VERACRUZ, VER.- Enfrente de un parque que por más de 10 años fue un terreno baldío, está El Túnel, el único centro cultural de la zona norte de la ciudad de Veracruz. Su ubicación en el fraccionamiento Lomas del Río Medio II ha significado un reto –y una misión– para El Moro y su hijo Roberto, quienes aspiran a una forma diferente de hacer cultura en el puerto de Veracruz.
Ni su color amarillo vibrante, su rotulado abstracto o su gran puerta de madera, han logrado aún que este centro cultural sea concurrido por su público objetivo: adolescentes, jóvenes adultos y personas de la clase trabajadora que radica en la zona norte de la ciudad.
Las razones, explica El Moro, son precisamente los horarios de trabajo y estudio de los adolescentes y adultos. Sin embargo, como una paradoja, esas mismas funcionan como su motivación.
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Aunque algunos crean que está lejos, El Moro cree que el centro cultural está donde debe estar: en la zona norte, para romper estigmas y demostrar que aquí también hay arte, hay cultura y hay talento. Por ello, aunque su ubicación parezca una barrera, en realidad es parte del mensaje.
“El Túnel es para la gente que trabaja, para el brazo fuerte de Veracruz. Todos los de zona norte son trabajadores. ‘De ahí no sale arte’, es la opinión, el estereotipo, de que el arte nace de un lugar exquisito, de Costa de Oro. Pero yo digo ‘no, aquí está el arte’”.
Contexto: acceso a la cultura en Veracruz
En la ciudad de Veracruz existen diversos espacios culturales. La mayoría, ubicados en el Centro Histórico y manejados por la Secretaría de Cultura –actualmente fusionada con la Secretaría de Turismo por indicaciones de la gobernadora, Rocío Nahle–, que en el 2024 presumió que la cultura en Veracruz había dejado de ser un privilegio.
Según expuso Silvia Andre Pardo, exsecretaria de Cultura, el 28 de noviembre del año pasado en el VI Informe de Gobierno del entonces titular del Ejecutivo, Cuitláhuac García Jiménez, se invirtieron al menos 84 millones de pesos en distintos programas, remodelaciones, talleres y eventos para garantizar los derechos culturales de los veracruzanos.
Sin embargo, para El Moro, un hombre de 53 años que en sus tiempos libres se dedica a la difusión de la lectura y a su revista bimestral Prosa & Co, la Secretaría de Cultura aún tiene cosas por hacer. Entre ellas, garantizar la dignidad de quienes realizan arte en el estado.
“Hay artistas que son tremendos y viven casi casi, en la miseria. Entonces no sé, yo pienso que la municipalidad les tendría que dar algún incentivo, al menos un lugar en el parque, un banquito y que le pongan un letrero de ‘aquí está la artista’, pero a nadie le interesa”.
De los más de 86 millones de pesos utilizados por la Secretaría de Cultura en el sexenio del exgobernador, Cuitláhuac García, sólo 14 millones de pesos respondieron al respaldo de artistas a través del Programa de Estímulos a la Creación y el Desarrollo Artístico.
En este, 239 artistas resultaron beneficiados. Además, 3,000 propuestas sobre formación cultural tuvieron réplica en 109 municipios del estado de Veracruz en los últimos seis años.
Para el 2025, el Congreso de Veracruz aprobó en el Presupuesto de Egresos del Gobierno del Estado que la Secver tuviera 205 millones 260 mil 800 pesos.
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”Todo lo que hay es para la gente”: El Túnel
Entre librerías y cafeterías que tienen un enfoque “más comercial”, según explica El Moro, faltan más espacios como El Túnel, donde el fin no es vender alimentos, bebidas ni el arte.
Pasar la tarde entre libros que puedes leer sin comprar y donde puedes permanecer tiempo ilimitado sin consumo mínimo, es el sueño de padre e hijo para las adolescencias vulnerables y adultos interesados en la cultura.
“Lo que yo quiero es empoderar ese concepto de que la gente tenga la certeza de que aquí puede llegar como si fuera su casa. Que no sienta que viene a una librería, a una biblioteca. Quiero que entre y que tome, que busque libros de los estantes, que los lea, que lo pueda dejar a la mitad y regresar después. Sin obligación de que tenga que traer algo. Ni para cambiarlo ni intercambiarlo, nada, absolutamente nada. Ese se concepto. Y eso es lo que quiero que la gente sepa, que no es que no es una cafetería”.
Mientras que El Moro apunta a que El Túnel se perciba como la extensión de la casa propia; Roberto, su hijo de 25 años, quiere que este espacio sea un refugio, incluso mejor que su casa, para adolescentes. Evitar suicidios y crear comunidad en un espacio donde se priorice la creatividad, diversión y seguridad, es su aspiración.
“El punto de todo eso es cambiar esa dinámica de vida cotidiana. Para formar otro tipo de gente se necesita darles otro tipo de herramientas. Por ejemplo, aquí en zona norte no hay una biblioteca. El punto de tener los libros a disposición de la gente es que sea como una modesta biblioteca, porque los estudiantes no tienen para comprar libros”, explica Roberto Martínez.
Y aquí, en medio de libros, fotografías de autores literatos, juegos de mesa, plantas y sillas donde se pueden consumir alimentos que no cuestan más de 100 pesos, puede que ese adolescente encuentre su lugar.
“Un café lo doy en 20 pesos para que sea accesible a quien sea. Hasta la gente que va caminando por la calle. Hay muchos vendedores que venden plantas, que venden bolsas de basura, que venden nieves. O sea, incluso para ellos es necesario (...) Los estudiantes normalmente no se pueden dar el lujo de quedarse mucho tiempo ahí o ir muy frecuentemente”.
Para lograr esto, El Túnel, que encontró su nombre en el libro de Ernesto Sabato, se está en una reinvención. Actualmente, el centro cultural abre, sin falta, cada miércoles por las noches para las funciones de películas gratuitas.
Sin embargo, se puede enviar un mensaje a El Túnel, Café y Libros, para consultar horarios y solicitar el espacio para crear algún club de lectura, de juegos de mesa o para llevar a cabo algún taller. O incluso, dice Roberto, para verificar si está abierto y pasar a relajarse, refugiarse o reflexionar un rato.
