XALAPA, VER.- A más de ocho décadas de los crímenes cometidos por Gregorio “Goyo” Cárdenas Hernández, conocido como “El estrangulador de Tacuba”, su historia sigue siendo una de las más estudiadas en la criminología mexicana. Considerado el primer asesino serial de mujeres mexicano, su caso marcó un antes y un después en la manera de entender la violencia criminal, la salud mental y el sistema de justicia.
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Cárdenas nació en 1915. Algunos especialista y divulgadores de la historia afirman que nació en Veracruz. Fue un estudiante destacado de Derecho y de Ciencias Químicas. Su perfil académico, carácter amable y aparente inteligencia contrastaban con los crímenes que cometería años más tarde.
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Los asesinatos de 1942
En agosto de 1942, Cárdenas rentaba una casa en la calle Mar del Norte, en la colonia Tacuba, donde cometió los asesinatos que lo harían tristemente célebre.
Su primera víctima fue María de los Ángeles González, una joven sexoservidora a la que llevó a su domicilio bajo el pretexto de una cita. Después de atacarla sexualmente, la estranguló con un cordón y enterró el cuerpo en el jardín.
Poco después repitió el patrón con otra prostituta identificada como Graciela Arias Ávalos, a quien asesinó y ocultó en el mismo lugar. La tercera víctima fue Rosa Reyes, también sexoservidora, cuyo cuerpo fue sepultado junto a los anteriores.
La cuarta víctima fue una estudiante de la Escuela Nacional Preparatoria, identificadacomo Raquel Martínez de León, quien además era compañera de estudios de Cárdenas. Con ella actuó de la misma forma: la llevó a su casa, la estranguló y la enterró en el jardín.
Descubrimiento de los cuerpos
La madre de Cárdenas comenzó a sospechar de su comportamiento y, tras denunciarlo a las autoridades, la policía realizó cateos en la vivienda. Ahí hallaron los cuatro cuerpos enterrados en el patio, confirmando los asesinatos y detonando la conmoción pública.
El hecho de que un joven de 27 años, con estudios en Derecho y Ciencias Químicas, fuera responsable de estos crímenes estremeció a la sociedad. La prensa de la época lo bautizó como “El estrangulador de Tacuba”, y el caso tuvo amplia cobertura nacional, convirtiéndose en un referente de la nota roja mexicana.
Este episodio abrió debates sobre la salud mental, la peligrosidad de individuos con aparente brillantez intelectual y la capacidad del sistema judicial y penitenciario para enfrentar crímenes de tal magnitud.
Detención e indulto
Tras su arresto, fue internado en el manicomio de La Castañeda y, más tarde, trasladado a la cárcel de Lecumberri, donde permaneció más de tres décadas. Durante su tiempo en prisión, estudió derecho, escribió poesía y ejerció como abogado de otros internos, lo que contribuyó a forjar una imagen de aparente rehabilitación.
En 1976, el expresidente Luis Echeverría le otorgó el indulto, una decisión que generó fuerte polémica en la opinión pública. Mientras algunos lo consideraban un ejemplo de reinserción, otros lo veían como una afrenta a la memoria de las víctimas. Tras salir de prisión, Cárdenas ofreció conferencias, participó en programas de televisión y publicó sus memorias. Falleció en 1999.
Un caso emblemático en la criminología mexicana
Actualmente, el caso de “El estrangulador de Tacuba” continúa siendo analizado en medios, universidades y espacios especializados en criminología. Su historia plantea debates sobre la rehabilitación de criminales, el papel de la salud mental en la violencia extrema y la influencia mediática en la construcción de figuras criminales.
Más allá del morbo, Gregorio Cárdenas simboliza un capítulo oscuro de la historia de México, que evidenció las limitaciones del sistema judicial y penitenciario y que permanece como referencia obligada.
fm
