El rostro de Luisa Álvarez Núñez se ilumina cada que habla de su experiencia al ayudar a mujeres embarazadas a dar a luz. Desde hace 65 años preserva el oficio de la partería en Jalcomulco, un municipio ubicado en la zona centro del estado de Veracruz, a 48 minutos de Xalapa.
La mujer de 79 años es una de las últimas parteras en dicha localidad de Veracruz. De complexión robusta, caminar lento y voz gruesa, Luisa se sienta en la sala de su casa; afuera se escucha el ruido de las gallinas y las aves que son atraídas por los árboles que rodean su patio y oscurecen el interior.
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“Cuando yo tenía como ocho años soñaba con ser enfermera, me gustaba y me nacía eso, pero ya crecí y a los 12 años yo hice un juramento ante Dios, que si él me permitía ser enfermera o partera yo le iba a servir”, cuenta.
Originaria de Nautla, a los 14 años atendió su primer parto en el rancho de sus padres. El primer bebé que ayudó a nacer fue un varón, hijo de una sobrina.
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En aquellos años conseguir un doctor o salir a un hospital representaba un gran gasto para los familiares que no podían cubrir, por lo que la mejor opción eran las parteras.
Pese a que su madre también fue partera, Luisa señala que todo lo aprendió de manera empírica, como si fuera algo que ya traía en la sangre.
“Después del primer parto que atendí me seguí con otro y otro”, dice. El rumor de que había una nueva partera en la zona se comenzó a correr y con ello vinieron las extenuantes horas laborales; en la madrugada, tarde y noche salía de su casa para atender a las mujeres.
Fueron tantas madres atendidas que Luisa perdió la cuenta de cuántos bebés ayudó a nacer, con orgullo presume que nunca se le murió un recién nacido.
Este oficio le permitió tener relación con doctores que a diario la invitaban a estudiar enfermería y trabajar con ellos, pero los nueve hijos que tuvo hicieron que desistiera de su sueño.
Un oficio en peligro de desaparecer
A los 30 años llegó a Jalcomulco con su primer esposo. Ahí trabajó en casas, en restaurantes, en el campo y cuando se le requería ayudaba a las mujeres del municipio y de localidades cercanas a tener a sus hijos.
Hace un año atendió su último parto, por su edad y las complicaciones que trajo el padecer el virus de la covid-19, tomó la decisión de no atender a más madres; sin embargo, todavía hay personas que solicitan de sus servicios.
Luisa ve con tristeza que poco a poco este oficio se encuentre en peligro de desaparecer en el municipio. Aunque una de sus nietas la ayuda a atender partos, dice que a las nuevas generaciones no les interesa aprender este trabajo, debido a lo demandante que es.
También a que la mayoría de las mujeres prefieren atenderse en hospitales, por si llegasen a tener complicaciones durante el parto.
El Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi) señala en su informe del 2020 que los médicos fueron las personas que con mayor frecuencia atendieron los partos, con 88.7 por ciento (1 millón 445 mil 199) del total, seguidos de las enfermeras y parteras que representaron 4.6 por ciento (75 mil 209).
“Cuando vi a mi nieta ayudarme a atender en su primer parto, le di gracias a Dios, porque puede ser que ella se quede en mi lugar. Yo he querido enseñar a muchas muchachas aquí, pero no quieren, no quieren compromisos, porque esto es compromiso”.
El Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) indica que hay más de 6 mil 600 parteras en 18 estados del país. Veracruz es el segundo estado con más parteras, con un promedio de 2 mil 474, antes se encuentra Chiapas con 2 mil 770.
En 2020, las 2 mil 474 parteras tradicionales y 426 auxiliares, junto con los Servicios de Salud de Veracruz (Sesver), atendieron diariamente entre nueve y 10 nacimientos, sobre todo en pueblos originarios.
El reconocimiento de la partería en México
El pasado 6 de septiembre, el subsecretario de Prevención y Promoción de la Salud, Hugo López-Gatell, informó en la mañanera que el gobierno federal buscaba dar certidumbre a las parteras tradicionales.
De acuerdo con el subsecretario, las parteras forman parte esencial en la atención de las mujeres embarazadas, sobre todo en comunidades indígenas; no obstante, hay pocas leyes para protegerlas y en los últimos años su trabajo ha sido menos preciado.
“En las últimas décadas, se ha disminuido el espacio de la partería, posponer sus capacidades porque no se le incorpora suficientemente al sistema nacional de salud y ha privilegiado este marco jurídico una visión muy técnica a veces tecnocrática de la práctica del parto y a veces mercantil”, dijo López Gatell.
Ante esto se encuentra están trabajando en una Norma Oficial Mexicana de Partería para reconocer este trabajo y a las mujeres que lo practican, dotándolas de conocimiento y certeza jurídica para que personas como Luisa mantengan vivo este oficio ancestral al que dedicó su vida Luisa Álvarez.
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