DESPEDIDA

Nos sobran los motivos para llorar por el retiro de Joaquín Sabina

La despedida definitiva del cantante en el Movistar Arena de Madrid quedará inscrita como uno de los momentos más significativos de la música española contemporánea

Créditos: X@MovistarArenaEs
Escrito en YO SOI TU el

El adiós de Joaquín Sabina no solo marca el final de una trayectoria artística, sino también la despedida de una voz que ha acompañado a varias generaciones en sus momentos más íntimos. Su legado, sin embargo, seguirá vivo allí donde sus canciones continúen encontrando refugio.

La despedida definitiva de Sabina en el Movistar Arena de Madrid quedará inscrita como uno de los momentos más significativos de la música española contemporánea. Tras más de 50 años dedicados a los escenarios, el cantautor puso punto final a su carrera en un recinto colmado de seguidores que, conscientes de la trascendencia del acto, acudieron a acompañarlo en el cierre de su gira "Hola y adiós".

Desde mucho antes de que se atenuaran las luces, era evidente que la ciudad vivía una noche excepcional. La expectación latente entre el público —una mezcla de nostalgia, gratitud y nerviosismo— anunciaba que no se trataba de un concierto más, sino de un encuentro irrepetible entre un artista emblemático y quienes lo han acompañado a lo largo de generaciones.

IG @jsabinaoficial. Antes de poner fin a su carrera, el cantautor dirigió unas palabras a sus seguidores

Nos sobran los motivos para llorar por el retiro de Joaquín Sabina

El telón imaginario se levantó con la proyección de "Un último vals", mientras los músicos tomaban sus posiciones. Cuando Sabina apareció finalmente sobre el escenario, el pabellón estalló en una ovación unánime que marcó el inicio de un recorrido emocional por gran parte de su obra.

La velada comenzó con "Yo me bajo en Atocha," un gesto de cariño hacia Madrid, y continuó con piezas ya esenciales de su repertorio: "Lágrimas de mármol", "Lo niego todo" o "Mentiras piadosas". Cada estrofa fue coreada como si formara parte del acervo personal de cada asistente. La conexión entre artista y público alcanzó una intensidad pocas veces vista, sostenida por una banda de siete músicos que aportó brillo y precisión a cada interpretación.

A medida que avanzaba el programa, la emoción se hizo más profunda. Sonaron Ahora que…, Calle Melancolía y la siempre infalible "19 días y 500 noches", momentos en los que el recinto entero pareció convertirse en un coro multitudinario. Sabina, sentado en su ya habitual taburete alto, cantó con una voz frágil pero honesta, mostrando sin disimulo los rastros de una gira extensa y de una vida dedicada al oficio de la música.

En los intermedios, los miembros de su banda asumieron el protagonismo: Jaime Asúa imprimió energía a Pacto entre caballeros; Mara Barros ofreció una interpretación luminosa de Camas vacías; y Antonio García de Diego emocionó al público con "La canción más bella del mundo". El concierto avanzó entre temas íntimos y otros de mayor vitalidad, hasta desembocar en unos bises celebrados con fervor, encabezados por "Tan joven y tan viejo", "Contigo y princesa".

TAMBIÉN PUEDES VER:

¡Al estilo Christian Nodal!: 5 artistas que pelearon legalmente por sus canciones (y ganaron)

Miguel Mateos lanza fuerte mensaje contra el uso de inteligencia artificial en la música

El desenlace llegó con la misma sobriedad que ha caracterizado siempre al artista. Sabina saludó al público con su icónico sombrero antes de retirarse por un lateral del escenario, mientras sonaba "La canción de los (buenos) borrachos". Muchos asistentes afirmaron haber visto en él un atisbo de lágrimas, reflejo del peso emocional de la despedida.

Antes de poner fin a la noche, el cantautor dirigió unas palabras a sus seguidores, un mensaje que resonó como una confesión sincera:

“Ha sido un adiós enormemente agradecido porque he ido viendo, al vivir y viajar, cómo han viajado y crecido mis canciones y yo con ellas. Y cómo han conseguido, de un modo misterioso, colarse en la memoria sentimental de varias generaciones. Todo eso tengo que agradecéroslo a vosotros, porque sin vosotros las canciones no existirían. Gracias eternas”.

Con este último gesto, Sabina cierra su vida sobre los escenarios para iniciar una etapa más serena, alejada del ritmo vertiginoso de las giras. Dedicarán ahora su tiempo —según ha expresado en diversas ocasiones— a la lectura, la escritura y la pintura, acompañado por su esposa, Jimena Coronado, y sus hijas, Carmela y Rocío.

LCM