VERACRUZ, VER. -Las manos de Jacinta Álvarez Cabrera sostienen la foto de su nieta, Lizbeth Vargas Barrios, joven de 25 años víctima de feminicidio en el municipio de Medellín de Bravo a quien recuerdan como una mujer alegre, trabajadora y talentosa que se dedicaba a la venta de postres para mantener a sus hijos.
En una esquina de la casa, ubicada al pie de la carretera Poza Rica- Veracruz, de la localidad del Moralillo en Medellín de Bravo, la familia colocó un pequeño altar con una manta blanca, 2 veladoras y una imagen de la Virgen de Guadalupe.
Te podría interesar
En ese terreno amplio rodeado de árboles, donde hay dos construcciones vivían Liz, la abuela, el tío, sus dos hijos y su pareja Leonardo N., quien se encuentra detenido como sospechoso del feminicidio. En el patio se reunió toda la familia para ayudar a la abuela con los preparativos del velorio.
Su abuela Jacinta, mujer de 85 años, de pelo canoso y delgada, aún no puede creer que su nieta, a la que cuido desde que era bebé, haya sido víctima de feminicidio y que sus bisnietos se quedaron en la orfandad.
La última vez que la vio fue durante la tarde del martes 2 de mayo, cuando le dijo que iba a la ciudad de Veracruz a comprar ingredientes para realizar los postres que vendía en el parque de El Tejar, localidad cercana a su domicilio. Este lunes 15 de mayo (dos semanas después) su cuerpo fue hallado en el fondo de un pozo en la localidad de El Atracón, también en el municipio de Medellín de Bravo.
De acuerdo con la abuela, Leonardo N se ofreció a llevarla, ya que el carro que ella había comprado con la venta de los postres, días antes se lo habían robado. Eso fue lo que el sujeto le dijo a la familia, pero días después ese auto apareció en el lugar donde fue hallado el cuerpo de Liz.
“Ella había comprado un cochecito blanco y cuando la dejó por allá, porque según él (Leonardo) la fue a dejar al Tejar en una moto, ella nunca regresó. Le pregunté por Liz, pero ya no me dijo nada, solo que la había dejado allá en El Tejar”, cuenta la abuela.
Presunto asesino estuvo en casa de Liz durante los días de búsqueda
A Jacinta se le hizo raro que su nieta no regresara, pues nunca se ausentaba tanto tiempo, así que empezó a insistir a Leonardo para que le diera el paradero de Liz; sin embargo, cada que le preguntaban el hombre se comportaba agresivo y nervioso.
Pero los nervios no fueron suficientes para que el hombre se saliera de la casa, pues de acuerdo con la abuela, luego de la desaparición de la joven, permaneció por una semana más durmiendo bajo el techo que compartió por dos años con Liz. Incluso tuvo tiempo de robarse una bocina y un microondas que ella utilizaba para hacer postres y que compró con esfuerzo de las ganancias de su negocio.
“Yo le decía que se quedara solita, porque ella se mantenía sola. Porque él últimamente ya ni le daba para la comida. Se iba allá donde vivía el tío y casi no trabajaba. Ella compró todo lo que tenía en su casa, su estufa, alacena”.
Los familiares dicen que Liz sufría de violencia familiar, ya que en las últimas semanas de relación Leonardo la golpeaba y violentaba verbalmente. Su abuela le aconsejaba que lo dejara, pues él le doblaba la edad.
Una semana antes de su desaparición, Liz había tomado la decisión de dejarlo, cansada de los maltratos constantes que sufría junto con sus hijos. La decisión de Liz hizo que Leonardo se comportara más agresivo y que las discusiones aumentaran.
“Ella le dijo que se fuera, que ya no quería estar con él. Eso fue una semana antes, pero él se puso enojadísimo, tanto que un día le agarró el teléfono que tenía y se lo rompió”, agrega la abuela.
Los familiares no interpusieron una denuncian formal ante las autoridades de manera inmediata a su desaparición, sino hasta una semana después, porque la abuela no sabía cómo actuar en estos casos y su tío sufre de una discapacidad visual que le impide moverse con facilidad. El caso de Liz se dio a conocer por redes sociales, gracias a sus tías y los habitantes de El Tejar que compartieron su foto.
Una mujer trabajadora
Liz solo contaba con su abuela, pues su madre murió hace un año por problemas de los riñones. Ella era el único sustento de su familia, ya que su tío se quedó ciego a raíz de una retinopatía diabética.
Desde pequeña tuvo interés por las ventas, desde hace dos años que se dedicaba a vender postres en el parque de El Tejar, por eso muchos habitantes la conocían. Además de vender postres vendía artículos por catálogo.
Jacinta recuerda que durante las mañanas preparaba los postres que vendía: fresas con crema, pasteles, gelatinas, postres y por las tardes acudía al parque a vender. De las ventas ahorró dinero para comprar sus cosas, hasta un carro de la marca T-suru color blanco que se lo había comprado a un conocido y donde se trasladaba a varias localidades cercanas a ofrecer sus productos.
Los habitantes de El Tejar la recuerdan como una joven amable, alegre y llevadera con los clientes, algo que a Leonardo no le gustaba y lo que era motivo de discusiones e insultos.
“Todo lo que hacia ella lo vendía. Aprendió a hacer postres con una señora de ahí de El Tejar, ella le enseñó. Todas las personas la apreciaban por eso, porque ella hacía muy ricos los postres”, expresa su abuela.
Lizbeth dejó en la orfandad a dos hijos, de 4 y 2 años, el mayor es sordomudo y quedó a cargo de la abuela, quien es de escasos recursos, por lo que solicitan ayuda de los ciudadanos para poder mantener a los menores.
Políticas para frenar feminicidios insuficientes
El estado de Veracruz cuenta con 2 alertas de género, una por violencia feminicida (23 de noviembre de 2016) y otra por agravio comparado (13 de diciembre de 2017), Adriana Fuentes Mazo, abogada e integrante del colectivo feminista Equifonía, sostiene que este mecanismo ya cumplió su cometido de visibilizar la violencia en la que viven las mujeres, pero que se requieren tomar acciones más complejas para evitar los feminicidios.
Fuentes Manzo señala que las políticas públicas y los mecanismos para atender emergencias relacionadas con la violencia a las mujeres se encuentran rebasadas, pese a que en los últimos meses se ha registrado una disminución de feminicidios en la entidad veracruzana, aún existen mujeres violentadas.
El Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública (SESNSP) indica que de enero a abril del 2023 se registró un total de 23 feminicidios en Veracruz, el mes donde hubo más casos fue en marzo con 8, para abril la cifra bajó a 4.
“El solo hecho de contar con la muerte violenta de una sola mujer, nos da paso a poder señalar que se necesitan realizar una serie de cosas previas, antes de este suceso. Y que claro, la unidad de análisis y contexto nos tendría que dar cuentas de la violencia feminicida, porque hay casos de larga data que llevan más de 10 años sin resolver”, expresa la especialista.
Aunado a esto se suma que el actual gobierno no ha designado una titular en el Instituto Veracruzano de la Mujer (IVM) desde la renuncia de Yolanda Olivares Pérez, en el 2019.
mb