A los 81 años, murió Sebastião Salgado, un nombre fundamental en la fotografía contemporánea. Su vida y trayectoria fueron retratadas en el aclamado documental “La Sal de la Tierra”, nominado al Óscar por su emotivo y visual recorrido por su obra.
Durante cuatro décadas, Salgado dedicó su lente a capturar las zonas más remotas y olvidadas del planeta, convirtiéndose en una referencia para generaciones enteras.
Originario de Aimorés, en Brasil, Salgado se formó como economista en la Universidad de São Paulo, obteniendo luego un doctorado en París. Su carrera dio un giro inesperado mientras trabajaba en Londres, en la Organización Internacional del Café. En sus viajes a África, el impacto de las realidades que conoció lo llevó a interesarse profundamente por la fotografía.
Te podría interesar
A partir de ese momento, inició un recorrido que lo llevaría a registrar con un estilo inconfundible los contrastes del mundo: desde paisajes de sobrecogedora belleza hasta las tragedias humanas más dolorosas.
Una mirada única sobre el planeta
Autodidacta y con doble nacionalidad —brasileña y francesa—, Salgado logró que su trabajo apareciera en publicaciones icónicas como Life y Time, y sus imágenes fueron expuestas en grandes museos del mundo, como los de París, donde residió durante muchos años.
Sus proyectos lo llevaron a documentar el sufrimiento humano y las crisis del llamado Tercer Mundo —en lugares como Ruanda, Guatemala, Bangladés o Indonesia— con una sensibilidad que provenía, como él mismo decía, de compartir raíces con quienes retrataba.
Su característico uso del blanco y negro confería a sus fotografías una estética poderosa, a menudo utilizada para alertar sobre la degradación ambiental, como en sus tomas de la Amazonía y sus “ríos voladores”.
TAMBIÉN PUEDES VER:
CNTE bloque acceso al AICM; Sheinbaum les cancela reunión
El nuevo "Cata" Domínguez que Cruz Azul ficharía gratis
Premios, documentales y legado
La profundidad y humanidad de su trabajo le valieron reconocimientos como el Premio Príncipe de Asturias y el galardón de la Fundación Hasselblad. Fue además el centro del documental La sal de la tierra, dirigido por Wim Wenders, que narraba sus exploraciones por regiones inexploradas como el Ártico y Papúa Nueva Guinea, y que sirvieron de base para su libro Génesis (2013).
Orígenes humildes y una vida marcada por la perseverancia
Salgado creció junto a siete hermanas en una hacienda familiar, donde las distancias eran tales que aprender a esperar se volvió una virtud —una cualidad esencial para su futura labor fotográfica.
Estudió Derecho antes de pasar a la Economía. Comprometido políticamente, emigró a Francia en 1969 junto a su esposa, Lélia Wanick, huyendo de la dictadura militar brasileña. Fue Lélia quien, con una cámara, despertó en él la pasión por la fotografía, que rápidamente sustituyó su interés por los informes económicos.
Rechazó una oferta del Banco Mundial para seguir su vocación, mientras su esposa criaba a sus hijos, entre ellos Rodrigo, que nació con síndrome de Down.
África, su primer escenario fotográfico
Salgado encontró en África un entorno que le resultaba familiar por sus vínculos culturales con Brasil. Allí realizó sus primeros trabajos documentales sobre hambrunas y sequías, lo que le abrió las puertas de la agencia Magnum en 1979.
En uno de los pocos trabajos como reportero de noticias de última hora, presenció y fotografió el intento de asesinato del presidente estadounidense Ronald Reagan en 1981.
Pero su verdadero reconocimiento llegó con su libro Otras Américas (1984), centrado en comunidades indígenas de América Latina, y más tarde con su impactante cobertura de la mina de oro de Serra Pelada en Brasil, donde convivió con miles de trabajadores en condiciones extremas.
Un testigo del éxodo humano
Con Éxodos (2000), Salgado retrató los desplazamientos forzados en más de 40 países, consolidando su lugar entre los grandes fotógrafos humanistas.
ÚNETE A NUESTRO CANAL DE WHATSAPP. EL PODER DE LA INFORMACIÓN EN LA PALMA DE TU MANO
SÍGUENOS EN EL SHOWCASE DE GOOGLE NEWS
Aunque algunos críticos cuestionaron su enfoque visual de la miseria, él siguió firme en su convicción de que la belleza podía ser un vehículo para despertar conciencia.
LCM
