DESAPARECIDOS

“Es horrible no saber nada de él”: la tragedia de los desaparecidos en Chiapas

Este fin de año, cientos de familias chiapanecas sufren la ausencia de seres queridos; no saben si siguen con vida, si fueron reclutados por algún grupo criminal o si fueron torturados y desaparecidos en alguna fosa clandestina

Este fin de año, cientos de familias chiapanecas sufren la ausencia de seres queridos; no saben si siguen con vida, si fueron reclutados por algún grupo criminal o si fueron torturados y desaparecidos en alguna fosa clandestina
La tragedia de los desaparecidos en Chiapas.Este fin de año, cientos de familias chiapanecas sufren la ausencia de seres queridos; no saben si siguen con vida, si fueron reclutados por algún grupo criminal o si fueron torturados y desaparecidos en alguna fosa clandestinaCréditos: CUARTOSCURO
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TUXTLA GUTIÉRREZ.- En Chiapas las ejecuciones y desapariciones de personas se registran casi a diario. Tanto se han agudizado estos delitos que las cifras oficiales son rebasadas todos los días. En la actualidad hay 1,068 personas desaparecidas en Chiapas, según el Registro Nacional de Personas Desaparecidas y No Localizadas.

Este fin de año, cientos de familias chiapanecas sufren la ausencia de seres queridos; no saben si siguen con vida, si fueron reclutados por algún grupo criminal o si fueron torturados y desaparecidos en alguna fosa clandestina.

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La Silla Rota presenta dos historias. La primera es la de Rodrigo Vidal Ruiz Pérez, originario de Tuxtla Gutiérrez, quien desapareció desde el 23 de agosto pasado. La última vez que lo vieron o sus familiares supieron que estaba vivo fue ese día, a las 09:00 horas.

El joven de 28 años de edad era guardia de seguridad en un bar llamado “La Botanita Del Medio”, ubicado en la 2ª Poniente, entre 6ª y 7ª Norte, en Tuxtla Gutiérrez.

Adilene, su hermana, sabe que tocar el tema es escabroso, pero advierte que lo tiene que hacer porque no hay avances en las investigaciones sobre el caso.

Antes de su desaparición, Rodrigo llevaba cerca de un año en ese negocio, donde se sentía bien porque lo remuneraban mejor comparado con sus empleos anteriores, por eso aguantaba que su jornada laboral fuera “pesada”: entraba a las 8 de la noche y hasta el otro día (su salida era como a las 2 de la tarde).

“El último mensaje que se recibió de él fue adentro de donde trabajaba y sabíamos que aún estaba ahí por un mensaje que le mandó a su novia, pero ya no salió”, recuerda.

De acuerdo con las pesquisas, en las grabaciones de las cámaras se observa que su hermano ingresó a “La Botanita Del Medio”, pero nunca salió.

La hermana detalla que su cuñada le habló a Rodrigo, pero la comunicación era complicada por el ruido que había en el bar. Luego, le mandó un mensaje de texto, el cual sí fue leído, pero ya no hubo una respuesta.

Trabas y dudas

Tras dejar en claro que, por fortuna, no ha recibido amenazas o llamadas de extorsión, Adilene advierte que el proceso ha sido complicado, pues desde un principio se le pidieron varias cosas al dueño del negocio donde trabajaba Rodrigo, incluidas las grabaciones de sus cámaras de video, pero se las negó.

Pese a ello, consiguió tomas de cámaras privadas de vecinos, en donde se observa que el 23 de agosto pasado, como a las 09:20 horas, se estaciona una camioneta negra cerca del bar y luego se asoman dos empleados de seguridad del lugar.

Para ella, el caso está archivado, lo que ha comprobado cuando acude a la Fiscalía, acompañada de su asesor jurídico. “Nos dicen que no hay nada relevante”, lamenta.

Lo que le genera mucho temor, acepta, es que le han advertido que ese bar es “intocable” y, prueba de ello -apunta- es que en la actualidad opera de forma “regular”, como si nunca hubiera pasado nada.

Adilene externa que, en un principio, publicaba en redes sociales fotografías e información de Rodrigo, pero por el miedo, dejó de hacerlo. Tan insegura se llegó a sentir que, inclusive, ya no quería salir a la calle.

De hecho, hubo una persona que se comunicó con ella (vía mensaje escrito de WhatsApp) para preguntarle varias cuestiones de la desaparición de Rodrigo, pues argumentaba que también tenía un familiar en esa misma situación. “Me sacó mucho de onda”.

Malos presagios

Antes de que a Rodrigo “se lo tragara la tierra”, Adilene recuerda que él le había comentado que, en ese mismo bar ya habían desaparecido dos personas. “Aunque no sé más porque (Rodrigo) era muy reservado, lo que sí me decía es que había muchas irregularidades ahí”.

Para ella, dice, su hermano quizá vio algo que “no debió haber presenciado” y por ello lo desaparecieron. Según Adilene, su madre (quien murió en febrero de este año) le pedía a su hijo que renunciara a ese empleo porque el ambiente en ese lugar era “muy pesado”.

“Él necesitaba el dinero y estaba a gusto porque le pagaban bien, no como en otros lados donde también fue seguridad. Como que se acopló, pero con el cambio de gerente, ya se empezaba a sentir incómodo”, afirma.

Rodrigo, cuenta su hermana, era reservado y de pocos amigos. Aunque tenía novia, su tiempo libre lo ocupaba para descansar y escuchar música en su cuarto. Era un joven solitario.

Sin embargo, cree que su hermano estaba decaído por el fallecimiento de su mamá, pero descarta que eso lo hubiera llevado a quitarse la vida, “porque, ¿dónde está?”.

A pesar de que él era muy reservado, Rodrigo, quien no culminó su carrera en Ingeniería Mecánica, por lo regular le avisaba a sus cercanos, como a su novia o a su hermana, lo que hacía en el transcurso del día. “Si lo mandaban a un Oxxo, informaba que iría, y cosas así”.

Tras manifestar que su salud se ha deteriorado por la misma preocupación y tristeza, Adilene sabe que tiene que continuar. Ahora lo único que demanda es que le entreguen a su hermano, ya sea vivo o muerto.

“Es horrible no saber nada de él, aunque tengo la esperanza de que lo hayan reclutado (en referencia al crimen organizado), y que después aparezca, es una esperanza, tengo fe”.

Oscuro panorama

En la plataforma de la Fiscalía General del Estado de Chiapas, conocida como “Has visto a..?”, entre octubre y lo que va de diciembre de este año se han reportado 66 desaparecidos (todos varones), es decir, casi un desaparecido cada día.

Uno de los últimos casos registrados es el de Irán Guagernes Mérida Matamoros, ex presidente municipal de Frontera Comalapa, quien desapareció desde el pasado 14 de diciembre, cuando salió de su rancho con dirección a la capital chiapaneca.

Para Olga Luz Espinosa, diputada federal chiapaneca por el Partido de la Revolución Democrática (PRD), el actual gobierno federal, sin duda, “quiere desaparecer a los desaparecidos”.

Esta administración, subraya, ha sido un desastre en esa materia. “Un día se lo dije a Alejandro Encinas, lo vi en la Cámara Diputados, fue mi coordinador en la 61 (Legislatura), y le pregunté lo que ocurría en Chiapas con los desaparecidos, pero no sabía ni qué contestar… a los pocos días renunció a su puesto, porque él es un conocedor de derechos humanos y no podía seguir con esta farsa”.

Lo que la Federación busca en la actualidad, advierte, es bajar las cifras y que no se pida más presupuesto para seguridad, lo que considera una grosería y un desdén para los familiares de las víctimas.

“Te puedo asegurar que hay más números de desaparecidos que de homicidios dolosos, porque existe otra estadística que el gobierno no la presenta, como lo que les ocurre a miles de migrantes que transitan por el país, pues si desaparecen, sus familias no tienen cómo venir a buscarlas”.

Comando se lleva a Óscar

José Luis Cruz Hernández ha vivido un clavario desde hace un año y seis meses, cuando su hermano Óscar, maestro del Instituto Chiapaneco de Educación para Jóvenes y Adultos (Icheja), desapareció (27 de junio de 2022), al parecer, a manos de un comando en el municipio de Jiquipilas, de donde son originarios.

De acuerdo con el familiar de la víctima, el también militante del partido Morena salió de su casa hacia su trabajo, en su automóvil particular, cuando fue interceptado por personas armadas.

“(Antes de llegar a su empleo) mi hermano pasó a un establecimiento a ver unas cortinas y ahí lo secuestraron”, recuerda José Luis y a partir de esa fecha se le declaró como desaparecido.

A los dos días del “levantón”, rumbo a la carretera que va de Ocozocoautla de Espinosa, Chiapas, hacia Cosoleacaque, Veracruz, se informó del hallazgo de un automóvil incinerado, con las mismas características del coche de Óscar.

Aunque José Luis asegura que no puede hablar mal del fiscal de Desaparecidos en Chiapas porque, para él, sí había interés de apoyarlo, lamenta que al final esa instancia estuviera rebasada por falta de infraestructura, recursos económicos y personal. Lo mismo ocurrió, agrega, con la Comisión Estatal de Búsqueda.

“Ahora veo que en el puente de colores (ubicado en la zona poniente de Tuxtla Gutiérrez, siempre hay lonas con rostros de desaparecidos)”. Para él, el Estado se encarga de “enterrar” no sólo a las víctimas, sino a sus seres queridos, pues las abandona. “Es el sepulturero”.

Entre otras cuestiones, José Luis también refiere que los gobiernos aplican el “método Poncio Pilatos para lavarse las manos”, pues por lo regular se afirma que esos desaparecidos estaban inmersos en cuestiones ilícitas o en guerras de pandillas, para olvidarse de ellos.

“Eso no es cierto, acabamos de ver un caso de médicos que fueron baleados en Pichucalco, cuando regresaban a descansar, o la profesora Berni que estaba dando clases en su escuela en Amatenango de la Frontera y la sacaron y asesinaron, o el ‘profe’ Artemio, en Chicomuselo, asesinado por abanderar una marcha por la paz”.

Desapariciones al por mayor

A pesar de que se han realizado “muchas investigaciones”, aún se desconoce la verdad o motivos de la desaparición de Óscar. Por desgracia, dice José Luis, el tema de la desaparición va en ascenso en la entidad chiapaneca.

Tras advertir que ha sido un proceso tortuoso, menciona que ahora quienes están desamparados son su cuñada y sus sobrinos, pues su hermano era el “soporte económico” de su hogar.

Lamenta, incluso, que a pesar de que a nivel nacional se hizo una reforma en el Código Civil sobre la declaración especial de ausencia, en Chiapas, el Congreso local no ha ha ratificado, por lo que no puede aplicarse.

“Espero que la nueva legislatura, los diputados, con mayor sensibilidad y formación, le den luz verde a esa reforma de ley”.

Inclusive, recuerda que el día en que la senadora Olga Sánchez Cordero presentó este tema, estuvo también la presidenta de la Mesa Directiva del Congreso chiapaneco, Sonia Catalina Álvarez, a quien le dejó en claro que ya podían legislar en torno a esa materia, pero no ocurrió.

Si ese andamiaje legislativo se aplicara en Chiapas, la familia de Óscar no estuviera desamparada, “pues ni la plaza del Icheja que tiene mi hermano, desde hace como 25 años, se puede ocupar”, insiste José Luis.

Lo que le duele, confiesa, es que era muy apegado a su hermano, a quien califica como un hombre muy confiado, “populachero” y alegre, y con quien además disfrutaba de los festejos familiares, como cumpleaños o la misma Navidad y Año Nuevo.

Además de esas cualidades, Óscar (de 51 años de edad) también era un hombre inquieto, debido a que le gustaba siempre estar activo, tanto en su hogar como en su empleo. Tan inquieto era, recuerda José Luis, que al parecer quería ser candidato a la alcaldía de Jiquipilas en el 2024. “Hacía política de pueblo, de estar cerca de la gente, muy humano”.