VERACRUZ, VER.- Con más de 1,000 títeres creados y 37 años de experiencia, la maestra Arminda Vázquez Moreno, dueña de Dragón Rojo, mantiene viva en el puerto de Veracruz una práctica que data del México prehispánico: las funciones de títeres.
Alejandro Jara Villaseñor, titiritero y precursor del Festival Rosete Aranda, compiló en su investigación “Títeres prehispánicos de Mesoamérica: una página de la historia del teatro de muñecos en América Latina” la existencia de los títeres antes de la conquista española.
Los títeres, tras ser señalados como elementos anticristianos y ser utilizados como la representación del pensamiento popular ante problemáticas sociales y políticas, tuvieron su “época de oro” de 1935 a 1962 por la compañía de los Hermanos Rosete Aranda, quienes son referencia internacional en este ámbito.
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Sin embargo, fue cuando llegó la televisión, la radio y demás artes como el circo y la danza, que este espectáculo decayó. En el puerto de Veracruz, por ejemplo, Arminda Vázquez, con su empresa Dragón Rojo, es una de las “sobrevivientes” de este tipo de teatro, según ella, poco valorado porque “no se está acostumbrado a pagar” para ver una función.
Una forma de experimentación
Con ocho años de experiencia en el teatro, Arminda Vázquez y su esposo fallecido, Sergio Peregrina Corona, decidieron experimentar con títeres tras acudir a una obra de Carlos Converso, titiritero, actor, dramaturgo y director de teatro.
“Nos llamó mucho la atención la temática porque era una obra para adultos”, recuerda con una sonrisa y los ojos llenos de ilusión. Estas obras para adultos, menciona, son aquellas que tienen temáticas y palabras complejas que los niños no pueden interpretar correctamente.
“No es que no las puedan ver, pero el ritmo o lo que dicen no es como de su incumbencia y les va a aburrir. Digo, sí se podrían entretener a lo mejor por las figuras y los colores, pero no es como que lo vayan a comprender realmente”, señala.
Tras ver la obra y haber experimentado con técnicas teatrales como la pantomima, sombras y máscaras, el dúo emprendió su nuevo reto: el teatro de títeres. “No sabíamos cómo elaborarlos”, admite entre risas, por lo que, con sus conocimientos de costura, creación de vestuario y la ayuda del libro español “¿Cómo hacer marionetas?”, inició la aventura.
Arminda, con entonces 25 años, se sumergió en el mundo de los títeres. Entre papel maché, telas, madera e hilos, encontró lo que después sería una de sus mayores pasiones. Sus primeros títeres, explica, fueron los guiñoles.
Los guiñoles o “títeres de guante” es una de las tantas técnicas que existen en los títeres, palabra usada para referirse a cualquier tipo de marioneta. “Pero existen de hilo, a los que en México les decimos marionetas; los bocones y de guante, que son de animación directa; y los de varilla, que van hacia los lados. Esos son los que más usamos (en Dragón Rojo)”, explica la maestra Arminda.
Sin embargo, no fue hasta siete años después de las primeras creaciones que el dúo teatral sacó su primer montaje llamado “El espectáculo de los Titirilos”.
“Siete años nos llevó porque había que acostumbrarse a su animación, había que encontrarle movimientos y pensar en coreografías, entonces decíamos ‘no, esto está muy difícil’ y hacíamos otra cosa”, cuenta entre risas.
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"No todos los actores pueden ser buenos titiriteros”
No es solo por el peso de las marionetas que no cualquiera puede ser titiritero; tampoco por la creación de guiones o historias, ni por la expresividad corporal y vocal, sino por la habilidad de crear personajes con unicel, alambres y cartón.
“Hay quien quiere, pero no le sale. Se debe saber actuar, saber crear historias y saber habilidades manuales”, explica Arminda, quien estudió Enseñanza de las Artes en la Universidad Veracruzana; carrera que le ha permitido impartir talleres sobre la creación de títeres en la ahora Secretaría de Cultura de Veracruz.
Por eso cuenta que ha hecho alrededor de 1,000 títeres; por sus talleres, sus montajes y por aquellos que ha realizado para vender. Entre sus favoritos, cuenta, se encuentran los de su montaje llamado “Cuento de Chaneques”, creado en el 2003.
Son más de 20 personajes los que aparecen en él, entre animales, mujeres, hombres y chaneques; una función que dura alrededor de 50 minutos y que realiza acompañada de Asunción y Daenery, también teatreras.
"Soñar despierto”: la motivación de Arminda Vázquez Moreno
Aunque ha hecho montajes para adultos, la maestra Arminda prefiere los infantiles porque es un reto “cubrir las expectativas, enganchar a los niños y que les llame la atención. Cuando se piensa para niños pequeñitos, se utilizan más los sonidos, los colores y las formas, que no tengan tanto diálogo".
Por esto, suele presentar funciones en La Casona del Teatro cada domingo alrededor de las 4:30 o 5:00 de la tarde, una vez terminada la actividad del Árbol de la Palabra, donde personajes invitados dan lectura sobre algún tema en particular.
Sin embargo, reconoce que las obras para adulto tienen lo suyo. “Me gusta que se deje volar la imaginación y que (los adultos) entren en la fantasía que nos hace falta; no ser siempre racionales o siempre estar en las cuestiones lógicas, también necesitamos eso a veces... soñar despiertos”.
“Yo me veo haciendo esto hasta que tenga 80 años”, dice con una sonrisa mientras acaricia a sus títeres de Cuento de Chaneques, quienes la han acompañado durante veinte años en una maleta, en otros montajes y casi desde que falleció su esposo Sergio; porque, tras su partida, busca elaborar títeres ligeros que pueda cargar sola a sus 62 años.
mb