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Queremos inspirar a más mujeres a ser albañilas: Dante y Citlallit, maestras de obra en Veracruz 

Son parte la mano de obra que realiza la remodelación del Pirata Fuente. El sueño de ambas es poder llegar a ser contratistas y dar empleo a más mujeres constructoras

Juntas, destacan en el mundo de la albañilería.Créditos: LSR Veracruz
Escrito en VERACRUZ el

VERACRUZ, VER.- Dante Flores y Citlalli Lara tienen las manos manchadas a pesar de que ambas las lavaron bien después de trabajar, la pintura blanca de aceite que utilizaron para los muros del estadio Luis Pirata Fuentes permanece en su piel de lunes a sábado. 

Además de arquitectas e ingenieras, ambas forman parte de las pocas mujeres que realizan actividades de mantenimiento, albañilería y construcción del estadio de los extintos Tiburones Rojos de Veracruz. Las demás, explican, se dedican a las labores de limpieza, trabajo que suelen ofrecerles a pesar de ser maestras de albañilería.

“Ahorita estamos en una obra más grande, la mayoría de mujeres son de limpieza. Nadie así como nosotras. Incluso hubo momentos en los que no nos daban trabajo más que de limpieza porque no nos consideraban capaces de lo que les decíamos; nos decían ‘no, no, nada más de limpieza tenemos trabajo para ustedes”, cuenta Citlallit, quien tiene casi 7 años de experiencia en el mantenimiento de inmuebles. 

La albañilería, mampostería y trabajos afines son oficios acaparados por los hombres en Veracruz. De acuerdo con la Secretaría de Economía, en el tercer trimestre del 2024 había 106 mil hombres dedicados a esta actividad económica. Las mujeres, comparadas con estas, figuran en un cero por ciento debido a la falta de representación. 

Un oficio que según la Secretaría de Economía sí es realizado por mujeres, es la actividad de pintura de brocha gruesa. En esta participan 526 mujeres en comparación de las 159,000 que se dedican a la limpieza doméstica en Veracruz; suceso ocurrido, de acuerdo con el estudio “Trabajadoras del hogar: grupo vulnerable al maltrato y desigualdad laboral” de la Universidad Autónoma de Tamaulipas, México, por los roles sociales asignados a las mujeres a través de la historia. 

Citlallit y Dante no sólo desafían y rompen los roles de género con los que nacieron ellas y las 4,190,000 mujeres veracruzanas; sino que, además, demuestran que las mujeres son capaces de interesarse y desarrollar las actividades de construcción y mantenimiento incluso, según sus palabras, “mejor que los hombres”. 

Citlallit y Dante

Esto no solo debido a la experiencia, sino también a la presión social que recae sobre ellas por ser mujeres “albañilas” a las que no creen capaces de realizar trabajos de mantenimiento a menos que haya un vídeo de por medio.

“A nuestro trabajo le prestan mucha más atención a los detalles, a esto y al otro y eso nos exige a nosotros tener que hacerlo aún mejor, porque como somos mujeres piensan que lo vamos a hacer mal. Al final de cuentas por eso nosotros nos esforzamos en dejarlo bien, porque tenemos mucha más exigencia de hacerlo casi perfecto porque les prestan más atención”, explica Citlallit, de 26 años. 

Dante, por ejemplo, es experta haciendo mezcla. La revoltura de cemento, grava, arena y agua le queda "mejor que a un hombre", según describe orgullosa Citlallit, puesto que es una actividad que ha desarrollado desde los 12 años. 

La albañilería como un mejor ingreso económico 

Dante tenía entre 12 y 13 años cuando realizó su primer trabajo de albañilería, de eso pasado siete años. En el municipio de Ignacio de la Llave, del cual ella y Citlallit son originarias, un conocido la invitó a rellenar un cuarto y a recoger escombro a cambio de dinero. Ella, a quien siempre le ha gustado ayudar, aprender cosas nuevas, aceptó sin dudarlo. 

Aunque su curiosidad jugó un papel importante, la necesidad económica fue un motor todavía más fuerte. Apenas estaba en primer año de secundaria y el dinero le hacía falta para apoyar a sus abuelos y ser un poco más independiente.  

Con el paso de los años continuó en el oficio de forma intermitente, ya que también se dedicaba a la venta de comida, a la limpieza y de ayudante de obra. Citlallit, por otro lado, inició durante la adolescencia debido a que no había un hombre que realizara los trabajos de mantenimiento y reparación. 

Lo básico lo aprendió de sus tíos, quienes sin prejuicios le enseñaron a resanar paredes. Tras algunos años de dedicarse a otros empleos con la preparatoria concluida, Citlallit, en busca de un mayor sueldo, trabajó con una mujer dedicada a la compra, renovación y venta de propiedades, con quien aún trabaja. 

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En sus años de experiencia cuenta que ha hecho “de todo”: limpieza de patios, impermeabilizaciones, resane de paredes, pintura y demás actividades que ahora realizan en conjunto desde hace un año y tres meses. 

Acoso: una situación del día a día 

Debido a que Dante inició en la albañilería y mantenimiento desde que era menor de edad, “siempre” ha recibido acoso sexual por parte de los demás albañiles que han trabajado con ella. Sin embargo, a pesar de que haya tenido que abandonar trabajos por esto, Dante vive con el acoso por amor a su trabajo

Dante

“Siempre va a haber ya sea un hombre que te quiera faltar al respeto, que te quiera insinuar cosas, entonces no es como algo que se me haga nuevo (...) Mi punto es: mejor me quedo callada o me quedaba callada porque pues no vamos a arreglar nada, al contrario, a veces te señalan por ser mujer”, explica. 

Desde que trabajan juntas, cuentan, ya no han sufrido de acoso sexual, pero sí han enfrentado situaciones en donde los hombres esperan “ligarlas” hasta que se dan cuenta que son pareja.  

“Hay hombres que nos contratan por ser mujeres porque yo sé que, o pienso que piensan que podrían llegar a algo con nosotras, como suele pasar con todos, ya cuando se dan cuenta que somos pareja nos tratan distinto”. 

“Al principio pues nos dan trabajo y no nos cargan la mano o nos ponen cosas más leves, pero ya luego cuando se dan cuenta que somos pareja y que no tienen ninguna oportunidad con nosotras, ya nos ponen trabajos más pesados o nos separan o nos apuran o cosas así”, cuentan. 

El sueño: ser contratistas y liderar una cuadrilla de mujeres 

Dante desde hace muchos años sueña con hacerse su casa. Hacer la mezcla, echarle el piso y el colado, que son las actividades que más le gustan de la albañilería, le roban una sonrisa cuando piensa en la casa donde quiere vivir y envejecer. 

Aunque su corazón se divide entre el derecho y, si tuviera que escoger, la arquitectura, a ella y a Citlallit lo que más les gustaría es llegar a ser contratistas; otra actividad que está pensada en solo de hombres.

“Eso podría llegar a mujeres de que también quisieran trabajar y darles una oportunidad (...), inspirar a más, que vieran que es posible. Igual a hombres, porque hubo un chavo que nos dijo ‘ustedes me inspiraron a atreverme a ser maestro, si ustedes que son mujeres se atrevieron a ser maestras, yo vi que también puedo”, relata Citlallit.

Cuando explican este sueño, se les ilumina el rostro. Ser contratistas no significaría solo un mejor ingreso, sino la visibilización de que las mujeres también pueden hacer “trabajos de hombre”.

mb