Hace unos días en Xalapa, Ver., Enrique González, padre de una niña de dos años denunció que su pequeña, diagnosticada con tuberculosis y VIH, llevaba ya dos meses sin recibir el tratamiento que requiere, la causa: el desabasto de medicamentos en el Centro Ambulatorio para la Prevención y Atención del Sida e Infecciones de Transmisión Sexual (Capacits), de Veracruz.
El señor González, además de mostrar su preocupación, manifestó que el medicamento en farmacias privadas tiene un costo de 7 mil pesos, lo que es imposible costear para él y su familia, por lo que es un riesgo latente que el tratamiento para la salud de su hija se vea suspendido de no solucionar el abasto.
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Este caso es una muestra de muchos otros que hoy, lamentablemente, aquejan a nuestro país y que particularmente lastima a nuestras infancias. En México la salud no debería ser una promesa sino un derecho garantizado. Sin embargo, hoy enfrentamos una crisis profunda que en muchas entidades tiene rostro infantil.
El desabasto generalizado de medicamentos en hospitales públicos, lejos de ser un asunto superado, continúa afectando gravemente a miles de familias mexicanas, particularmente a aquellas que dependen totalmente del sistema público de salud para atender enfermedades infantiles, desde infecciones comunes hasta padecimientos tan delicados como el cáncer.
Según algunos informes oficiales, entre 2019 y 2023, las quejas relacionadas con la falta de medicamentos en instituciones públicas aumentaron dramáticamente, situación que se ha visto evidenciada en reportes constantes emitidos por la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH). Desde el año 2021 la Secretaría de Salud reconoció el desabasto de medicamentos esenciales a nivel nacional, que afecta principalmente a pacientes pediátricos con enfermedades crónicas como diabetes tipo 1, enfermedades respiratorias, VIH infantil, epilepsia y en particular, el cáncer infantil.
Es una crisis que no solo se ha limitado al ámbito oncológico, aunque ahí es más visible y doloroso. Padres y madres recorren diariamente múltiples centros de salud, enfrentando la frustración de no poder surtir desde antibióticos básicos hasta tratamientos especializados para epilepsia infantil o enfermedades autoinmunes. Cada medicamento faltante representa no solo retrasar un tratamiento, sino riesgos irreversibles en la calidad de vida y el desarrollo integral de niñas y niños.
Se advierte que el problema del desabasto no radica únicamente en la insuficiencia presupuestal, sino en planeación deficiente, falta de transparencia y fallas en la logística por parte de las instituciones encargadas de la adquisición y distribución. Un diagnóstico reciente de la Organización Panamericana de la Salud (OPS) señala que México presenta uno de los sistemas de abastecimiento más fragmentados de América Latina, situación que exige una inmediata corrección estructural.
Ningún discurso oficial debería restarle importancia a la magnitud de esta crisis, México necesita pasar de la retórica a la acción concreta y urgente, porque cada niño, cada niña que hoy carece de un medicamento, mañana podría enfrentar consecuencias irreparables en su salud y su desarrollo. La infancia de nuestro país, más que excusas requiere soluciones reales y efectivas.
Desde Movimiento Ciudadano, la lucha por el acceso universal, gratuito y garantizado a medicamentos no es solo política, es profundamente humana; así lo han demostrado nuestros gobiernos en Jalisco y Nuevo León en la lucha contra el cáncer infantil.
Es una batalla que seguiremos dando desde todos los frentes, hasta lograr que ninguna niña ni niño mexicano vea vulnerado su derecho fundamental a la salud.
Nadie quiere ya anuncios con bombo y platillo de caravanas de la salud, “camionetitas de la salud” o programas con nombres rimbombantes que se supone que los gobiernos federal, y locales, implementan para “solucionar” una crisis que lastimosamente tiene años y años sin reparación, las enfermedades de niñas y niños no esperan y nuestras infancias siguen en riesgo.
Ningún niño o niña debería luchar por su vida mientras el Estado omiso, negligente, e ineficiente no atiende su necesidad urgente. Cada receta incumplida es un día más de dolor para ellas y ellos, y de profundo desconsuelo para sus padres y madres, un país que no garantiza la salud de sus infantes está olvidando cuidar del futuro.
Mtro. Agustín Torres Delgado
Secretario General de Acuerdos
Movimiento Ciudadano
