Amén de los hornos crematorios y las vitrinas en el Museo de sitio de Awshwitz en Polonia, me sorprendió la exposición de una película en la pantalla gigante, que se encuentra al centro y se mira de pies. Al paso de estas imágenes grabadas en vivo del exterminio de seres humanos por otros que debían serlo, a los lados vi caer desmayadas a muchas personas.
Fue en el verano de 1980.
La impresión fue gigante especialmente porque en esa época, aunque usted no lo crea, esta información estaba oculta para la gran mayoría del mundo y a la fecha, con todo y esas evidencias hay quienes se niegan a reconocerlo y a creer que eso pasó.
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Que millones y millones de personas murieron sólo por ser de otra raza, y se ignora, así como muchos eran mexicanos y había una barraca adonde estaban hacinados en el sector de trabajos forzados y que tiene sobre la puerta la bandera nacional de México.
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Ayer cuando dieron a conocer los centros de exterminio de muchos que han salido a la luz, de aquí cerquita, sin cruzar el Atlántico, de personas de gente como uno, la mayoría "levantados", de cientos de miles de exterminados, borrados, torturados, me queda claro que somos capaces de eso y más, que cada día nos dicen que nos estamos matando y que estamos en las listas de especies en peligro de extinción y que no hay una palabra, ni una sola que pueda darle consuelo a nadie.
Un amigo abogado me dijo que el único acto para una víctima es la justicia. Un periodista, que lo que le interesa y le mueve es la verdad. Para un poeta la realidad es tema para escribirlo y escribirlo hasta que salga del corazón algo parecido al tamaño del dolor.
¿Y qué pueden decir los gobiernos? Saben bien que todo es ilegal. Que todo es ilegal.
mb