VERACRUZ, VER.— Para Chuy Pimentel, el sabor de los volovanes la transporta a cuando estudiaba la preparatoria en el municipio de Cuitláhuac; a esas tardes soleadas cuando comía un volován de jamón con queso después de la escuela. Esos recuerdos prevalecen ahora que vive en los Estados Unidos.
Los volovanes a Chuy le saben a Veracruz, a su casa que está a más de 36,000 kilómetros de distancia desde el estado de Georgia, en Estados Unidos, donde vive desde hace casi un año. Ahora es ama de casa, madre de un bebé de cinco meses y emprendedora de “Volovanes VeraChuy”, un aperitivo que aprendió a realizar por antojo y que le cambió la vida.
Los volovanes, explica, le dieron independencia y la acercaron con una comunidad de veracruzanos que no sabía que existía. Le dieron sueños, metas y una motivación: el que su hijo conociera los sabores de México a pesar de estar en Estados Unidos.
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Contexto: sabor a Veracruz
Su emprendimiento, de apenas seis meses, derivó de un antojo en pareja. Su esposo, que lleva años fuera de Cuitláhuac –municipio al que ambos pertenecen– añoraba la comida veracruzana. Ella, en medio de las náuseas y de los antojos por el embarazo, sólo pensaba en la cocina de su mamá.
“A mi esposo le hacía mucha ilusión que yo viniera a cocinar con este sazón veracruzano, el problema era que yo no sabía. Entonces me tocó hacer videollamadas con mi abuela, con mi mamá y quemar comidas”, dice entre risas.
A los 7 meses, a ella y a su esposo se le antojaron los volovanes: ese alimento veracruzano que puede desayunarse o comerse, tradicionalmente, con una Coca-Cola o café. Sin embargo, debido a que ningún miembro de su familia sabía prepararlos, a Chuy le tocó aprender a través de tutoriales en YouTube.
Ahora, después de pruebas y errores, encontró la forma de hacer que sepan exactamente igual a los de Veracruz, por lo que está próxima a lanzar un curso “muy barato” para compartir sus aprendizajes, la forma en que prepara sus volovanes de pollo, jamón con queso, zarzamora y otros, así como elementos que la ayudan a optimizar su tiempo.
Según explica, su éxito está en la nostalgia. “He recibido muchos comentarios de personas de mi pueblo (Cuitláhuac), y bueno, de otras partes de Veracruz, pero más que nada de mi pueblo. Me hacen sentir muy apapachada a la distancia, estoy muy agradecida”, explica.
Antes de entrar a redes, explica, tenía el sentimiento de soledad. Además de ella y su esposo, sólo conocían a otros dos veracruzanos con los que ella casi no tenía contacto.
Por eso, entrar a TikTok y ser recibida por otros connacionales, a pesar de la distancia, la hizo feliz. Fueron los veracruzanos de Cuitláhuac, Xalapa, Yanga, Tierra Blanca, Córdoba y Huatusco, quienes la encontraron en la Market Place de Facebook y después en TikTok.
TikTok, ser ama de casa y emprendedora
Cuando Chuy llegó a Estados Unidos, supo que sería para formar una nueva vida, que llegaría a formar una familia. El emprendimiento, explica, llegó como una consecuencia natural no planeada.
Fueron los antojos y el deseo de comer gastronomía local, lo que hizo que, sin experiencia previa, se metiera en la cocina. “La verdad es que lo único que sabía hacer eran hot cakes, waffles, crepas y pues, las hamburguesas, que era lo que yo vendía”, admite entre risas.
Embarazada, dice, sólo preparaba volovanes para ella y su esposo. Cuando su hijo cumplió un mes de nacido, decidió arriesgarse y emprender. Según explica, fueron gracias a sus vídeos de TikTok que pasó de preparar 10 volovanes diarios –con miedo a no venderlos–, a preparar hasta 160.
Como un pasatiempo, explica, decidió comenzar a crear contenido en la plataforma de TikTok. La idea, dice, es crear una comunidad de madres ya que ella es primeriza, mostrarles su día a día y cómo organiza los pendientes del hogar con su emprendimiento.
Así prepara los volovanes
El olor de los volovanes, dice, la trasladan a su vida en Veracruz. “Me recuerdan mucho a la prepa, a la señora de los volovanes que sabía que yo le iba a comprar uno. Me recuerdan mucho a mi tiempo en Veracruz”.
Desde que aumentó el número de pedidos, Chuy Pimentel ha tenido que malabarear entre su vida como ama de casa, como mamá de un bebé de cinco meses y entre sus actividades como emprendedora.
La preparación de los “Volovanes VeraChuy” comienza desde una o dos noches antes, ya que hace volovanes de dos a tres días a la semana. Al día siguiente, entre las 4 y 5 de la mañana generalmente, Jesús deja a su bebé en los brazos de su esposo para sacar la masa y dejarla descongelar.
Una hora después, Chuy regresa para agregarles el relleno y hornearlos, tarea que le toma entre 4 y 5 horas debido a que, al mismo tiempo, debe cuidar y atender a su bebé. Sin embargo, señala que la hora en que se levanta a preparar y a realizar las entregas a punto medio, depende de la cantidad de volovanes que vaya a entregar.
Actualmente, debido a que ella y su esposo se mudaron a otro domicilio, la cantidad de volovanes que prepara ha disminuido al menos un 50 por ciento. Sin embargo, ella confía a que pronto nuevos veracruzanos la conocerán y adquirirán “los volovanes de TikTok”.
Entre los sueños que tiene Chuy a sus 23 años, es el establecimiento del emprendimiento. Volverlo formal, realizar envíos a otros estados de Estados Unidos y comercializarlos en tiendas de conveniencia –con quienes ya han tenido contacto– es el siguiente paso luego del curso en línea.
A largo plazo, explica, espera que este sueño se convierta en una forma de sustento estable que, así como ahora, la permita ser dueña de su tiempo y permanecer cerca de su hijo, a quien espera mostrarle parte de su cultura.
“La verdad sí ha sido un poco más complicado aquí en Estados Unidos, pero también estamos buscando la manera de emprender y de tener tiempo para mi casa, tiempo para mi bebé y para mi esposo. También es un camino de sacrificio, pero es muy bonito”, dice entre risas.
lm
