La inexperiencia por parte del Ejército y de Protección Civil, así como la imposibilidad de que una cuadrilla especializada en rescate pudiera actuar, son parte de las causas que han llevado al fracaso del rescate de 10 mineros en Sabinas, Coahuila, atrapados bajo un derrumbe desde hace dos semanas.
A decir de ex mineros y expertos en el tema, pese a que los accidentes en pozos de extracción de carbón son recurrentes, ni siquiera hay un protocolo de rescate por parte de las autoridades locales y federales, lo hay de algunas empresas, pero son insuficientes.
Este 17 de agosto se cumplieron dos semanas del inicio de labores de rescate de los 10 mineros que quedaron atrapados en los pozos de extracción de carbón de El Pinabete, en la zona carbonífera de Coahuila. Aún no hay resultados y hasta se cambió el plan de acción.
Te podría interesar
De acuerdo con la activista y defensora de derechos humanos, Cristina Auerbach, una de las causas de ese fracaso es que ni la Coordinadora Nacional de Protección Civil ni la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena) tienen experiencia en rescates mineros.
Otro factor fue que el gobierno federal impidió que fueran mineros quienes rescatan a los trabajadores atrapados. Ahí mismo, en Coahuila, hay una cuadrilla especial de rescate, mineros formados como rescatistas, pero es financiada por las empresas Mimosa y Micare.
Te podría interesar
Aunque la cuadrilla incluso fue reconocida por la Coordinadora Nacional de Protección Civil, el año pasado, no fueron tomados en cuenta. Auerbach mencionó que “quizá sea parte de la aversión de López Obrador al dueño de las empresas, Alonso Ancira”, involucrado en la compra a bajo precio de la planta Agronitrogenados.
MINEROS Y FAMILIARES NO FUERON ESCUCHADOS
Además de eso, hubo otras irregularidades, como que no se tuvieron los planos de los pozos ni minas adyacentes desde el inicio de los trabajos, no se escuchó a los mineros de la región que trabajan ahí ni a las familias de los atrapados, dice el integrante de la Organización Familia Pasta de Conchos, Omar Ballesteros.
A ello se suma que los pozos carecían de barrenos para ver si había agua alrededor, no se previó que, en cuanto bajara el agua, se iban a encontrar escombros y había que ahuecarlos para que no se cayeran piedras.
Tampoco se informó a los familiares que “la bolsa de aire”, de la que hablaban las autoridades, no era posible crearla, así lo dice Armando González, un ex minero que ha trabajado en pozos como palero y es el encargado de poner trabes verticales para impedir que caigan piedras.
Todos esos elementos han sido parte del plan que en dos semanas ha fracasado.
Pasada la primera semana del inicio de trabajos de rescate de los 10 mineros atrapados de los pozos de carbón de El Pinabete, una inquietud en común sobrevoló entre los familiares de los trabajadores que esperaban tanto dentro del cerco que rodea la mina, como los que están afuera, sentados debajo de pequeñas carpas, mientras esperaban noticias: ¿por qué no dejaron participar directamente a mineros en el rescate?
“Ellos son los que saben, los mineros son los que los rescatan, son los que conocen el terreno”, se escuchaba decir entre familiares, algunos de los cuales son mineros experimentados, como don Antonio Cabriales, padre de Mariel Alberto Cabriales, que es uno de los 10 mineros. Otro es don Plutarco, ex suegro de Sergio Cruz Gaytán, también atrapado.
Además, los mineros son los que conocen mejor los secretos de la región carbonífera de Coahuila, precisamente la más golpeada por los accidentes de pozos, tajos y minas de carbón, que no son lo mismo, aunque de las tres maneras se extraiga carbón.
Ellos saben que precisamente los pozos son los más peligrosos, y los accidentes ocurren por explosiones causadas por gas grisú, o derrumbes causados por la filtración de agua, y como los pozos son verticales donde sólo cabe uno o dos mineros, se convierten en trampas mortales.
“Sabes cuando entras, pero no sabes si sales”, dicen de manera resignada.
LOS MILITARES NO SON RESCATISTAS
La activista Cristina Auerbach, quien durante años ha estudiado las condiciones sociales y laborales de los mineros en Coahuila, dice a La Silla Rota que el Ejército nunca había participado directamente en labores de rescate.
Recuerda que el Ejército sí ha acudido a sitios donde han ocurrido siniestros mineros, como es Pasta de Conchos, en 2006, donde quedaron atrapados 65 mineros, pero lo hizo para contener a los familiares.
El año pasado ocurrió un accidente en la mina Micarán, en Rancherías, municipio de Múzquiz, donde hubo un derrumbe y fallecieron 7 personas.
Aunque el Ejército hizo acto de presencia, no se encargó de la coordinación, sino fue la brigada de mineros de Mimosa, especializada en rescates y que para ello reciben entrenamiento.
Auerbach recordó que los mineros siempre han rescatado a mineros, lo hicieron durante el gobierno federal panista, priista y ahora con Morena, como el año pasado en Micarán.
“¿Cuál creo que es el punto? Que Andrés Manuel López Obrador cree que haciendo este brutal despliegue se diferencia de lo que pasó en Pasta de Conchos, pero los militares no son rescatistas, lo siento con el alma. Y los buzos marinos no pueden entrar a bucear al pozo porque es lodo. Llevan dos semanas regándola, que ya van entrar los marinos, que lo van a hacer los militares, y la de Protección Civil dijo que estamos a punto de entrar, y se les volvió a inundar”.
“Y luego informaron el lunes 13 de agosto aquí están los Marinos, la Defensa y Mimosa. Los primeros no tienen nada que hacer aquí. Ya estuvo bueno, dejen a los de Mimosa trabajar”.
Remarca que fue hasta el 14 de agosto, cuando se informó que de estar a menos de un metro se regresó a 15, que voltearon a ver a los expertos de Mimosa y los consultaron. Ahora ya se ven sus unidades a las afueras de la mina de Las Conchas, que está contigua a El Pinabete, y es la que está inundando los pozos donde están atrapados los mineros.
NO ES CUALQUIER TIPO DE RESCATE
Previamente, las fotos que se enviaban desde el equipo de rescate interinstitucional mostraban a los militares jalando un cable, otros colgando una bomba.
“Está bien, todo mundo puede ayudar, pero no puede Protección Civil que no tiene experiencia en rescates mineros. No es cualquier tipo de rescate. Ya se vio con esto, las minas de carbón son muy peligrosas y este rescate es de alta complejidad, el de Rancherías también lo fue”.
Añade que el gran problema es que al presidente le cuesta reconocer y aceptar que necesita ayuda de estas cuadrillas de rescate que son de Alonso Ancira, el empresario involucrado en la compra de Nitrogenados durante el sexenio de Enrique Peña Nieto.
De hecho, el año pasado la Coordinadora Nacional de Protección Civil les dio el Premio Nacional de Protección Civil, precisamente por el rescate de Micarán, pero no dijo que eran la cuadrilla de Mimosa y Micare, sino que eran “mineros voluntarios”.
“Hazme el favor”, critica Auerbach, quien coordinó la investigación Carbón Rojo, sobre las condiciones de seguridad y laborales en Coahuila, y que concluyó que de 1886 a 2018 habían ocurrido más de 3 mil muertes de mineros debido a la falta de equipo e infraestructuras defectuosas, sin que hubiera castigo para los responsables.
LAS CUADRILLAS ENTRENAN PARA RESCATAR
La activista dice que las cuadrillas de rescate de Minosa y de Micare son las mejor preparadas para los rescates, ya que entrenan tres días a la semana luego de trabajar, cargan equipos de 40 kilogramos y traen ventiladores autónomos con tanques de oxígeno, como los buzos, pero se trata de mascarillas que les impiden respirar el gas grisú, al que los mineros llaman "el aliento del Diablo".
“Porque Protección Civil habla de que puede explotar, pero antes de que explote se incendia y antes de esto intoxica a las personas. Entonces no tienen experiencia en rescate minero y menos en minas de carbón y sin embargo ahí están. A mí no me genera confianza que gente sin experiencia lo esté haciendo”.
Reitera que son los mineros de Minosa o Micare los que hacen los rescates, porque los del gobierno de Coahuila tampoco lo hacen.
“Veo este desastre y no puedo entender que luego de 12 días sigan insistiendo que sea la Defensa quien lo va a hacer. Por Dios, dejen trabajar a los rescatistas".
Auerbach dice que, a pesar de la recurrencia de accidentes, la indiferencia gubernamental ha causado que ni siquiera exista un protocolo de rescate en minas de carbón. Refiere que por ejemplo Colombia si los tiene en salvamento minero.
Menciona que, en 2019, en Rancherías, también Múzquiz, hubo un accidente de otra persona y el gobierno federal no envío a nadie para rescatarlo, porque era una y murió.
Omar Ballesteros, de la Organización Pasta de Conchos, dice que antes generalmente no intervenía el gobierno federal en los rescates, y cuestiona que, si en verdad querían ayudar, lo hubieran hecho para cerrar el pozo de El Pinabete, cuya apertura está rodeada de irregularidades.
Otro cuestionamiento ya más directo sobre el operativo es sobre el uso de un buzo y de la famosa cápsula de vida, algo que nunca antes se había usado y cuya utilidad ha sido puesto en duda por parte de los activistas como de los mineros han puesto.
Ballesteros, desde antes de que el Equipo Interinstitucional de Rescate anunciara, el 15 de agosto, que se inyectará concreto para frenar el flujo de agua que proviene de la mina vecina y 100 veces mayor de Las Conchas, había dicho que no tenían mapa de los pozos ni de la mina.
“Lo debería tener la empresa y forma parte de las irregularidades”.
LA "AVARICIA" DE LOS DUEÑOS
Don Armando Alonso ha sido palero en varios pozos, similares al de La Agujita. Dice que cuando se hacen estructuras de este tipo se cortan 50 metros en cada uno de los puntos cardinales, y se van comunicando en cuadritos de 25 y 30 metros, para que el aire circule en los túneles, pero que eso no se hizo en El Pinabete y califica eso de “gente avariciosa”.
A ello se suma que quienes están en los trabajos de rescate descubrieron que el camino está obstruido.
“Nosotros sabíamos eso, que está obstruido, hay que ir todos los trabajadores a limpiar, a poner madera nueva y sacar toda la tierra”, propone.
Entrevistado antes de que se anunciara un nuevo plan de rescate que incluye asesoría extranjera, debido a que volvió a subir el nivel del agua atribuido a la mina de Las Conchas, ya desde entonces don Armando preveía que el rescate tardaría.
“Pos sí. Hay que retirar todo y que sean los trabajadores porque los de la Sedena no saben, ellos creían que cuando se acabara el agua iba a estar el túnel a todo dar; no, se ocasionan derrumbes porque la tierra está suave abajo, la madera se cae y todo el cielo queda flojo y hay que repararlo otra vez”.
“Hay que ir a limpiar –los túneles– va a ser puro mugrero pero cada metro hay que reconstruirlo. Yo soy palero y los compañeros que están allá saben lo que tienen que hacer, no sé por qué no actúan.
Esos señores que dicen no y no y que solo aventaron el mentado dron, y quitaron eso y ya.
Los mineros los van a sacar, ellos no”, coincide con Ahuerbach.
Después de sacar el mugrero hay que meter madera nueva y eso lleva tiempo, prevé, ya que hay que meter madera y aguacalar para arriba lo que se haya aflojado.
“No sé cuánto tiempo se lleve porque dicen que esta desbarrancado. Hay que ir todos los mineros con sus palas y una pistola neumática para quitar las piedras grandes que se hayan quitado, pero sin hacer tanta vibración a la madera porque pueden generar otro derrumbe”, advierte.
¿Había visto un accidente como este?
"No. Cuando se siniestró el pozo La Espuelita, en Barroterán, le tocó a mi tío Anacleto Navarro y mis tíos entraron a sacarlos".
A pesar de que ya pasaron 20 años de ese accidente, su memoria recuerda que el encargado era Juan Ángel Garza, era encargado de la Espuelita, era similar a El Pinabete y tardó 8 o 10 días.
"Aunque a Garza no le tocó el agua y estaba al aire libre, murió, fueron muchos días, pero sí tenía aire. Pero eso de las bolsas de aire no existe oiga, porque si llena un bote de 20 litros de agua, dígame donde queda el aire", concluye.