VERACRUZ, VER.- La Plazuela de Hidalgo fue bautizada así por su cuidador, un hombre de mediana edad que apenas recuerda hace cuántos años vela el inmueble próximo a cerrar. Sólo 5 de sus 30 locales continúan abiertos en este inmueble ubicado en la ciudad de Veracruz, los demás lucen abandonados y con ventanas rotas.
La oscuridad permanece en la plazuela de lámparas derretidas que se quemaron en un incendio, y el abandono en sus pisos rotos y en sus locales, a donde las ratas entran debido a la mala condición de las cortinas de aluminio.
Los comerciantes y cuidadores coinciden en una cosa: el deterioro de la Plazuela de Hidalgo comenzó tras el incendio de 2022. Desde entonces, el mantenimiento a los locales fue mínimo hasta este 2025, año en que los dueños comenzaron a notificar, a través del cuidador, que la plazuela había sido vendida.
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Algunos se enteraron por sobres, comunicados verbales o a través de notas informativas. El primero en irse fue Relojerías Cronos, negocio de cuatro generaciones que permaneció 30 años sobre el Callejón Reforma.
El siguiente fue la perfumería Fraiché, establecimiento al que se le negó la renovación del contrato el mayo pasado, según el cuidador del edificio. Este, que evitó decir su nombre, reconoció que el inmueble había sido vendido y que se prepara para quedar vacío a finales de 2025.
Incertidumbre
El cuidador ha dicho que no sabe en qué se convertirá el edificio, aunque los comerciantes llegaron a escuchar que se renovará para ser una nueva plaza. “Algo así como la Plaza de la Tecnología”, explicaron a La Silla Rota.
La Plazuela de Hidalgo fue construida en 1981 por la familia Ruiz, dueña de diversos inmuebles de la ciudad. En aquel momento, recuerda Doris Girano, dueña del establecimiento Tortas Koy Koy, la afluencia en la plaza era inmensa.
Ubicada sobre la avenida Miguel Hidalgo, la calle Canal y en el Callejón Reforma, en su mejor momento tenía relojerías, perfumerías, tiendas de regalos y de ropa, de desechables, jugueterías, ópticas, zapaterías y hasta mueblerías. Sin embargo, ahora sólo quedan su tortería, una tienda de luminaria y tiendas de objetos de importación.
Además, tras permanecer 44 años -antigüedad que su negocio y la plaza comparten- la renta de más de 20 mil pesos mensuales se ha vuelto complicada de pagar. Mientras aumenta año con año entre un 10 y 15 por ciento, la empleadora debe mantener los precios de su tortería para no perder clientes.
“Te aumentan y tú no puedes aumentar los precios porque luego los clientes reclaman, pero los insumos, todo, todo sube. Que la carne, las verduras..., sí nos afecta”, explica. A estos 20 mil, detalla, también se le suman los 12 mil pesos que paga por tener dos refrigeradores, los focos y los ventiladores en su establecimiento.
Doris fue una de las locatarias que se enteró del cierre de la Plazuela a través de los medios de comunicación. “A nosotros no nos han notificado nada, no sabemos (del cierre)”, insiste.
A pesar de esto, dice, se mantiene tranquila. Hace ya 10 años que busca otro establecimiento para su negocio, pero rentas altas la han dejado sin opciones. Por ello, dice, no descarta la idea de moverse hacia la zona norte de la ciudad.
Incendio: el inicio del abandono
Un cortocircuito ocasionado al utilizar un microondas en la tienda de desechables de la Plazuela de Hidalgo ocasionó un fuerte incendio la tarde del lunes 25 de abril de 2022.
Luego de una hora y de nueve pipas de agua, el incendio fue sofocado por elementos del Heroico Cuerpo de Bomberos de Veracruz. En total, fueron 6 locales comerciales los afectados por el siniestro. Desde entonces, las paredes quedaron manchadas de humo y los comerciantes comenzaron a abandonar el espacio.
Los clientes, cuenta el cuidador del edificio, dejaron de asistir al inmueble por desconfianza de su infraestructura. A tres años del siniestro, las cortinas de aluminio afectadas y las lámparas derretidas continúan en el establecimiento.
“Imagínate, ¿quién va a venir a rentar esos locales tan que ni siquiera los han pintado? Están todos llenos de humo. No quieren invertir”, insiste una de las comerciantes.
Según explica, ella fue notificada a través del vigilante de la plazuela, quien le dijo: “¿Qué cree? Le tengo dos noticias, una buena y otra mala. La buena, es que me van a liquidar; la mala, es que van a cerrar la plaza”.
Ella se sorprendió, no recibió ninguna notificación formal además del aviso de que debían desocupar el local en los próximos dos meses. Desde entonces, se encuentran en la búsqueda de otro establecimiento que tenga las mismas cualidades que el suyo.
Sobre los demás locales, la empleadora comenta que tampoco le extraña la venta del edificio. Según confió a La Silla Rota, varios de los locales que aún funcionan no pagan renta, luz o agua.
lm