VERACRUZ, VER. - “La Sorpresa” es el nombre del expendio de boletos de lotería más antiguo de la ciudad de Veracruz. Más de 70 años de historia, 19 premios mayores y “un sin fin” de segundos y terceros lugares del premio mayor de la Lotería Nacional Mexicana ha vendido Fausto y su familia.
Cuatro generaciones han pasado por “La Sorpresa”, lugar donde jueces y celebridades como “El Tigre Arias”, un distinguido notario de los años 1960 y 1970, ganaron el Premio Mayor. Este notario, explica Fausto Santiago Ríos -hijo de Don Fausto- era un cliente frecuente e importante del expendio hasta que “le pegó”.
José Río Patrón, abuelo de Fausto Ríos, comenzó en la venta de billetes en un puesto ambulante entre las avenidas de Francisco I. Madero y Hernan Cortés. En el que colaboraba Fausto Ríos Espejo y Martha Ugalde -sus padres-, quienes durante 50 años mantuvieron el negocio ahora llamado “La Sorpresa” en una nueva ubicación: la zona de mercados de la ciudad de Veracruz.
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A lado de la famosa mercería de El Surtidor, sobre la avenida Miguel Hidalgo en la casi esquina Hernán Cortés, pintado de color azul y con la lona despintada, se encuentra “Lotería Nacional La Sorpresa”. Sus cortinas solían abrir de 8 a 8 todos los días de la semana para que, aficionados al sorteo organizado por la Administración Pública Federal, acudieran en busca de un boleto ganador.
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En la necesidad de mantenerse vigentes, “La Sorpresa” añadió a su catálogo pronósticos deportivos, TRIS y Melate. En esta sucursal, que se identifica como la matriz luego de haber tenido otros 5 expendios de billetes, está Fausto Santiago, su madre María Luisa Cárdenas Sánchez de Río y Juanita; trabajadora de la tercera edad que, dice Fausto Santiago “tiene toda la vida con nosotros”.
Hacer familias felices: el objetivo de Fausto
Si en las calles de Veracruz se pregunta por algún billetero que haya vendido premios mayores, la primera referencia es don Fausto. Su exposición en medios de comunicación cuando algún número ganador sale de “La Sorpresa”, definitivamente ha atraído a los compradores que, en su momento, la llegaron a ubicar como el lugar “donde dan billetes premiados”.
Una vez, recuerda don Fausto con una sonrisa escondida en su bigote gris, una señora que se ganó varios miles de pesos y le llevó canastas de frutas semanales, durante un año, en forma de agradecimiento.
La historia, de hecho, aparece en el libro “Crónicas de billeteras y billeteros de la Lotería Nacional”, publicado en el 2021 por el gobierno de México y escrito por el cronista Javier Jaramillo, donde se compila la biografía de 64 billeteros; dos por cada estado de la República Mexicana, para exponer la historia de la Lotería Nacional.
Don Fausto explica que no hay necesidad de una retribución, pues es su trabajo. El ingreso que obtienen como billeteros proviene del 10 por ciento de cada mil pesos vendidos.
La Lotería Nacional, la cual le dio estudios universitarios a él y a su hermano mayor, también le permitió jubilarse desde hace alrededor de 10 años. María Luisa, quien es la “campeona” y a quien el billetero le tiene devoción y amor, está a dos años de iniciar el trámite para retirarse.
“Pregúntale a qué dedica”, dice emocionado Fausto Ríos. Su padre, distraído por el dolor que siente durante todo el día por el cáncer que padece, responde “porque me enseñaron y me gusta”.
Sin embargo, el hijo, explica: “¡A hacer familias felices!”. “¡Sí! Felices y ricas”, complementa el padre. “Porque da premios a todas las familias y él se dedica a hacer familias felices”, termina el hijo.
“A mí me vienen a buscar. Me dicen: ¡Don Fausto, don Fausto! Para que les venda un boleto”, cuenta sentado en una de las sillas de su negocio. María Luisa explica que ya tiene algún tiempo que fue diagnosticado con cáncer y hace algunos meses que lo desahuciaron, pero sigue sin dejar el oficio de billetero.
A Fausto parte de la historia de la Lotería Nacional, dice María Luisa que le queda entre uno y dos meses de vida. “A él le gusta seguir viniendo, nos ayuda, nos apoya. Dobla sus billetitos y luego se pone (a decir) ‘¡Para hoy, para hoy!’; se quiere sentir útil”, explica.
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El “¡Para hoy, para hoy!”, es la forma en que don Fausto le enseñó a sus hijos a vender billetes de lotería. Cuando no hay gente, explica Fausto Ríos, su padre se colocan a la orilla del establecimiento para atraer clientes y ver si alguno, corre con la suerte de comprar un boleto ganador.
A sus 73 años, Don Fausto explica que no se ha ganado ningún premio mayor, pero sí algunos chiquitos y reintegros. Pedro Río Patrón, su padre, en dos ocasiones le pegó al Premio Mayor. De él, precisamente, aprendió que siempre se debe escoger y jugar con el mismo número.
El suyo, desde hace 50 años, es el 15-6-29. “¡Claro! No ha pasado, pero ya es probable que con el 15-6-29 te la saques”, le dice Fausto Santiago a su padre con una palmada en el hombro y una sonrisa cálida. “Pero cuando mi papá se entera que dio el premio mayor, lo hace inmensamente feliz. Por eso él siempre dice que se dedica a hacer familias felices”, explica Fausto.
Esa costumbre que le transmitió Don Fausto a él desde pequeño, de mirar la televisión en afán de saber si vendieron algún número ganador –porque conoce de memoria todos los que vende en “La Sorpresa”–, era parte de cada sorteo y cuando se enteraba que había vendido un billete ganador, su emoción, explica Fausto Ríos, es de aquella como si él fuera el ganador.
mb