VERACRUZ, VER.- Cuando Rosalba Fuentes, de 67 años, habla sobre la empresa familiar que creó en Veracruz a partir de Tupperware, su rostro se ilumina. Sus ojos castaños y sus labios rojos reflejan la motivación, necesidad y enfoque que le ha puesto al trabajo de su vida durante 40 años.
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Parte del resultado son 2,000 trabajadores en su distribuidora, decenas de viajes y 14 vehículos dados por Tupperware. Su motivación, fue la necesidad económica que enfrentó luego de renunciar a su empleo por “el bien” de su matrimonio –que terminó un año después– y por el de sus dos hijos menores de edad, a quienes casi no veía.
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Pero las cuentas no le daban; el dinero que aportaba su esposo no era suficiente. Motivada por una amiga, que emocionada le contó que trabajar vendiendo Tupperware le permitía pagarles la escuela privada a sus hijos y que hasta podía ganarse un carro, Rosalba aceptó.
Tres meses convertidos en 40 años
Era 1985 y Rosalba tenía 27 años. En aquel momento, la ciudad de Veracruz comenzaba a perder sus dunas y se preparaba para entrar en la modernidad con su nueva zona comercial. Su nivel de estudios llegaba hasta la secundaria y a una carrera comercial de secretariado que nunca ejerció. La universidad no fue una opción para ella, pues su padre profesaba que las mujeres sólo servían para casarse y tener hijos, y cuando Rosalba cumplió con este rol impuesto, quiso más. Por eso entró a Tupperware, una empresa que además le ofrecía prestaciones de ley si se volvía líder.
Tupper Brands Corporation es una empresa estadounidense que se hizo conocida mundialmente por la calidad y el diseño de sus embaces. Llegó a México en 1966 con su primera planta en el Estado de México y en septiembre de 2024 se declaró en quiebra en su país de origen.
Sin embargo, hasta ahora esto no ha afectado sus operaciones en México. De acuerdo con la Asociación Mexicana de Ventas Directas (AMVD), en el 2023 había 3.1 millones de personas dedicadas a la venta en este sector, de las cuales el 73 por ciento eran mujeres.
Para ellas, este tipo de actividad económica representa flexibilidad laboral, ya que 7 de cada 10 mujeres dedicadas a la venta directa, venta en persona o venta por catálogo, son amas de casa; tal como lo era Rosalba Fuentes García cuando su hija Marisela tenía 7 años y su hijo Rafael 4 años.
Rápidamente, los tres meses se convirtieron en 10 cuando alcanzó el rango de líder. Inició el 1 de febrero como emprendedora y el 4 de noviembre de 1985 se convirtió en líder. Lo consiguió al hacer reuniones, al reclutar personas y al formar su grupo de 20 mujeres.
El siguiente paso, era el auto que le permitiría moverse con facilidad. Antes de cumplir la meta establecida por Tupperware, Rosalba sacó su licencia de conducir y aprendió a manejar; un mes después, estrenó su primer auto. En este, llevaba a sus hijos a la escuela que ahora era privada, los llevaba a casa de su madre que los cuidaba y los llevaba consigo a las colonias y localidades que visitaba para vender. La emoción no cabía en ella; “si sin coche lo hice, pues con coche ya era mucho más fácil”.
Y así, explica, pasaron 26 años. En estos se hizo de su casa gracias a las prestaciones de Ley que le ofreció Tupperware como líder; puesto al que, dice, motiva a todas las mujeres y hombres convertirse.
Su motor siempre fue la educación de sus hijos, pero tener la libertad financiera para consentirse, era espectacular. Sus uñas arregladas, su cabello rubio y el maquillaje que la hace rejuvenecer, fueron las otras razones que la motivaron a siempre vender más. En el camino, descubrió la pasión por la venta y la pérdida de pena al aprender que “entre más hablaba, más ganaba”.
Guiar, escuchar, comprender y motivar a las y los promotores de ventas se convirtió en una misión subsecuente, la cual aprendió de su anterior directora comercial. Ella, una mujer arreglada, lista y ágil, como la recuerda Rosalba, la motivó a escalar y obtener el puesto que ahora posee.
En su mente, durante los 26 años, resonaban las burlas que recibía por vender Tupperware. Además de la necesidad, de la motivación y de la organización que mantuvo todo el tiempo como cualidades propias, Rosalba explica que obtener su auto y ser distribuidora, se convirtió un reto personal. “Tengo que poder, si no, se van a reír de mí”, “si esas señoras mayores que yo pueden, ¿cómo yo no voy a poder?”, pasaba por su mente.
El rango de edad de las personas que se dedican a la venta directa es desde los menos 35 hasta los más de 65 años. El porcentaje, de acuerdo con datos de la AMVD, es que las personas de 35 a 44 años representan un 28 por ciento del total de trabajadores, mientras que las personas mayores a los 65 años representan el 7 por ciento.
Para Rosalba, el que mujeres de la tercera edad como ella trabajen en la venta de Tupperware no significa precisamente una necesidad económica, sino, una necesidad física y psicológica. Con este trabajo, explica, Rosalba, ella y las mujeres que trabajan en la venta de catálogos se sientes jóvenes, motivadas y activas, sin tiempo para enfermarse o para presentar molestias físicas.
Distribuidora Rosal: el sueño hecho realidad
Rosalba es directora comercial desde hace 14 años. Fue promovida en Toluca, lugar donde vivió 4 años con sus hijos, quienes entraron a Tupperware de forma completa al abandonar sus empleos en Veracruz.
Su hija Marisela, por ejemplo, es contadora y trabajaba para un banco antes de irse, pero ahora es la administradora de Distribuidora Rosal. Todo el dinero, es manejado por ella. Rafael, por otro lado, había terminado su carrera técnica en computación cuando decidió, junto a su hermana, acompañar, hacer una vida y una red de trabajo en Toluca con su madre. Ahora, él es el encargado del almacén, de cuadrar la mercancía y de transportarla junto a los demás hombres que trabajan desde hace 10 años en la distribuidora.
Ambos, explica Rosalba, gozan de las prestaciones de Ley y han podido obtener sus propias viviendas. Nunca les pareció raro, dice, ya que crecieron entre trastes, entre el comercio y con la motivación de su madre, quien nunca se rindió para sacarlos adelante.
Con 14 años de su distribuidora y con 40 años de estar Tupperware, Rosalba afirma que los tiempos de Dios son perfectos, y que sin sus hijos, sin sus 40 líderes y sin todas sus promotoras, no tendría el éxito que tiene. Su deseo de hacer a sus hijos responsables y trabajadores, lo cumplió. Y ella, mientras tanto, seguirá como directora comercial hasta que Dios o Tupperware le digan “hasta aquí”, pues con 67 años, ya es una mujer jubilada.
vtr