El cine de terror, a lo largo de su historia, ha experimentado notables transformaciones en sus técnicas y enfoques con el fin de mantener a su audiencia en vilo. Hoy en día, el género se ha llenado de "sustos repentinos", efectos especiales excesivos y clichés que han llevado a una saturación que disminuye la capacidad de asustar a los espectadores. Sin embargo, hace medio siglo, una cinta logró desafiar estas convenciones y se convirtió en un clásico indiscutible: "El Exorcista".
Dirigida por William Friedkin y escrita por William Peter Blatty, quien se inspiró en su propia novela, la película se adentró en dilemas centrales de la época. Exploró la lucha entre el bien y el mal, la fe frente a lo inexplicable para la ciencia y los conflictos morales que enfrenta cualquier individuo. Su enfoque visual y la profundidad con la que presentó a los personajes, enfrentándolos a dilemas ético-morales, la destacaron en su época.
"El Exorcista" se convirtió en un éxito rotundo, generando enormes filas en los cines y llevando a que algunos espectadores abandonaran la sala a mitad de la película debido al miedo que les provocaba. Otros resistían hasta el final, pero salían visiblemente afectados, algunos incluso desmayados o con lágrimas en los ojos.
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La importancia de "El Exorcista" en el séptimo arte
De acuerdo con Carlos Hugo Gómez Oliver, docente de la Escuela Nacional de Artes Cinematográficas compartió en UNAM Global el impacto de esta película, pues no se debió únicamente a su calidad audiovisual, sino también a su conexión con un evento real. William Peter Blatty se inspiró en un artículo del Washington Post sobre un joven liberado de una posesión demoníaca a través de exorcismo, cuyo seudónimo era "Roland Doe". El éxito del libro de Blatty y su posterior adaptación cinematográfica se basaron en esta historia verídica, lo que le otorgó autenticidad y un poderoso atractivo para el público.
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La película se estrenó en una época de agitación global, con la guerra de Vietnam, el aumento de asesinos seriales en los Estados Unidos, la masacre de Kent State en 1970 y el auge de seguidores de la Iglesia de Satán. En este contexto, el Papa Pablo VI mencionó que "el humo de Satanás" había entrado en el templo de Dios. Sorprendentemente, la Iglesia respaldó "El Exorcista", viéndola como una afirmación del poder de la fe en un mundo turbulento.
A lo largo de la producción del film, se difundieron rumores sobre eventos sobrenaturales, alimentando la percepción de que la película estaba "maldita". Estos rumores, aunque en parte exagerados, también contribuyeron al misterio y la intriga en torno a la película.
A pesar de los remakes y adaptaciones posteriores, "El Exorcista" sigue siendo un referente en el cine de terror, 50 años después de su estreno ha dejado una marca imborrable en la memoria colectiva, gracias a su capacidad para explorar los miedos más profundos de la humanidad y su impacto en una época turbulenta.
Es importante destacar la contribución de Gonzalo Gavira, un técnico de sonido cinematográfico mexicano, que formó parte del equipo galardonado con el Premio Oscar en 1974 por "El Exorcista". Su trabajo en la creación de efectos sonoros, en una época en la que la tecnología era limitada, subraya la importancia del sonido en el éxito de la película, y su legado sigue vivo en la cultura cinematográfica mexicana.