VERACRUZ, VER.- “El origen de la rama no nace en el puerto como muchos historiadores y público en general aseguran, no. La Rama nació, creció y se extendió por la región del Sotavento, acá en el sur”, sostiene Nicolás Castro Bustos, integrante del grupo Los Chincualudos del Son; un hombre de “80 cañitas” –su edad– que perdura esta costumbre desde hace 73 años.
El dicho de Nico –como le dicen– es respaldado por Jessica Grottfried, etnomusicóloga y fandanguera dedicada a la investigación de La Rama Veracruzana: "es correcto, su origen es colonial, del caribe afroandalus y como la conocemos actualmente es una expresión propia de los pueblos y comunidades del Sotavento Veracruzano”.
Aseveración que, además, es respaldada por el promotor cultural Agustín Guerola Bibén-Lafón, ya que dice: “cuando hablamos del origen de La Rama, tenemos que partir de la idea que no es solamente de Veracruz, sino que hay otras zonas en el país que tienen una tradición similar, que es ir haciendo cánticos que mayoritariamente hablan del hecho de la maravilla del nacimiento de Jesús”.
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Ya que menciona, debido a la migración económica, de temporada, recreativa o de cualquier otro tipo, la tradición de La Rama pudo haber llegado a determinadas regiones de Puebla. De hecho, se tiene registro que la festividad, aunque de forma distinta, también existe en los estados de Oaxaca, Tabasco y Campeche.
Los Tuxtlas y el Sotavento: las raíces de Nico Castro y de La Rama
Tradicionalmente en el Sotavento de Veracruz, región conformada por los municipios del centro y sur del estado, así como partes de los estados de Tabasco y Oaxaca, La Rama es acompañada por instrumentos del son, como la jarana, el requinto, el pandero, la quijada de burro o caballo, así como de versos y rimas enriquecidas por sus tradiciones, historia y prácticas culturales.
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Para Nico, por ejemplo, salir a La Rama no sólo significa tradición, sino familiaridad y cultura. “La Rama nació en el campo, en la Sierra y en los llanos del Sotavento en sus comunidades. Posteriormente, con las migraciones y asentamientos de la época se vuelve citadina y urbana, con la migración en busca de una mejor calidad de vida”.
Cuando él tenía 7 años, cuenta, salió por primera vez a La Rama en su natal municipio de Tlalixcoyan, ubicado a hora cuarenta de la ciudad de Xalapa, donde salía con familiares y niños de su edad.
Con la piel canela, un bigote canoso y ojos que se achican al sonreír, Nico explica la preparación previa a sacar La Rama en la década de 1950: “’¿Qué día quiere usted La Rama?’ -se le preguntaba a los vecinos- Porque, ay, primero se acepta la rama (...) porque así le daba tiempo a la señora de hacer, de prepararse para darnos el aguinaldo que consistía en tamales, en bollitos de elote, de masa, cabecitas de perro, atole de coco...”.
“En fin, había variedad para darnos, ese era el aguinaldo. No se daba dinero, al menos que yo recuerde, no nos daban dinero. Te estoy hablando de la década de los 50”, explica.
En aquel momento en Tlalixcoyan, explica Nico, solían preparase comidas en los patios de las casas, donde esperaban ansiosamente a los soneros para disfrutar del fandango.
“Se hacía un mini fandango de como 10 a 2 de la mañana, muy buena hora. Ahora, si nos entonábamos con los toritos y cosas, pues terminábamos a las 3 de la mañana y todos los chamacos ahí adormilados”, recuerda entre risas. Después de eso, explica, La Rama se despedía con el clásico verso:
“Ya se va La Rama / muy agradecida / porque en esta casa fue bien recibida / naranjas y limas, limas y limones / ya nos despedimos al pie de la cruz / hasta el venidero, si Dios da salud / ya nos despedimos”
Debido a que, cuenta, las ramas se solicitaban y acordaban, al día siguiente a la familia que había sido anfitriona de los soneros le tocaba llevar La Rama y ser bien recibida, tal como lo dictaba la tradición.
“Hola buenas noches, ya estamos aquí / Aquí está La Rama que les prometí / naranjas y limas, limas y limones”, dice el verso que explica el acuerdo previo que solía existir entre las comunidades.
Según explica Nico, La Rama varía de zona a zona. Por ejemplo, en Tlacotalpan y Tlalixcoyan, la rama utilizada correspondía a una del árbol Rosalía, ya que explica, tenía la particularidad de tener una fruta “chiquita, redondita y anaranjadita”, la cual funcionaba como un adorno natural.
En honor a la rima de “naranjas y limas", cuenta que solían cortar las naranjas por la mitad, sacar su pulpa y dentro colocar pequeñas velas, a las cuales se les dejaba un orificio para que la vela respirara y pudiera adornar e iluminar La Rama.
Entre sonrisas, explica que su tío Tomás le pasó las rimas que hoy sabe, las cuales pasaron de generación en generación hasta llegar a Nico, quien actualmente las traspasa a las infancias jarochas para preservar la tradición que tanta alegría le da.
Diversos orígenes y tipos de ramas
De acuerdo con Jessica Gottfried, a diferencia de lo que se podría pensar, la tradición de La Rama en Veracruz tal y como la conocemos actualmente, tiene entre 150 y 200 años de existencia.
“Es muy interesante algunas referencias que se tiene, una de ellas a mí me sorprendió. Una vez en Andalucía, conocí algo que le llaman ‘El fandango de Los Pinos’”, lo que explica, es un fandango muy distinto al jarocho. Este, por ejemplo, consiste en grupos que cantan fandangos de Huelva en un estrado con micrófonos, donde además, se colocan cuatro pinos en las esquinas de la plaza."
Al investigar, encontró que en la ciudad de México, en el siglo XVII, los indígenas decoraban las plazas con árboles para eventos religiosos importantes, por lo que dice: “no sería sorprendente que así ocurriera desde antes de la llegada de los españoles, aunque no solo para la temporada navideña. Hay que tener en cuenta que el árbol de navidad está relacionado con el solsticio de invierno; es decir, la noche más fría y larga en los países europeos”, donde la mayoría de los árboles pierden sus hojas verdes y el pino las conserva en esa temporada de invierno.
Debido a este cruce de prácticas culturales y geográficas, es que en el Sotavento veracruzano se utilizan distintos tipos de ramas.
En Santiago Tuxtla, por ejemplo, la rama es del árbol de nopotapi por ser frondoso, aunque en otros lugares se puede usar la de maguey, ya que solo se consigue en invierno
“Y ahí es donde viene la conclusión del origen de La Rama, porque uno dice: ‘viene de Europa, porque se adoraban a los árboles, el verdor de los árboles durante Navidad’”, lo que dice, explicaría el por qué se utiliza una rama de árbol sin hojas.
“Yo considero que el origen hay que pensarlo en términos de quién usaba La naturaleza para la decoración o para para realizar un festejo (...) en sí no se tiene registro o identificado exactamente de algo que se pueda decir como la primera rama, pues las tradiciones son resultado de procesos culturales que pueden ocurrir en distintos lugares al mismo tiempo”.
“Es algo como más orgánico que era muy común en la época colonial (...) y bueno, la cantaleta de ‘naranjas y limas’ es muy español, pero bueno, eso no significa que la tradición sea de origen español, sino que la tradición se construye con lo que viene de varias partes”.
De acuerdo con Agustín Guerola Bibén-Lafón, promotor cultural de la Secretaría de Cultura de Veracruz, son incluso los mismos versos los que explican el origen y la forma en que se realizaba La Rama.
“La Rama veracruzana tiene que ver con esta cuestión de idiosincrasia, que va llegando con la situación de los españoles, la imposición o el mantenimiento de una religión (...) la intención era hacer paridad entre el nacimiento de Jesús, el 25 de diciembre, con el nacimiento de Huitzilopochtli, que también tiene su propia leyenda”.
Es por esto, explica, que en La Rama se narra el nacimiento de Jesús y su crucifixión, así como “el aguinaldo que le dieron los reyes al niño”, refiriéndose a los regalos de los Tres Reyes Magos.
Insiste, en los versos incluso se menciona la temporada de su nacimiento, por lo que se rima: “sacatito verde, lleno de rocío / el que no se tape, se muere de frío".
Antes una actividad de disfrute, ahora, un medio de ingreso
Realizada en Alvarado, Los Tuxtlas, Tlacotalpan, Tlalixcoyan, en el puerto, en Xalapa y en otros municipios de Veracruz, Jessica Gottfried, Etnóloga por la Escuela Nacional de Antropología e Historia, explica que cada vez ve menos participación en las calles de La Rama.
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“Yo creo que la pregunta que habría que hacerse, es cómo se van monetizando las tradiciones”, ya que dice, a mediados del siglo XX no circulaba el dinero “por lo que no iban pidiendo dinero, sino que era una diversión era una un entretenimiento una forma de convivencia cultural”.
“Ahora todo gira en torno al dinero, ¿no? Todo es dinero. ¿Para qué lo haces? Para el dinero, y si no es por dinero, pues ¿para qué lo haces?”, se cuestiona frustrada. “Antes era buscar formas de convivir y había tradiciones muy fijas”, explica.
En la región de Los Tuxtlas, explica, solían haber variedad de ramas, como la rama grande, la cual era sacada de forma diaria por los adultos desde el 25 de diciembre hasta el 6 de enero por las casas del centro y los negocios; y la rama chica, que salía del 6 de enero al 2 de febrero en otras casas Además hay ramitas las cuales se llevaban por los niños para recaudar dinero para sus posadas.
Explica, además, que en el afán de querer rescatar esta tradición que dice es cada vez menor, se ha realizado “sin querer una institucionalización” de La Rama, lo que lleva a que, si no es a través de concursos o de eventos organizados por escuelas, los niños ya no piden La Rama.
Por esto es que, con todo el cariño que Nico le tiene a su tío Tomás, a los soneros y a su tradición que aprendió en el municipio de Tlalixcoyan cuando tenía solo 7 años, es que Nico y su grupo de hombres de “la tercera y última edad” que conforman Los Chincualudos del Son, acuden a secundarias y a centros culturales para enseñarles a las infancias la tradición cien por ciento veracruzana.
mb