Desde la llegada de nuestro mandatario Andrés Manuel López Obrador a la presidencia de la república aquel primero de diciembre de 2018, se puso en marcha una política de seguridad que, si algo está más que claro, no ha funcionado ni un poco para velar por la integridad de las y los mexicanos. Un ejemplo claro de esto fue el conocido y uno de los primeros golpes al gobierno del tabasqueño ocurrido el jueves 16 de octubre de 2019, hablo del “Culiacanazo”. Este evento demostró el poderío que tiene el crimen organizado en nuestro país y como el propio gabinete de seguridad tuvo que sucumbir ante ese control que ejerció la cédula delictiva en la región.
Poco ha cambiado a casi ya cinco años de distancia de aquel “Jueves negro” (como también es conocido el “Culiacanazo”), la estrategia de seguridad de AMLO, que es similar a ondear una bandera blanca en signo de paz y que ha llevado por nombre mediáticamente “abrazos, no balazos”, es casi evidente que no ha funcionado. El primero de octubre, en propias palabas de Obrador, él entrega la banda presidencial, se alejará de cualquier tema político y se irá a retirar a Palenque.
A falta de poco más de seis meses de esto, Obrador ya ocupa el primer lugar como el sexenio con mayor número de homicidios desde que el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), comenzó a registrar en 1990 esta información. Al corte del año pasado, Obrador acumula un total de 171, 085 asesinatos, superando los 157, 158 y los 121,613 de Enrique Peña Nieto y Felipe Calderón, respectivamente.
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No quiere decir que durante los sexenios pasados hayamos vivido en paz, por desgracia van varios sexenios donde la integridad de las personas no es velada por las autoridades, pero algo que deseo rescatar es que pareciera que las fuerzas del orden que se encargan de cuidarnos como ciudadanos, únicamente actúan en situaciones en las que no se ven involucradas los grupos criminales y es ahí donde si actúan con toda la fuerza del estado.
Esto lo quisiera comentar con dos hechos lamentables que ocurrieron la semana pasada. El primero aconteció justamente en uno de los estados que se ha visto superado por el crimen organizado, Zacatecas. Fresnillo (Zacatecas), es el municipio con la mayor percepción de inseguridad en nuestro país con un 97.7%, seguido por el municipio que lleva por nombre el mismo que el estado, Zacatecas, con un 93.3%. Con esto podríamos entender el panorama que pueden vivir los zacatecanos gobernados por David Monreal, hermano del senador Ricardo Monreal Ávila, coordinador del Grupo Parlamentario de Morena y coordinador de enlace territorial dentro del equipo de campaña de Claudia Sheinbaum.
En este mismo municipio que ocupa el segundo lugar, el pasado viernes 8 de marzo, durante la marcha en conmemoración del Día de la Mujer, elementos de seguridad pública detuvieron a un grupo de mujeres, una de esas detenciones quedó grabada y podemos ver cómo actúan con exceso de fuerza y arrastran por toda la calle a una mujer que justamente pedía que las violencias contra ellas disminuyan. Vimos cómo las autoridades contra un grupo de mujeres que se manifiestan pidiendo seguridad y atención a los lamentables hechos de violencia que sufren diariamente, las tratan como si fueran unos criminales mientras que en lugares donde el crimen organizado controla los precios de la canasta básica y retiran a los pobladores de sus hogares, la presencia de las instituciones de seguridad es inexistente. ¿No es en estos lugares donde las autoridades deberían actuar con la fuerza?
Por otro lado, un día antes, el jueves 7 de marzo, estudiantes de la normal rural de Ayotzinapa, Guerrero, regresaban luego de manifestarse a las afueras de palacio nacional donde no fueron recibidos por el presiente. A la altura del libramiento a Tixtla, según informan las autoridades, una camioneta en la que viajaban cuatro estudiantes de la normal se encontraba detenida y quisieron dialogar con los que se encontraban dentro del vehículo, las autoridades aseguran que fueron agredidos por estos estudiantes y ellos respondieron abriendo fuego acabando con la vida de uno de ellos.
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Lo lamentable de este tema es que, supuestamente en la unidad en la que viajaban los estudiantes, encontraron drogas, teléfonos y armas de fuego. Esto se menciona fue plantado por los policías que dispararon, pues la autopsia realizada al estudiante reveló que no se encontraba bajo la influencia de alcohol ni de drogas, además, testigos aseguran que los policías dispararon sin ni siquiera tener un diálogo previo con los normalistas. ¿Este también es el correcto actuar de las autoridades? No olvidemos que el discurso de AMLO previo a su llegada al poder era esclarecer lo que sucedió con los 43 estudiantes de esta misma normal privados de su libertad la noche del 26 de septiembre de 2014. A casi su fin de sexenio, lo único que ha hecho fue reforzar la famosa “verdad histórica” y tristemente, sumar un estudiante más a los hechos de abusos policiales. Al parecer, Obrador se irá sin explicar 44 asesinatos de normalistas.
Haciendo zoom… A lo triste que es esta situación. Uno como ciudadanos es en ocasiones, tratado peor que aquellos que atentan contra la vida de los propios ciudadanos. Tal parece que pedir por nuestra seguridad y que velen nuestro derecho más importante, el de la vida, es uno de los peores delitos que se pueden cometer en nuestro país, pues así seas parte de un conjunto de estudiantes que pide justicia por compañeros que fueron privados de su libertad hace casi 10 años o una mujer que exige un sistema judicial que no las revictimice al ser violentadas, serás tratado como una persona que está atentando contra la estabilidad de un sistema que ondea una bandera de paz bañada en sangre.
mb