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Alberto vende calendarios en el centro de Xalapa desde hace 30 años

El comerciante es parte de la economía informal del país; cuenta que lleva una doble "chamba" como vendedor de calendarios y como albañil

Cuenta su historia como comerciante informal
Alberto alterna entre albañil y vendedor de calendarios.Cuenta su historia como comerciante informalCréditos: Isabel Ortega
Escrito en VERACRUZ el

XALAPA, VER.- Las mochetas de los ventanales de la Biblioteca Carlos Fuentes, en el centro de Xalapa, sirven como estante para Alberto García Flores. El comerciante informal vende calendarios y almanaques tridimensionales en el lugar desde hace tres décadas.

Originario de Coatepec, dice que desde los siete años se dedica al comercio. Su abuela lo enseñó a trabajar, pues se habían quedado huérfano y necesitaba ganarse la vida como comerciante.

Empezó a vender verduras en las inmediaciones de Coatepec, a donde a veces regresa por la tarde cuando no tiene buenas ventas en Xalapa. Viaja casi a diario a la capital del Estado para ofrecer los calendarios que “arma” en el sitio.

El vendedor, que mientras platica su vida no pierde la oportunidad para ofrecer sus productos, cuenta que la venta de calendarios y almanaques se limita a dos meses al año. De diciembre a enero aprovecha para ganar el dinero que sirve de sustento para su familia, integrada por su esposa y sus hijos Yesenia y Alberto, que cursan la secundaria.

De enero a septiembre del 2023, la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo (ENOE) reporta que Veracruz ocupó el sitio siete en entidades con la tasa más alta de condiciones críticas de ocupación, es decir, que los ciudadanos trabajan menos de 35 horas a la semana, lo que impacta en sus ingresos.

En el caso de las entidades con niveles más altos de informalidad laboral están Oaxaca (81.5%), Guerrero (77.4 %), Chiapas (75.4 %), Hidalgo (73.1 %), Tlaxcala (70.9 %), Puebla (69.5 %), Michoacán de Ocampo (67.1 %) y Veracruz de Ignacio de la Llave (66.6 %). 

En el sector de la informalidad se ubica Alberto García, quien dice que tiene que trabajar pues aún está muy joven para tener la pensión de Adultos Mayores, “todavía no le llego a los 60”.

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Alberto cuenta que, desde pequeño, en cada temporada decembrina, aprovechaba para vender los almanaques y calendarios, “estos los compramos en México, y los armamos aquí. Voy a cumplir 56 años, soy de 1967, Como soy huérfano (de mamá), empecé a vender verdura, allá, en el mercado de Coatepec”.

“En noviembre vamos a comprar los almanaques a la Ciudad de México y ya los armamos y empezamos a vender acá y en Coatepec, y también vendo en Sayago, donde hicieron un Coppel, ahí vendo también con la viejita que vende cacahuates”.

El comerciante comenta que va alternando sus puntos de venta con la idea de que los inspectores no le quiten sus productos, pues es vendedor informal. “Cuando chiquillo tienes miedo, piensas que te van a quitar (del Ayuntamiento) y van a llegar con la poli; ya de grande, el miedo es que los inspectores te los quiten; ya me quitaron en una navidad”.

Explica que sus ventas no le dan para pagar un permiso, y cuando los inspectores les decomisan la mercancía les cobran lo doble, por lo que muchos comerciantes informales prefieren perder la mercancía a pagar la multa.

“Ahorita como está en el gobierno Morena no te quitan, dicen ahí que vendan. Hasta acá no viene, allá (en Enríquez) si quitan a los de los volovanes, porque está ahí el palacio, pero aquí no llegan. Han pasado y les digo que solo estoy un rato”.

Alberto cuenta que procura dejar el espacio que usa para la venta limpio, para que nadie se moleste, “les dejo bien bonito, y ya me voy”.  Su horario laboral es de cinco horas al día, de 10 a 3, porque después de esa hora ya le da hambre; en un día bueno gana mil pesos, aunque su ingreso regular es de 200 o 300 pesos.

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“Qué día me vendí mil 200, porque viene mucha gente de Coatepec a comprar juguetes, suben y bajan y me compran. Ahorita llevo 150”, cuenta y confirma que permanecerá por lo que resta de enero para vender todos los calendarios que tiene de stock.

En los meses que no vende calendarios complementa sus ingresos como albañil; sin embargo, prefiere salir a las calles a vender almanaques, calendarios, monedas o billetes antiguos porque con el invierno hace mucho frio y le da “hueva” pararse temprano, debe entrar a las 8:00 de la mañana.

“Cuando no vendo calendarios me voy de albañil. Allá ahorita pagan 350 o hasta 400 al día, pero trabajas más. Ahorita voy a seguir vendiendo calendarios, porque a la hora que quiero me voy, porque es mío, y no tengo patrón, y no me dicen tienes que quedarte o no te pago”, comenta en entrevista con La Silla Rota.

Dice que por los siguientes tres años se mantendrá de vendedor y albañil, pues todavía está “muy chavo” para recibir algún apoyo gubernamental, “ahorita una señora me dijo que les van a dar 12 mil (de pensión). Yo quiero seguir trabajando, pero que nos den un apoyo, a mis hijos, una beca, para que sigan estudiando, más a Yessenia que sabe más”.

Su esposa fue a la oficina del Bienestar, entregó los papeles y le dijeron que tenía que estar atenta en internet para saber si se hacían acreedores al apoyo, “tenemos un celular y hasta internet metimos para darnos cuenta, pero no le han dado nada”, lamenta.

Confía que lo que resta del mes, mientras pasa los fríos, venderá el resto de sus calendarios; ya luego, dice, irá a buscar chamba pues en Coatepec están haciendo mucha obra y están contratando gente.

mb