Rodolfo Neri Vela pasó de Chilpancingo a la órbita terrestre y dejó una huella imborrable en la historia científica de México. Nacido el 19 de febrero de 1952 y formado como ingeniero en Comunicaciones y Electrónica en la UNAM, se convirtió en el primer mexicano en volar al espacio, un 26 de noviembre de 1985, es decir, hace 40 años.
Su llegada al espacio no fue por casualidad: obtuvo grados de posgrado en el Reino Unido y, gracias a su talento y determinación, fue como llegó a los límites del cielo como especialista de carga útil en la misión STS-61B del transbordador Atlantis, la cual fue un acuerdo de cooperación entre la Secretaría de Comunicaciones y Transportes (SCT) y la NASA.
“La NASA no estaba en mis planes, pero se presentó la oportunidad; la clave es prepararse todos los días y pensar en grande, sino no se llega a ningún lado, ni al espacio”, afirmó Neri Vela en una entrevista con la UNAM.
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Pero, además, entre los objetivos de esta tarea, se encontraba el lanzamiento del satélite mexicano Morelo-B, parte de la infraestructura de telecomunicaciones del país.
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Así fue el lanzamiento de la misión de Rodolfo Neri Vela al espacio
El esperado lanzamiento ocurrió la noche del 26 de noviembre de 1985; la misión duró alrededor de siete días y la tripulación orbitó la Tierra más de cien veces antes de aterrizar el 3 de diciembre.
Durante la tarea, Rodolfo Neri Vela llevó a cabo experimentos biológicos y de materiales, además de otras actividades como operaciones de la carga útil y tomó fotografías de la Península y el territorio mexicano desde la órbita.
Además de los experimentos formales, la misión dejó anécdotas populares: Neri Vela solicitó tortillas para su alimentación en órbita —una decisión práctica porque las tortillas no generan migajas— y con ello introdujo un pequeño pero memorable gesto cultural a la vida en el transbordador.
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La vida después del espacio
Al regresar a México, Rodolfo Neri Vela combinó la docencia y la divulgación científica: impartió clases e investigó en la UNAM y en otras instituciones, promoviendo la ingeniería espacial y la formación de nuevas generaciones de científicos e ingenieros.
“El Conacyt en su momento me pidió que fuera conductor de su programa científico televisivo ‘Cambio’. He sido invitado por el canal NatGeo, grabé programas y entrevistas del tema espacial con los mejores científicos mexicanos en la televisión de Puebla. El Conacyt también me pidió un libro para niños sobre astronomía y así nació 'El pequeño astronauta'”, afirmó en una entrevista que concedió a la editorial Gandhi.
Su figura se ha mantenido activa en conferencias, programas educativos y en la promoción de políticas públicas orientadas al desarrollo espacial del país, convirtiéndose en un referente para la Agencia Espacial Mexicana y para proyectos de telecomunicaciones nacionales.
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Hoy, a cuatro décadas después de STS-61B, la historia de Rodolfo Neri Vela sigue siendo un recordatorio potente: la combinación de formación académica sólida, cooperación internacional y voluntad política puede abrir caminos tecnológicos antes impensados.
EONM
