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“Nuestra mayor venganza es que seamos felices”: Kenya, presidenta de Tiresias

Esta activista trans narra para La Silla Rota la violencia que vivió desde que era una niña de nueve años; ahora es una de las mujeres más poderosas de México

Escrito en ESTADOS el

CUERNAVACA.- Fue muy al principio de su vida cuando a Kenya Cuevas el dolor la tomó por asalto. A los nueve años le tocó salir expulsada de su casa y tuvo su primer cliente. ?Incapaz de saber hasta qué punto estaba alejada de su madre y de todo, se hospedó en la calle. Al pasar los años, vinieron las drogas, la cárcel, testigo y sobreviviente de un transfemenicidio.

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La violencia familiar y la discriminación por falta de información sobre el derecho a elegir nuestra identidad, que en la década de los ochenta no existía, sufrí violencia a través de mi propia familia, explica Kenya, cruza la pierna izquierda se acomoda en el sillón, se arregla el pelo, recorre con la mirada la sala donde revolotean mariposas por la paredes, los cuadros, que también están tatuados en los brazos, las piernas de quienes le acompañan en la recién inaugurada Casa de la Muñecas “Tiresias” de la que es fundadora y directora, pide silencio... se precipita para contar su historia, por el ventanal se escucha parte de una famosa canción: Señor, tú que estás en los cielos/ Y que eres tan bueno/ Que no quede huella en mi piel de sus dedos/ Él me mintió, él me mintió/ él me mintió.

Entonces, Kenya relata, “salgo expulsada tras el deceso de mi abuela materna,  quien nos crió a los siete hermanos, ya que mi madre vivía en otros estados y países buscando oportunidades laborales y mi padre… él tenía otra familia”.

Cuando muere mi abuela la violencia incrementó en casa, mis hermanos dejaron de llevarme a la escuela, me golpeaban, me quitaban lo poco que trabajaba en la calle o donde me daban trabajo, hasta que desconsolada de tanta violencia decidí salir.

LA ALAMEDA CENTRAL, PUNTO PARA UNA NUEVA VIDA

Llegué a la Alameda Central, era el único lugar que conocía en la Ciudad de México. Sabía llegar porque mi abuelita nos llevaba a tomar la foto de Reyes Magos y conocía el traslado en Metro, vivíamos en la Colonia Moctezuma.

Una vez que salí, lo que no sabía era ¿qué iba a pasar después? Pero ese día, conocí a una mujer trans con quien de inmediato me identifiqué y le pedí que me ayudara a arreglarme como ella.

Una vez transformada, me pidió que me pusiera a trabajar, no era raro, en esa zona estaban los niños rata. Los menores que vivían en las coladeras y ejercían el trabajo sexual para sobrevivir, así que me fue fácil hacerme de mi primer cliente ¡a los nueve años!, le pedí que me subiera a su auto y me llevara a un hotel.

Ahí a donde me llevó le daban residencia a las trabajadoras sexuales… otra violencia estructural a la que nos enfrentamos las mujeres trans. Bueno, residencia significa que te alojan, pero hay que pagarles a diario.

Cuando conocí a esas mujeres trans, me identifiqué, pero no sabía cómo llamarlas. Me ayudaron a arreglar y en cuanto me vi, supe que eso era lo que quería hacer. Esa noche me llevaron a un sitio de trabajo sexual en Álvaro Obregón e Insurgentes, me presentaron a la madrota, me aceptó y dijo que me cobraría 1,500 pesos por noche y… empecé.

No fue fácil, en los ochenta, enfrentamos una persecución del Estado por ser mujeres trans. Argumentaban que incitábamos a la gente a la prostitución.

CON NUEVE AÑOS, ATENDÍA HASTA OCHO CLIENTES DIARIOS Y… ME VOLVÍ ADICTA

Por día, me aventaba entre seis y ocho clientes, por ser una niña de nueve años tuve mucha clientela; aunque también me inicié en el uso de sustancias psicoactivas, alcohol, mariguana, chochos, cocaína.

En el trabajo sexual, las mismas compañeras consumidoras te ponen el contacto para la compra sistemática. Y pues siendo una niña abandonada, me sentía destruida, resentida… fui presa fácil. En las drogas encontré una salida, me gustó. La adicción me orilló a vivir en situación de calle.

Limpié parabrisas en las esquinas del Centro de la ciudad, viví en parques… ¡llegué a prostituirme por un peso! y así completar para mi dosis de cocaína cuando llegó la piedra a México, en los noventa. Así fue por 20 años…

ME ACUSARON DE VENDER DROGA Y PASÉ MÁS DE 10 AÑOS PRISIÓN

Después llegué a Tepito y Madero, lugar en donde cayó un operativo, nos pidieron tirarnos al suelo y a mí me acusaron de vender droga. Toda la mercancía que había, dijeron que era mía, y quien lo dudaría, si tenía aspecto de calle, estaba desnutrida. Me sentenciaron a 24 años y me llevaron a la penitenciaría de Santa Martha.

En prisión, tuve que aprender a defenderme legalmente, conocí a una licenciada que me ayudó a hacer escritos para lograr una disminución de la sentencia. En ese tiempo se estaban haciendo reformas a la ley que me beneficiaban. Comencé a meter escritos y logré tres rebajas a mi sentencia. Con 10 años y 8 meses en la cárcel, conseguí una última rebaja, que me obligaba a permanecer 10 años, 8 meses y 7días, así que me faltaban esos siete días pero… ¡esa misma noche me llegó la absolución! Así que salí de inmediato, ya tenía 38 años de edad.

Después de ver la violencia que se vive en centros penitenciarios, donde además de ser trabajadoras sexuales, somos violadas, usadas como domésticas y carentes de opciones laborales, hay total falta de atención a quienes viven con VIH, simplemente… las dejan morir. Esto me impulsó a denunciar a los centros penitenciarios.

En 2009, apoyada por una Clínica de la Condesa, en la Ciudad de México, logramos la atención integral de quienes viven en prisión con VIH.

VIVIR CON ESTIGMAS, ME LLEVÓ A IMPLEMENTAR LOS ALBERGUES

En 2010, emprendo una lucha de prevención para las trabajadoras sexuales, porque al salir de prisión, regresé al trabajo sexual y ¡no teníamos condiciones de salud!

Las mujeres trans vivimos llenas de estigmas. En mi caso, privada de la libertad, mujer consumidora de sustancias, trabajadora sexual, mujer trans, era difícil conseguir trabajo.

Fue así que empecé a entender las problemáticas sistemáticas que vivimos las personas trans en México y me decidí. Busqué implementar una línea de albergues que den atención y acompañamiento integral a esas mujeres históricamente desfavorecidas.

?NO HAY PALABRAS PARA TRANSMITIR LO QUE HE VISTO

?En 2016 me tocó atestiguar el transfeminicidio de Paola Buenrostro, en la Ciudad de México. No conforme, el asesino intentó matarme también, para mi fortuna, el arma se encasquilló. Fue mi turno y pude detenerlo. No sirvió de mucho, porque el Ministerio Público, violentando nuestros derechos humanos, no realizó las diligencias correspondientes y ese sujeto quedó en libertad.

Entonces, pedí el cuerpo de Paola. Lo usé para bloquear Avenida de los Insurgentes ¡a las dos de la tarde! Fue mi forma de decirle al mundo y a la sociedad que ya estaba cansada de tanta violencia. Que no había espacio en la sociedad donde no nos violentaran o nos señalaran por ser diferentes.

¿Diferentes? También somos mujeres que pagamos impuestos, una renta, compramos y consumimos en las tiendas. Como tal, merecemos nuestros derechos humanos.

LA CASA DE LAS MUÑECAS

Luego de todo ese calvario, llegaron los albergues. Se componen de cuatro líneas: ingreso, intermedio, avanzado y vida independiente. En esta línea de tiempo, les damos acompañamiento educativo, les enseñamos a tener autonomía económica, a cuidar su salud mental. Llevan talleres de inglés, de todos los idiomas, de computación, actividades culturales, deportivas y artísticas.

Tenemos actividades recreativas que les ayudan a construirse y reconstruirse como mujeres. Les ayudamos a entender que aunque el trabajo sexual es digno, es muy riesgoso para las mujeres trans. México ocupa el segundo lugar en crímenes de odio y el 87 por ciento de los asesinatos son de mujeres trans sexoservidoras.

Lo que buscamos, es darles herramientas de vida para que defiendan sus derechos, pero que también sepan las responsabilidades de esos derechos. Y a su vez, puedan llevar una vida de calidad y entiendan que hay una gama de oportunidades laborales, y si se preparan, pueden calificar para cualquiera de éstas.

A la Casa de la Muñecas pueden acudir todos... quienes están en situación de vulnerabilidad y requieran un albergue, alimentación; toda persona que se decida a cambiar su vida.

Todos los servicios son gratuitos. He pasado por esas transiciones y sé que uno no tiene ni para comer o trasladarse. El que una organización te lleve a hacer un cambio de identidad y me pague… es muy valioso.

Si alguien con VIH en fase terminal, vive en un hotel abandonado, nos puede hablar, iremos por esa persona y la llevaremos a un hospital. La ayudaremos a sacar sus documentos de identidad para acceder a programas sociales.

INVISIBLE EN SANTA MARTHA

Es desgarrador. Cuando ingresé a Santa Martha fui violada por 40 hombres que después me obligaron a hacer sus tareas: lavar ropa, trastes, estancias. Nadie nos defiende. Somos invisibles como mujeres, nos tratan como hombres.

Invisibilizan nuestra identidad y expresión de género, no hay libre desarrollo de la personalidad, esto nos lleva a renunciar a nuestra transición para vivir un mundo de oscuridad. Los servicios de salud son deplorables; la comida, un asco.

Pese a que hay un presupuesto de alimentación, de reinserción, educación para los internos, pero el desvío por corrupción es impresionante. Venden drogas, hay líderes… todo en colusión con autoridades de los centros penitenciarios.

Kenya hace una larga pausa y lanza un fortísima oración : Nuestra mayor venganza es que seamos felices…

KENYA CUEVAS, “MUJER DEL AÑO” Y ENTRE LAS 100 MÁS PODEROSAS DE MÉXICO

Kenya Cytlaly Cuevas Fuentes, mujer trans fundadora y directora de Casa de las Muñecas “Tiresias” A.C., confiesa que apenas terminó la secundaria y está por iniciar la preparatoria, pero su experiencia la avalan innumerables reconocimientos.

Éstos los ha obtenido por su inagotable participación en foros, seminarios, impartición de capacitaciones en instituciones públicas y universidades.

Desde el transfeminicidio de Paola Buenrostro en 2016, relató Kenya, ha trabajado incansablemente y esto se ve reflejado en reconocimientos tanto de instancias de gobierno como de medios de comunicación.

Tengo uno (reconocimiento) del Congreso de la Ciudad (de México) en 2020 como ‘Mujer del Año’, otro en Derechos Humanos. Uno de la Revista Forbes como una de las ‘100 Mujeres más Poderosas en México

“La Revista Quién me reconoció como una de las 50 personas que transforma México. Tengo el galardón de Forjadores de México, por la Sedena, y varios reconocimientos del Congreso del Estado de México, uno de ellos como ‘La Mujer del Año’”.

CASA HOGAR ‘CATHERINNE DANIELLE MÁRQUEZ’ AC.

Kenya Cytlaly Cuevas Fuentes

Fundadora y Directora de Casa de las Muñecas “Tiresias” AC

https://www.munecastiresias.org

Dirección: Paseo 3 Canto esq. Pedro de Albarado Col. Lomas de Cortés, C.P. 62240, Cuernavaca, Morelos.

Cómo llegar: https://goo.gl/maps/WVmzggnRuGuqqW147

 

 

 

 

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