvieran algún tipo de patrimonio sin certeza jurídica, los niños niñas no pueden acceder a nada de eso, por eso es lo primero, la certeza jurídica. También en esta certeza jurídica es que bajo qué custodia están el abuelo, la abuela, un tío, una tía o con ¿quién se encuentran?”, y agrega que ellos no son objetos, son personas que tienen que ser reconocidos y protegidos por la ley.

Hay algunos instrumentos legales como la declaración de ausencia en Nuevo León, con esto los menores pueden sí acceder a pensiones, seguro social y actas de nacimiento, pero esta medida no es a nivel nacional, sólo en algunas entidades con severos problemas como Tamaulipas, Jalisco y demás.

Ante la negativa de las autoridades los menores están viviendo otra afectación que es la “violencia institucional” por todo el martirio que se hace en los trámites y la burocracia que existe en el país.

“Y aunque en papeles eso está, la instrumentación y la operación es revitalizante, burocrática y en muchas ocasiones es basado en discriminación, si son organizaciones que molestan mucho públicamente, que están haciendo mucha presión, son a las que se les dificulta o se les niegan” comenta el especialista.