OPINIÓN

Juventud en México: ni apática, ni ausente

Pa´Vivir a Gusto

Créditos: Agustín Torres Delgado
Escrito en VERACRUZ el

Recientemente me preguntaron el motivo por el que Movimiento Ciudadano apuesta por la juventud mexicana, pues, a decir de muchas personas, las y los jóvenes no votan. Esto es un error y un mito que se ha repetido por años: eso de que a las y los jóvenes “no les interesa la política”, porque para ello toda una generación entera tendría que vivir permanentemente desconectada de la realidad democrática y social de su país, lo cual en México no es así.

Prueba de ello es la reciente marcha de la llamada Generación Z, el pasado 15 de noviembre, en donde miles de mujeres y hombres jóvenes salieron a las calles en la Ciudad de México y otras ciudades del país a manifestar diversas inconformidades en rubros como seguridad, educación, salud y transporte, entre otros.

Hay muchos ejemplos de lo poco que la vieja política y el gobierno conocen a las y los jóvenes. Hoy señalan, denigran y calumnian a quienes se manifiestan, acusándoles de bots, y denuncian estas acciones en X y Facebook, sin saber que la juventud se organiza en otras redes sociales como Discord, por las bondades para generar grupos de intereses en común que esta red social les permite. Les atacan, deslegitiman sus demandas por desconocimiento total de sus entornos. Están completamente desconectados de la realidad, de sus legítimos reclamos, de sus causas y sus luchas.

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Históricamente, los movimientos juveniles han sido, desde hace décadas, catalizadores de cambio. El más emblemático: el movimiento estudiantil del 68; en 1971, el Halconazo; en los noventa, el surgimiento del Consejo General de Huelga (CGH) en la UNAM durante la huelga de 1999-2000; en 2012, el movimiento #YoSoy132, en donde las nuevas generaciones, ahora potenciadas por las redes sociales, pudieron desafiar las narrativas oficiales, cuestionar la concentración mediática y colocar la pluralidad informativa en el centro del debate democrático.

El hilo conductor compartido de estos movimientos es la juventud mexicana: involucrada políticamente, participativa y activa. Lejos de replegarse, han sido creativos, enérgicos y con una gran capacidad de articulación. Lo que le urge a la vieja política y al gobierno en turno es dejar de interpretar a generaciones que no conocen y que no entienden, con quienes, además, no se comunican más que cuando quieren pedir el voto.

Ahora bien, es cierto que todavía hay muchos personajes de la política que creen que las juventudes no participan, y son precisamente aquellos que confluyen dentro de lo que nosotros llamamos la vieja política y sus viejas prácticas. Los hechos recientes y los históricos demuestran exactamente lo contrario: la juventud en México no solo se interesa por la política, sino que participa, propone, protesta, transforma y sí vota.

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En el proceso electoral de 2024, los jóvenes de 18 años fueron uno de los grupos de edad que más votaron, con una participación de 61.53 por ciento, por arriba del porcentaje nacional de 59.8 por ciento, de acuerdo con datos del Instituto Nacional Electoral (INE). En las elecciones federales y locales de 2018 destacó la aportación de los jóvenes de 18 años, que superaron la media nacional al participar el 64.7 por ciento.

Basta con ser más observadores. La participación de las y los jóvenes adopta formas distintas: colectivos feministas juveniles; foros universitarios; redes para exigir justicia; estudiantes que organizan paros en defensa de la autonomía de sus universidades; jóvenes indígenas que se vinculan para defender sus territorios y la autodeterminación; brigadas de voluntarios que operan para atender desastres y ayudan antes que cualquier autoridad. Todas las anteriores son expresiones políticas, aunque en ocasiones no encajan en la definición estrecha de algunos.

En los hechos, las y los jóvenes sí participan, pero no se someten a estructuras que consideran ajenas, opacas o alejadas de su realidad. Sí participan, pero desde espacios y lenguajes distintos a los que tradicionalmente reconoce la política formal. Se organizan, generan contenido en redes, impulsan causas ambientales, de derechos humanos, de diversidad sexual, de seguridad, de movilidad, de educación. No es que la juventud mexicana esté ausente: está esperando ser tomada en serio y no ser solo un botín electoral en cada elección.

En Movimiento Ciudadano sí continuaremos el camino de impulsar la participación de las y los jóvenes. Nuestro coordinador nacional, Jorge Máynez, lo ha demostrado desde su campaña presidencial, visitando universidades y llevando un mensaje de que sí podemos vivir mejor y de que sí podemos construir un México nuevo.

Más que preguntarnos si las juventudes participan en la política, empecemos a cuestionar por qué tantas instituciones siguen siendo incapaces de representarlas, escucharlas o acercarse a ellas. Dejemos de subestimarlas: es urgente que las escuchemos, que les abramos más espacios, que reconozcamos que sus participaciones, además de ser deseables, son indispensables en un país que está en la búsqueda de avanzar hacia una democracia sólida, justa y representativa.

Agustín Torres Delgado

Secretario General de Acuerdos

Movimiento Ciudadano