OPINIÓN

La Justicia de la Sororidad

Los Ojos de Temis

Créditos: LSR Veracruz
Escrito en VERACRUZ el

Cuando Temis se quita la venda y mira de frente, no encuentra enemigas. Encuentra mujeres que han sobrevivido en un mundo diseñado para hacerlas dudar de sí mismas y de las otras. Encuentra historias que se cruzan y heridas que son espejo. 

El problema nunca ha sido otra mujer. Nunca fue ella. Nunca fui yo. El problema ha sido un sistema que nos quiere ver enfrentadas, que nos quiere hacer creer que la fortaleza de otra nos debilita, cuando en realidad nos fortalece.

No estamos aquí para competir. Estamos aquí para sostenernos. Para abrir caminos, no para cerrarlos. Para vernos con admiración. Para entender que lo que nos une es más grande que lo que nos separa.

Nada es más peligroso para el patriarcado que las mujeres unidas. Nada lo aterra más que vernos construir juntas, celebrar nuestros logros, reconocernos en la grandeza de la otra, sin miedo, sin celos, sin resentimientos sembrados por un sistema que nos ha querido enemigas.

El patriarcado quiere que desconfiemos unas de otras, que minimicemos nuestros logros, que creamos que toda mujer que alcanza el poder se lo debe a un hombre. Nos han dicho que si una mujer llega lejos, no es por su esfuerzo, su inteligencia o su mérito, sino porque "alguien la puso ahí". Nos ha hecho creer que si una brilla, es porque otra debe opacarse.

Pero eso es una mentira.

No existe logro más reconfortante que ver a otra mujer triunfar y sentir orgullo en lugar de sospecha. No existe acto más revolucionario que mirar a otra mujer y pensar: "su victoria también es mía", porque su presencia en el poder abre puertas que antes estaban cerradas para todas.

Cada vez que una mujer señala a otra como “poco preparada”, “poco capaz” o sugiere que “alguien le dio el puesto”, está sosteniendo el mismo discurso que ha limitado nuestras oportunidades por siglos. Cada vez que una mujer descalifica el esfuerzo de otra, le está haciendo el trabajo al patriarcado.

El machismo nos necesita divididas, haciéndonos el daño entre nosotras. Nos quiere viendo con desconfianza a la que ha conseguido lo que nosotras anhelamos, en lugar de inspirarnos y aprender de ella. Nos quiere repitiendo las mismas frases que han sido usadas para descalificarnos históricamente.

Pero somos más inteligentes que eso. Somos más fuertes que eso. Y ya no vamos a jugar con las reglas que ellos impusieron.

Quizá una de las trampas más crueles que nos ha impuesto el machismo es hacernos creer que solo podemos avanzar si otra mujer cae. Que para llegar a un puesto de poder debemos descalificar, minimizar o dudar de la capacidad de otra. Que no hay lugar para todas, que el mérito de una solo puede existir si la otra es desacreditada.

Pero esa es una lógica que no nos pertenece.

No hay mayor injusticia que descalificar a otra mujer, cuando su trayectoria habla por sí misma. No hay mayor contradicción que luchar por la igualdad y replicar los mismos ataques que históricamente nos han hecho a nosotras.

Ruth Bader Ginsburg, una de las mujeres más brillantes en la historia de la justicia, entendió esta verdad con claridad: "Las mujeres pertenecen a todos los lugares donde se toman las decisiones." 

Necesitamos mujeres que entiendan que no estamos aquí para ocupar el lugar de otra, sino para demostrar que el poder nunca debió ser un privilegio de unos cuantos.

La sororidad no significa que siempre estaremos de acuerdo, que no habrá diferencias, que todas compartiremos la misma visión del mundo. Pero sí significa que no responderemos al machismo con sus propias armas. Que no seremos el reflejo de aquello que queremos erradicar. Que podemos disentir sin destruirnos. Que podemos avanzar sin empujarnos unas a otras.

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No se trata solo de no atacar a otra mujer, sino de asumir un compromiso real para erradicar el machismo en todas sus formas. La violencia no se combate con más violencia. La agresión no se neutraliza con otra agresión. No podemos caer en la trampa de replicar lo que por tanto tiempo nos ha herido.

Si creemos en la justicia, debemos ser las primeras en practicarla. Si creemos en la igualdad, debemos empezar por ejercerla entre nosotras. Si queremos transformar el mundo, primero debemos transformar la manera en la que nos miramos.

La próxima vez que veamos a una mujer llegar lejos, pensemos en cuántas veces nosotras mismas hemos tenido que probar nuestro valor una y otra vez. La próxima vez que escuchemos que una mujer "no merece estar ahí", recordemos cuántas veces nos han dicho lo mismo. 

La próxima vez que sintamos el impulso de descalificar el mérito de otra, pensemos en lo poderoso que es reconocer el esfuerzo en lugar de cuestionarlo.

Por eso, hoy en Los Ojos de Temis, no hacemos un llamado a la unidad forzada ni a la complicidad ciega. Hacemos un llamado a la consciencia, a la sororidad real, a la justicia entre nosotras.

Porque si un día logramos cambiar el mundo, será porque lo hicimos juntas.

mb