XALAPA, VER.- El letrero en blanco “Museo Marino”, mosaicos café y una pequeña reja blanca donde atiende algún integrante de la familia Hernández Martínez, es la fachada principal del último baño de vapor de Xalapa, donde decenas de ciudadanos acuden a su rutina de limpieza.
En el local se atiende a los clientes desde hace al menos 80 años, Casimiro Hernández Corona, apoyado por su esposa Asunción Martinez de Hernández, abuelos de los actuales administradores, encontraron en la necesidad de bañarse de personas que llegaban de paso a Xalapa, un nicho de mercado que hoy se transformó en una forma de terapia para purificar el cuerpo, sacar toxinas y limpiar el sistema respiratorio.
En la década de los 1940, Xalapa era una ciudad de paso para quienes viajaban en tren, caballo o carreta del sur-sureste al centro del país y de regreso. En pleno crecimiento, la capital del Estado era un lugar donde familias debían “pernoctar” y esperar para seguir su camino a su destino final.
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Su estancia en Xalapa, a veces en posadas de paso o en la propia estación de tren, ubicada en la zona de los Sauces, y la necesidad de asearse, dio origen a los únicos baños de vapor que operan en Xalapa desde hace casi 8 décadas.
El comerciante, originario de Las Vigas -ubicado a 39 kilómetros de Xalapa- y abuelo de Katia Hernández Cano, una de las administradoras de los baños El Museo Marino, llegó a la capital del Estado buscando nuevas oportunidades laborales. Primero instaló un puesto de mariscos, luego construyó un “cuartito de baño” que permitía a los visitantes de Xalapa darse un “regaderazo”.
“Xalapa era el paso principal de muchos viajeros, pasaban en carretas, caballos y tren. En ese entonces se estilaban mucho las posadas de viajeros, que solo podrían quedarse por una noche. Nos platicaba mi abuelo, que toda esa gente tenía la necesidad de bañarse”, cuenta Katia Hernández Cano.
Para bañarse la gente acudía al parque de los Tecajetes, donde había nacimientos de agua; sin embargo, el clima era un factor que “limitaba” que las personas se asearan bien. Fue en ese momento que don Casimiro planteó la idea de “construir un baño de vapor”, de esa manera la gente ya no estaría en riesgo de contraer alguna enfermedad respiratoria y él tenía una oportunidad de negocio que hoy es su legado y el sustento de tres familias.
“Él empezó con un baño, que es el uno. Lo que ganó lo ahorró y construyó un segundo baño y así se fue de poquito en poquito, lo que mi abuelo construyó fueron13 baños. Compró una caldera chiquita y de ahí empezó”, dice la nieta de don Casimiro.
Ya con un espacio más amplio don Casimiro involucró a sus hijos Mario (papá de Katya) y Anastasio que le ayudaban en la atención a los clientes. “Mi papá lo que hizo fue modernizar los baños, modernizando y construyendo más baños en el segundo piso. Así fue creciendo el negocio (…), actualmente son 20 baños”.
Katya cuenta que su abuelo murió en 1981, y fue cuando sus tres hijos tomaron el control del Museo Marino. En la actualidad, dice, ya solo vive su tío Anastasio, pero por su edad, la administración del negocio quedó en manos de la tercera generación. “Somos los nietos los que atendemos aquí”.
"Pandemia, una temporada difícil
Katya menciona que durante la pandemia se vieron obligados a cerrar por un mes, cuando las autoridades determinaron que todos los negocios que no realizaban actividades prioritarias debían dejar de operar.
“La gente nos pedía que abriéramos, pero como no sabíamos cómo estaban los contagios, nos llevó un tiempo. Después de un mes abrimos y todos nos contagiamos (el personal). Tal vez la gente venía contagiada o cuando veníamos en el transporte”, atribuye que fue lo que los llevó a dar positivo al virus SARS CoV-2.
La entrevistada menciona que los usuarios le comentaban que al acudir al vapor lograban limpiar su sistema respiratorio, que es donde ataca el Covid, y destaca que algunos de sus clientes frecuentes no sufrieron del virus o simplemente fueron asintomáticos.
“Hay gente que viene todos los días, del lunes a viernes. Ellos no se enfermaron (durante el Covid) o si acaso les dio muy leve que ni se enteraron, es un beneficio del vapor que nos limpia las vías respiratorias y saca toxinas al sudar”.
Hay al menos una decena de clientes que acuden de lunes a domingo a darse un baño; no obstante, hay muchos otros que van a hacer ejercicio de rehabilitación durante el vapor, otros más van para recuperarse después del parto o de una operación.
“Yo me di a la tarea de entrevistar a nuestros clientes, algunos tienen 50 o 40 años de venir. Y algunos que ya murieron han dejado sus costumbres a sus hijos; ya muchos clientes no pueden caminar, pero los traen sus hijos o familiares porque es parte de sus hábitos (el baño de vapor)”.
Las recomendaciones para acudir a una rutina de limpieza
La entrevistada explica que hay personas que están hasta dos horas en el baño de vapor; sin embargo, para estar ese tiempo deben pasar años, incluso, se requieren rutinas como el tomar agua o suero de manera constante para mantenerse hidratado durante el baño.
Deben acudir después de comer o desayunar, tiene que darse baños con agua fría o tibia, cada 10 o 20 minutos, para templar su cuerpo y seguir tomando vapor, “hay de todo, clientes jóvenes o adultos, la mayoría dice que es una adicción, te dicen, yo sin vapor no vivo. La gente sale activada, se siente limpia, con energía para su trabajo”.
En su caso, platica, desde pequeña está acostumbrada al vapor, por lo que al menos una vez a la semana debe bañarse para sentirse bien y como ella, muchos de los clientes van a los únicos baños de vapor en Xalapa a limpiar su cuerpo de toxinas.
Cuenta que en ocasiones los usuarios no toman las recomendaciones, y se han desmallado durante su rutina de vapor. La última vez que llamaron a la ambulancia fue en 2023, cuando una persona se desvaneció en el baño.
De lunes a viernes, cuenta, tienen un promedio de 50 a 60 clientes diarios, y los fines de semana el número de visitantes se puede duplicar, “el precio es por persona y depende del tiempo que el cliente quiera estar: la hora es de 95 pesos, hay otro de hora y cuarto o especiales con costo de 115; el turco, es de hora y media y cuesta130 pesos; y el ejecutivo es de dos horas por 150 pesos”.
Hernández Cano cuenta que ella aprendió a atender el negocio desde que era pequeña, cuando ayudaba a su abuelo a cobrar a los usuarios; con su papá, dice, aprendió a manejar la caldera que es la que les permite mantener caliente el agua y el sistema de vapor que alimenta a todos los baños.
“Son tres administradores, porque somos tres familias. Es el de mi tio Tacho que lo administra su esposa, mi tía Evelia; de mi tía Lucia está mi primo Dic y yo soy la que administra; y por mi papá está mi mamá y mi hermana Érika, somos los que cuidamos aquí”.
Para garantizar el abasto de agua en todos los baños se compran pipas y cada baño tiene un sistema de ahorro, que se implementó desde los años 1970, que reduce el gasto del líquido, aunque también cuentan con el servicio de CMAS, “el agua está carísima, pero no se puede hacer nada”.
La caldera funciona con combustible, lo que genera vapor y es lo que mantiene caliente el sistema en los 20 baños, “la que está ahorita la hizo mi papá, se ha ido remodelando, cada tiempo se le tiene que dar mantenimiento”.
De rutina de baño a rutina terapéutica
En el pasado, cuenta Katya que la gente iba por higiene, en la actualidad algunos lo toman como terapia, por lo que además de jabón o shampoo, venden hierbas terapéuticas como el romero, lavanda, eucalipto, ruda, menta, incluso miel y arcilla que la gente usa en su rutina de baño.
“La gente usa mucho el romero, porque es muy relajante y lo usa porque, dicen, es desinflamatorio; en el caso de la manzanilla y el eucalipto lo usan para recuperarse de alguna gripa o enfermedad respiratoria, al inhalarlo sirve para descongestionar”.
Otras personas se aplican miel que hidrata la piel, “al estar en el vapor los poros se abren; tenemos exfoliante de romero y azúcar que sirve para quitarse la piel muerta. Además, se venden bebidas hidratantes como suero o agua mineral”.
Explica que la época del año con mayor demanda es el año nuevo, la gente tiene la creencia que al ir al vapor empiezan el año limpio, sin toxina y con energía. “El resto del año la visita de los usuarios es constante (…) vienen de todo, doctores, profesionistas taxistas, de las colonias, personas del mercado”.
mb