En la Ciudad de México, en el año 1956, ocurrió una historia fascinante que involucra a dos personajes icónicos de la cultura mexicana: Silvia Pinal y Diego Rivera. Esta increíble historia cuenta el origen de una famosa pintura valorada en 3 millones de dólares.
Silvia Pinal comenzó su carrera a los 17 años de edad en 1949, con un papel secundario en la película "La bamba". A los 25 años, la actriz ya era reconocida internacionalmente y había protagonizado películas junto a Antonio Aguilar y Miguel Torruco, entre otros. La fama y la riqueza sonreían abundantemente a la Última diva del cine mexicano, tanto que en 1955 el arquitecto Manuel Rosen Morrison diseñó la mansión de la actriz en la colonia Jardines del Pedregal, al sur de la Ciudad de México.
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Fue el mismo arquitecto Rosen Morrison quien presentó a Silvia Pinal con el pintor muralista Diego Rivera. "Vamos a que te pinte", le propuso el arquitecto. A pesar de las negativas iniciales de la actriz, finalmente la convenció de conocer a Diego Rivera, quien tenía su estudio de arte en Altavista, cerca de San Ángel, en la Ciudad de México. Cuando el arquitecto le propuso a La Diva acudir a Diego Rivera para que la retratara, Silvia le respondió: "¿Pero de dónde voy a sacar para pagarle? Estás loco". Sin embargo, no se imaginaba el maravilloso detalle que el destino le estaba preparando.
Esta historia ha sido relatada en diversas ocasiones por la Diva del cine mexicano, convirtiéndose en una anécdota entrañable que reúne a varios personajes del arte y la cultura en México.
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En un principio, Diego Rivera propuso a Silvia Pinal que el retrato se hiciera sin ropa, pero la modelo se negó, ya que buscaba que la obra de arte fuera elegante y de buen gusto. Sin dudarlo, la actriz recurrió al diseñador mexicano Tao Itze, el experto en moda más relevante de la época, quien había vestido a grandes intérpretes de la música regional, como Lola Beltrán.
La pintura es una pieza de arte muy valiosa para la cultura mexicana, ya que reúne a diversos personajes históricos del México contemporáneo. Está firmada con fecha del 3 de noviembre de 1956. Sin embargo, Silvia Pinal comenta que la producción del cuadro duró tres meses y las sesiones de pintura requerían que ella posara de pie durante varias horas al día. El retrato ha acompañado a Doña Silvia en varios momentos de su carrera, por ejemplo, cuando fue utilizado en la escenografía del programa "Mujer, casos de la vida real" durante más de 20 años.
También ha sido una pieza lujosa en la mansión que Silvia Pinal ha habitado desde 1955 y actualmente forma parte de la colección exhibida en el Museo Casa Estudio Diego Rivera y Frida Kahlo.
Finalmente, el cuadro fue un regalo del artista. Doña Silvia Pinal no pagó ni un solo peso por esta obra de arte valorada en más de 3 millones de dólares. Es un testimonio de la generosidad y el talento de Diego Rivera, quien dejó un legado invaluable en la historia del arte mexicano.
Esta emocionante historia nos muestra la conexión entre dos figuras emblemáticas de México, Silvia Pinal y Diego Rivera, y cómo el arte puede unir a personas y trascender el tiempo. El cuadro de Silvia Pinal pintado por Diego es una muestra tangible de esta historia única que perdura en la memoria colectiva del país.