VERACRUZ, VER.- Tigrillos, Apazapan, es una comunidad de apenas 719 habitantes donde Luis Antonio Colorado Urquiza, de 32 años, creció y terminó la secundaria. Su adolescencia y parte de su juventud la disfrutó entre árboles y su familia. La localidad está a menos de dos horas del puerto de Veracruz.
Antes de llegar al puerto y ser guardia de seguridad en el muelle, Luis se desempañaba como auxiliar de laboratorio en una empresa que trabaja para una planta cementera de Apazapan, donde su función era recolectar la materia prima en crudo, durante la molienda y el horneo para llevar al químico encargado.
Su ex trabajo es común en la localidad de Tigrillos, ya que si no es para la empresa cementara, la comunidad trabaja en marmolerías o en la siembra y cultivo del maíz, frijol y semilla de calabaza.
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Según información proporcionada por la Secretaría de Economía, durante el segundo trimestre del 2024 se registraron 27,900 hombres veracruzanos como vigilantes y guardias de seguridad en establecimientos, con un salario promedio mensual de 6,130 pesos.
Luis, con turnos de 24 horas, supera ese ingreso promedio; gana un aproximado de 9,000 pesos mensuales. Según explica, sus días comienzan alrededor de las 5:40 de la mañana y terminan alrededor de las 9 de la mañana del día siguiente.
En busca de mejores oportunidades
Fue hace más de 5 años cuando, en medio de la desesperación por quedarse sin trabajo, él y su entonces esposa se mudaron a la casa de su tía abuela en la zona norte de la ciudad de Veracruz.
A pesar de sus carreras técnicas en diseño gráfico y computación básica, la cual le hubiera gustado continuar, Luis Antonio sólo consiguió empleo como guardia de seguridad en Grupo Hodiser, una empresa distinta a la que trabaja ahora.
En aquel momento, Luis cubría turnos de 12 horas, también en el muelle, por tres mil pesos quincenales. “Estuve en una (empresa de) seguridad privada por casi seis años. Fueron los primeros en darme la oportunidad de trabajar con ellos”, explica.
En Hodiser realizaba monitoreo de personal, revisión de vehículos que ingresaran al muelle, rondines y llenado de bitácoras; actividades que actualmente realiza en su nuevo trabajo.
“Sí es agotador, pero a todo se acostumbra uno”, dice con los ojos ligeramente irritados por recién salir del muelle, cuando describe cómo es realizar un turno rotativo de 12 horas. Con una camisa blanca, pantalones tácticos azules y botas gris oscuro, explica que está en su día de descanso, el cual inicia a las 8 de la mañana.
Un día normal de trabajo como guardia de seguridad
Luis Antonio renunció a Grupo Hodiser por buscar un salario más alto para darle una mejor calidad de vida a su hija, quien entonces tenía 4 años. Tras el cambio de empleo, Luis pasó de trabajar en el muelle a trabajar como guardia de seguridad para una cafetería en turnos de 12 horas, sin días de descanso.
A diferencia de trabajar en el muelle, donde tenían bancos para sentarse ocasionalmente dentro de las casetas, Luis debía mantenerse de pie 12 horas, con una hora de comida, mientras cuidaba el restaurante y portaba un arma que le enseñaron a usar en la empresa donde actualmente labora.
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Casi 4 meses estuvo en la cafetería donde aprendió a disfrutar su trabajo, en parte, por la cordialidad de quienes atendían el establecimiento, aunque “ahí sí no, no nos daban descanso. Puede uno pedir permiso y ya te lo conceden, con tiempo. Si trabajas ganas, si no, no ganas”, explica.
Como la empresa donde actualmente labora pertenece al gobierno, quincenalmente debe asistir a cursos de capacitación fuera de su horario laboral, los cuales duran de 3 a 4 horas y no son remunerados económicamente. “Nos enseñan protección personal, la política de la empresa, cómo utilizar las armas, cómo hacer reportes, consignas y cómo actuar en caso de una emergencia”.
Debido a que su empresa realizó cambio de personal, a Luis le tocó regresar al muelle, algo que no le pareció pesado porque ya había estado ahí. “No puedo decir que no me gustó el café porque se aprende mucho, como aquí (en el muelle) donde hay más compañerismo”.
Dentro de las ventajas que encuentra de trabajar en turnos de 24 horas, es que ahora sí tiene un día de descanso a comparación de la cafetería. En sus días de descanso, Luis explica que llega, desayuna, se ducha y duerme, mínimo, 3 o 4 horas.
Al levantarse lava sus uniformes o ropa del diario; compra despensa para, al día siguiente, prepararse el desayuno, la comida y la cena, así como algunas galletas, pan, fruta o té para aguantar las 24 horas de turno.
En aquellos días en que los pendientes del diario no lo consumen, cuenta que le gusta visitar a su hija, a su familia de Tigrillos y a su familia del puerto, donde aprovecha para pasar tiempo de compañía.
La motivación de continuar y el sueño del trabajo ideal
“Ahí en el muelle sí es más agotado porque hay que estar un poquito más en la intemperie, en el sol... La familia es lo que nos ayuda a seguir”, explica.
Sin embargo, de forma melancólica, explica que tiene 8 meses separado y que desde agosto no ve a su hija de ahora 5 años, razón que, explica, le da fuerzas para continuar.
“A todo se acostumbra uno”, dice con una sonrisa torcida. Aunque sueña con ejercer como técnico en sistemas, continuar con su educación para estar en un trabajo que le permita desarrollarse profesionalmente y con una jornada laboral de 8 horas, menciona: “me gustaría estar en cualquier trabajo, ¿no? simplemente que sea digno, ya que uno busca lo mejor económicamente”.
Cuenta que, si él tuviera una jornada de 8 horas con al menos un día de descanso, aprovecharía ese tiempo para convivir más con su hija y familia. “Yo le diría ahorita a la juventud que le eche ganas a sus estudios porque la vida sin estudios sí te afecta”, dice puesto que no pudo concluir su preparatoria por ser el menor de seis hermanos. En Veracruz, existen 683 mil hombres como Luis Antonio cuya escolaridad máxima es la secundaria, según datos del INEGI del 2020.
mb