Los veracruzanos somos chingones en muchas cosas: somos gente entrona, franca, alegre, ruidosa, talentosa, estudiosa, amorosa y mucho más… de todo eso podemos ser ejemplo. Sin embargo, al reflexionar sobre la reforma al poder judicial, que más que al poder judicial es al Poder Judicial de la Federación (PJF)—a los juzgadores que protegen derechos humanos pa acabar pronto—, se me cruzan por la mente otros ejemplos veracruzanos que no me gustaría recordar, pero estimo que vienen al caso.
En medio de manifestaciones, marchas, discusiones políticas, sesiones públicas, insultos, desinformación, manipulación e impotencia, no dejo de preguntarme: ¿qué quiere la gente? y ¿por qué el odio que expresan hacia los juzgadores que muy probablemente quedaremos fuera de la institución que nos ha formado? Conozco la respuesta, no encuentro otra:
«La gente quiere verdadera justicia, esa que es eficiente y gratuita; sabiendo eso, el presidente de la república se ha encargado de ofrecerles una solución mágica: "cambiar a los jueces y magistrados federales por otros" tan, tan».
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«¡Pero los problemas judiciales empiezan en las fiscalías o en los juzgados locales, no con nosotros!», grita el PJF. La respuesta a ese reclamo es que eso no es relevante, eso después, eso no es urgente, primero lo urgente, lo que es de vida o muerte… ¡como en la medicina! Aquí viene el primer ejemplo: el exgobernador Javier Duarte (sin juzgar sobre su culpabilidad, pues no me tocó valorar pruebas en algún juicio sobre ese tema) fue denunciado por el desvío de dinero destinado a tratamientos médicos, incluyendo quimioterapias, y que en su lugar se suministraba agua a pacientes con cáncer, —¿De qué estás hablando, Willis?—. Bueno, es que a todos nos queda claro que el agua no cura el cáncer; por favor, que se entienda que la reforma no cura los males de la justicia en México. Así es, no ataca el origen de la enfermedad, porque eso es difícil e impopular. La corrupción la enfoca en dos temas: el primero, el supuesto nepotismo del Poder Judicial Federal, sin diagnóstico real, solo porque hay muchos familiares en la institución, sin importar que hayan llegado pasando exámenes o que se hayan hecho familia al conocerse dentro de la institución; el segundo, los jueces son corruptos porque dejan libres delincuentes. ¡Por favor!, un juez no es más justo entre más gente condene, es más justo cuando puede valorar bien las pruebas que se le ofrecen, con las reglas impuestas por el legislativo en las leyes. Mis amigos me dicen, «Oye, pero a mí me piden dinero para agilizar mi denuncia, me piden dinero para dejar libre a mi hermano, me piden dinero para que salga mi sentencia, me piden dinero para fijar mi pensión alimenticia. ¿Eso ya va a cambiar?». Con frustración respondo que no. No va a cambiar con la reforma, porque esos asuntos no los conocen los jueces que van a quedar fuera. No va a cambiar porque eso se arregla de otra manera, con capacitación, con más recursos, con colegiación de abogados, cambiando la forma en que se designa a todos esos funcionarios, con denuncias e investigación a los actos de corrupción, etc., pero eso no es popular. Suena complicado, eso no gana votos. Claro, igual de complicado es el cáncer y no se cura con agua.
El Presidente le dice al pueblo algo como esto, «¡Tranquilo, ahora tú vas a elegir a los jueces! Aquéllos ya se van y tú eliges a los nuevos. Los que están llegaron después de años de carrera judicial y concursaron con otros miles para ocupar el cargo de juez, pero ya viste que son corruptos… así que fácil: ¡los cambiamos! No es complicado, si son muchos lo arreglamos con una tómbola para que sean menos y ya de esos pocos tú eliges… ¡buenísimo!» Y ahí va inmerso el segundo ejemplo, a ver si lo captas: quizás los veracruzanos no tendríamos de qué preocuparnos, tenemos fama de ser tan suertudos que hasta la Lotería Nacional lo avala.
Nota de la autora
Esto lo empecé a escribir antes de que comenzara a discutirse formalmente la reforma. Ayer se aprobó en el Senado de la República la «flamante» reforma al Poder Judicial, después de una gran decepción… ¿De quién creen? ¡De otro veracruzano!
¡Por favor! Es cierto que se dijo hasta el cansancio, «Esta reforma va porque va», pero hubo un rayo de esperanza por un par de días cuando los 43 senadores «de la oposición» manifestaron públicamente que votarían en contra de aquélla. Se nos olvidó
que estábamos confiando en políticos y que más de alguno no tendría la integridad ni la entereza para sostener su palabra. Lo olvidamos. Por un momento confiamos en ellos.
Los veracruzanos servimos de ejemplo para muchas cosas buenas, desgraciadamente ahora también serviremos de ejemplo para la traición.
Marisol Barajas Cruz
Magistrada Federal veracruzana
mb