Que triste se oye la lluvia
en los techos de cartón.
Que triste vive mi gente
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en las casas de cartón.
Todas las tragedias son grandes como azules son las violetas, remachaba con grandilocuencia el maestro de redacción en el aula de la facultad de periodismo, donde rasgaba con placer malsano las hojas de papel revolución donde pergeñábamos las notas periodísticas.
Siempre recurría a la frase como rasero para impedir que el vicio de las etiquetas y adjetivos hicieran presa como cizaña en la confección de una nota. Cortaba de tajo con los ánimos editorialistas y sesgados de los reporteros en ciernes.
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Lo que sucede en Xalapa es una tragedia.
Cada temporada de lluvias y huracanes nos asomamos con pasmo a la tragedia humana que chicotea siempre a los más pobres, a los habitantes de los cinturones de miseria que habitan como dice la canción de ‘Las casas de cartón’ de Alí Primera, ubicadas en las laderas empinadas de los cerros, sin más garantía de vida que la fe que los mueve cada día.
Una familia, dos jóvenes veinteañeros y un bebé de seis meses, murieron aplastados por un alud de lodo en la calle Poniente 2, lote siete, manzana 10 de la colonia 9 de abril, en la ciudad capital donde este tipo de desgracias se repite con alarmante sincronicidad.
Se terminó la vida para estos jóvenes cónyuges que soñaban con hacer una vida. La desgracia de ser pobres les aplastó ilusiones por una aparente negligencia de la Comisión Municipal de Agua y Saneamiento que, según los vecinos, no atendió la fuga de agua en la pendiente del cerro, que reblandeció la tierra porque el agua se escurrió por tres días seguidos.
Según declaraciones de los vecinos, el joven matrimonio acurrucó a su bebé y los tres murieron abrazados, en acción postrera por seguir juntos.
Los testimonios de primera mano obtenidos por los reporteros indican omisión de las autoridades municipales, falta de acción que se intenta cubrir con anuncios de indemnizaciones y programas emergentes para las zonas de alto riesgo que irán bajando de intensidad hasta que vuelva otra vez la tragedia, hasta que retorne la muerte que se enseñorea con los más débiles.
Ricardo Ahued Bardahuil, el alcalde que saltará en noviembre a la Secretaria de Gobierno, dijo en conferencia que “éste es un tema que ha padecido la ciudad por muchos años, mismo que esta Administración Municipal ha atendido con una inversión de más de 40 millones de pesos para la construcción de muros de contención, de los cuales, 10 millones corresponden a un subsidio del Gobierno Estatal; sin embargo, se requieren 150 millones para mitigar la problemática asociada al crecimiento urbano”.
Sí; pero hay una familia muerta.
Y en trágica coincidencia, la temporada de lluvias y huracanes que inició el sábado 1 de junio, terminará hasta el sábado 30 de noviembre, justo cuando el empresario brinque de la alcaldía a la oficina numero dos del organigrama de la gobernadora Norma Rocío Nahle García.
Ricardo Ahued Bardahuil reconoció que la fuga de agua fue reportada a la CMAS y que el riesgo de deslaves en esa manzana no ha concluido, situación que se complicará más por este fin de semana donde se registrarán lluvias copiosas.
Los vecinos indicaron que el chiflón de agua que socavó el cerro duró por lo menos tres horas, sin que el personal de la Comisión de Agua y Saneamiento acudiera a reparar la fractura del ducto de tres pulgadas.
En marzo pasado, en la efervescencia de las campañas políticas, el presidente municipal destituyó al cronista de la ciudad, Vicente Espino Jara, por el crimen de asistir a un mitin organizado por el Partido Revolucionario Institucional.
Quizá en raciocinio salomónico deba el alcalde hacer un balance en el control de daños que le significará la permanencia o ausencia, según conveniencia política de Ana Iris Ruiz Gómez directora de la Comisión Municipal de Agua Potable y Saneamiento (CMAS) de Xalapa.
Habría que sopesar el alcalde también la eficacia en las tareas de protección civil de Luis Sardiñas Salgado, precisamente porque esta tragedia trae la calca de lo ocurrido en el 21 de agosto del 2021 cuando un alud de lodo sepultó a seis integrantes de una familia en la colonia Brisas del Sedeño, tras las lluvias que ocasionó el paso del huracán “Grace” por el territorio estatal.
En esa otra tragedia murieron una bebé de 15 días de nacida, una niña, de dos años, y tres niños, de cuatro, cinco y ocho años, quienes fallecieron junto a su madre, de 27 años.
La tragedia es cíclica en Xalapa.
La muerte se lleva a los más pobres, a los que viven en las casas de cartón, encaramadas en las laderas de los cerros.
Y faltan tres meses de estropicios agendados por el fenómeno de ‘La niña’ en materia de lluvias, derrumbes e inundaciones.
No tiren sus libretas de apuntes, recomendaba el maestro Alfonso Valencia Ríos a los corresponsales de El Dictamen desperdigados en la Cuenca del Papalopan. El río de Las Mariposas se desborda cada año y los reporteros debían tener el apunte de las comunidades anegadas de la temporada de lluvias del año pasado.
Las tragedias son cíclicas. Ahí está la enseñanza.
… de otro costal.
Lo vi saliendo a paso cansino del edificio del Poder Judicial. Me esperó en una esquina, afable, ligero de palabra, como reportero de a pie que siempre ha sido.
Era Sergio Naranjo Gamboa que reparte su horario laboral entre el Tribunal de Justicia y Radiotelevisión de Veracruz como redactor de comunicados, corrector de gacetillas, conductor de noticieros, hacedor de todo, como solemos ser en la chamba los reporteros.
Nos conocemos hace muchos años. En ese oficio sabemos quien es quien o como ‘masca la iguana’ y Sergio es buen ser humano y excelente profesional de la comunicación.
¿Qué sucede en RTV? Le pregunté a ras de banqueta.
Me dijo que hay adentro de las paredes de la televisora una revuelta, sorda, soterrada, intestina, motivada por las pasiones políticas.
La sustancia del asunto - según su óptica de reportero - es que un grupo de trabajadores del canal le apostó el resto a un candidato a la gubernatura, que no ganó en la elección y sus apoyadores ya se habían repartido el pastel de los puestos a priori.
Una versión más de la tormenta que se registra atrás de las tramoyas, bastidores y platós de RTV.
¿Será? diría el tío Santiago cuando no podía digerir una duda existencial.